Góngora

1580/1625

Epistolario

Édition de Antonio Carreira
2016
Source : Luis de Góngora, Obras completas, ed. de Antonio Carreira, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2000, vol. 2, pp. 293-455.
Ont participé à cette édition électronique : Aude Plagnard (Édition TEI et stylage) et María García María (Édition word et stylage).

EPISTOLARIO DE GÓNGORA §

1. Respuesta de don Luis de Góngora1 §

He tenido opinión que nadie hasta hoy me ha quedado a deber nada; y así, me es fuerza el responder sin saber a quién. Mas esta mi respuesta, como autos hechos en rebeldía, Andrés de Mendoza, a quien le toca parte, la notificará por estrados, en el patio de palacio, puerta de Guadalajara y corrales de comedias, lonjas de la bachillería donde le [de]parará a vuesa merced el perjuicio que hubiere lugar de derecho. Y si fue conclusión de la Filosofía que el atrevimiento era una acción inconsiderada expuesta al peligro, tengo a vuesa merced por tan audaz, aunque desfavorecido de la fortuna en esta parte, que tendrá ánimo de llegar a las ruedas donde se notificare a oír su bien o su mal. Y agradezca vuesa merced que, por venir su carta con capa de aviso y amistad, no corto la pluma en estilo satírico, que yo le escarmentara semejantes osadías, y creo que en él fuera tan claro como le he parecido escuro en el lírico.

Sin duda creyó vuesa merced haberse acabado el caudal de mis letras con esa Soledad, que suele ser la última partida de los que quiebran: pues crea que a letra vista se pagan en Parnaso, donde tengo razonable crédito. Y no sé en qué fuerzas fïado me escribe una carta, más que ingeniosa, atrevida, pues queriendo cumular mil fragmentos de disparates (como de diferentes dueños, de donde infiero los tiene el papel), no supo organizarlos, pues están más faltos de artículos y conjunciones copulativas que carta de vizcaíno; de donde se colige tener buen resto de ignorancia, pues tanta se traslada del corazón al papel, y hallo ser cierto que nemo dat plus quam habet. Y si uno de los defectos que su carta de vuesa merced pone en mis Soledades es que no articulo ni construyo bien el romance, siendo su mismo lenguaje, hemos de dar una de dos: o que él es bueno, o que vuesa merced habló acaso. Y aquí entra bien entendámonos a letras; y no he querido sea a coplas, que pienso que con ir esto tan lacónico y rodado no lo ha de entender vuesa merced.

Díceme vuesa merced por su misiva que renuncie este modo, por que no lo imiten los muchachos, entendiendo que hablo de veras. Caso que fuera error, me holgara de haber dado principio a algo; pues es mayor gloria empezar una acción que consumarla. Y si me pide conozca mi primero disparate, para que no me despeñe, reconozca vuesa merced el que ha hecho en darme consejo sin pedírselo, pues está condenado por la cordura, y no se precipitará dándolo segunda vez, que entonces me será fuerza haberme de valer de pluma más aguda y menos cuerda.

Para quedar una acción constituida en razón de bien, su carta de vuesa merced dice que ha de tener útil, honroso y delectable. Pregunto yo: ¿han sido útiles al mundo las poesías y aun las profecías (que vates se llama el poeta como el profeta)? Sería error negarlo; pues, dejando mil ejemplares aparte, la primera utilidad en ellas es la educación de cualesquiera estudiantes de estos tiempos; y si la obscuridad y estilo intricado de Ovidio (que en lo de Ponto y en lo de Tristibus fue tan claro como se sabe, y tan obscuro en las Transformaciones) da causa a que, vacilando el entendimiento en fuerza de discurso, trabajándole (pues crece con cualquier acto de calor), alcance lo que así en la letra superficial de sus versos no pudo entender luego, hase de confesar que tiene utilidad avivar el ingenio, y eso nació de la obscuridad del poeta. Eso mismo hallará vuesa merced en mis Soledades, si tiene capacidad para quitar la corteza y descubrir lo misterioso que encubren.

De honroso, en dos maneras considero me ha sido honrosa esta poesía: si entendida para los doctos, causarme ha autoridad, siendo lance forzoso venerar que nuestra lengua a costa de mi trabajo haya llegado a la perfección y alteza de la latina, a quien no he quitado los artículos, como parece a vuesa merced y esos señores, sino excusádolos donde no eran necesarios. Y así, gustar[í]a me dijese en dónde faltan, o qué razón dellas no está corriente en lenguaje heroico (que ha de ser diferente del de la prosa, y digno de personas capaces de entenderlo), que holgaré de construírselo, aunque niego no poder ligar el romance a esas declinaciones, y no doy aquí la razón cómo, porque espero convencer la pregunta que en esto vuesa merced me hiciere. Demás, que honra me ha causado hacerme obscuro a los ignorantes, que esa es la distinción de los hombres doctos, hablar de manera que a ellos les parezca griego, pues no se han de dar las perlas preciosas a animales de cerda. Y bien dice griego, locución exquisita que viene de poeses, verbo de aquella lengua madre de las ciencias, como Andrés de Mendoza en el segundo punto de sus corolarios (que así los llama vuesa merced) trató tan corta como agudamente.

De delectable tiene lo que en los dos puntos de arriba queda explicado; pues si deleitar el entendimiento es darle razones que lo concluyan y lo midan con su concepto, descubierto lo que está debajo de esos tropos, por fuerza el entendimiento ha de quedar convencido, y convencido, satisfecho. Demás que, como el fin del entendimiento es hazer presa en verdades, que por eso no le satisface nada si no es la primera verdad, conforme a aquella sentencia de san Augustín: Inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te, en tanto quedará más deleitado en cuanto, obligándole a la especulación por la obscuridad de la obra, fuere hallando debajo de las sombras de la obscuridad asimilaciones a su concepto. Pienso que queda bastantemente respondido a lo que constituye una acción en razón de bien.

Al ramalazo de la desdicha de Babel, aunque el símil es humilde, quiero descubrir un secreto no entendido de vuesa merced al escrebirme: no los confundió Dios a ellos con darles lenguaje confuso, sino en el mismo suyo ellos se confundieron, tomando tierra por agua y agua por piedra, que esa fue la grandeza de la sabiduría del que confundió aquel soberbio intento. Yo no envío confusas las Soledades, sino la malicia de las voluntades en su mismo lenguaje halla confusión por parte del sujeto inficionado con ella.

A la gracia de Pentecostés querría obviar el responder, que no quiero a vuesa merced tan aficionado a las cosas del Testamento Viejo, y a mí me corren muchas obligaciones de saber poco dél por naturaleza y por oficio. Y así, solo digo que, si no pareciere a vuesa merced lo contrario, y a esos discípulos ocultos como Nicodemus, no van en más que una lengua las Soledades, aunque pudiera, quedándome el brazo sano, hacer una miscelánea de griego, latino y toscano con mi lengua natural, y creo no fuera condenable; que el mundo está satisfecho que los años de estudio que he gastado en varias lenguas han aprovechado algo a mi corto talento. Y porque la alabanza propria siempre fue aborrecida, corto el hilo en esta parte.

Préciome [de] muy amigo de los míos, y así quisiera responder a vuesa merced por Andrés de Mendoza; porque, demás de haber siempre confesádome por padre (que ese nombre tienen los maestros en las divinas y humanas letras), lo he conocido con agudo ingenio. Y porque creo dél se sabrá bien defender en cualesquiera conversaciones, teniéndolo de aquí adelante en mayor estima, solo digo a vuesa merced que ya mi edad más está para veras que para burlas. Procuraré ser amigo de quien lo quisiere ser mío; y quien no, Córdoba y tres mil ducados de renta en mi patinejo, mis fuentes, mi breviario, mi barbero y mi mula harán contrapeso a los émulos que tengo granjeados, más de entender yo sus obras y corregirlas que no de entender ellos las mías.

Córdoba y septiembre 30 de 1613.

2. Al doctor don Tomás Tamayo de Vargas, coronista de Su Majestad §

Ha hecho vuesa merced en mis obligaciones tal ejecución con su carta, que ni aun palabras me ha dejado con que significar la merced que he recibido: acójome al silencio como a templo de falidos, de adonde casi por señas ofrezco de pagar en admiración lo que contraje por fe. Pensaba antes que le debía a mi curiosidad el haber solicitado el servicio de vuesa merced, mas ya con lo que vuesa merced me ha escrito de lo que me ha favorecido y patrocinado, se ha hecho deuda el afecto; reconoceréla siempre y muy firmada de mi nombre, suplicándole a vuesa merced me tenga muy en su gracia, me honre, me enseñe y, enseñado, me defienda de tanto crítico, de tanto pedante como ha dejado la inundación gramática en este Egipto moderno. El trabajo que vuesa merced tomó en calificar mi ignorancia le diera por pena, si no la tuviera yo, y cuidado de verme desvanecido. Merced hace el águila a la tortuga en dejarla arrastrar su pesadumbre. Yo, señor mío, abrazo mi elemento tan reconocido a lo que soy como al exceso que vuesa merced hace en acordarse de mí, si no es para mandarme. Del padre Juan de Mariana he sido siempre, vendados los ojos, reverente admirador, y de manera devoto, que le he votado pasos; a su paternidad beso las manos por esta, mientras no desempeño vocalmente mi deseo. Cualquiera demostración que se haga en servicio y defensa de tanta erudición y maestro es muy digna de vuesa merced. Ojalá que me dejase vuesa merced algo que merecer en esta demanda, que no dudaría decir lo que san Ignacio a las fieras, aunque los que impugnan ahora al santo viejo son gozques latidores apenas. El señor Bernardo de Aldrete ha muchos meses que está en servicio del señor arzobispo de Sevilla, ocupado en la judicatura de la iglesia: holgárame tenerlo aquí para enseñarle el capítulo de la carta de vuesa merced, que agradeciera, como quien tiene tanto de honrado y docto. Al señor don Francisco de Córdoba se lo comuniqué, y sabe tanto de todo, que es tan malo de vencer en cortesías como en buenas letras. Creo que escribe a vuesa merced, de que resultará la correspondencia que yo deseo entre personas tan bien nacidas y cultas. Es nuestro don Francisco cuanto dirá su merced en lo que ya se está viniendo a los ojos, digo estampando en Francia, y mucho más que saldrá a luz presto ilustrando a Córdoba y a su casa, por ser este el sujeto. Deseo merecer algo en el ministerio de este matrimonio: líbrenmelo ambos en la benevolencia. Mucho he cansado a vuesa merced, a quien Nuestro Señor en salud y estado acreciente como deseo.

De Córdoba, junio 18 de 1614 años.
Don Luis de Góngora.

3. A Juan de Villegas §

4. A don Diego Mardones, obispo de Córdoba §

Señor ilustrísimo: Cuanto es mayor el ruido de esta corte, tanto es mayor la soledad que vuestra señoría ilustrísima me hace, echando menos en todo lugar la piedad y benevolencia del santo obispo de Córdoba, cuyo aclamador seré toda mi vida. No creo que ignorará vuestra señoría ilustrísima lo que por acá se pasa solicitando audiencias de potentados, tan caras a todos, que no hay que extrañar salga un mal oidor de un no bien oído. Yo, señor, en virtud de la gracia y bendición de vuestra señoría ilustrísima, he doblado con trabajo menor estos cabos, verdad sea que con buenos pilotos; he comenzado a tentar modestamente el aplauso de palacio y el favor de mis protectores, y certifico a vuestra señoría ilustrísima que están las cosas de manera, que la paja que imaginé levantarla con una cuenta de ámbar pesa hoy más que aguja de Trajano, y me cuesta el erigirla los tormentos y máquinas que dalle basa a la que hoy mira Roma. Esta es agora una capellanía de Su Majestad, a quien los tutelares dan nombre de llave maestra a mayores ascendencias, si no cierran tras sí la puerta y me dejan en el banco. Para ello, al fin, y para todo lo demás que de aquí resultare, no puedo ni quiero dar paso sin vuestra señoría ilustrísima, y así, le suplico se sirva de no solo disponerme desde allá con su santa bendición, sino honrarme vuestra señoría ilustrísima con reverendas para el presbiterado que no supe merecer de mano de vuestra señoría ilustrísima, que Dios nuestro Señor en salud y dignidad acreciente como yo deseo. Madrid, julio y 4 de 1617 años. Don Luis de Góngora.

5. A don Francisco de Corral §

Deseo que haya llegado vuesa merced a su casa con la salud que nos importa a sus servidores, y hasta saberlo, estaré con el cuidado que debo a la merced que vuesa merced me hace. El marqués tiene muy en memoria a vuesa merced, y tanto, que dos veces ha hecho conmemoración de vuesa merced. La una, preguntándome si habrá llegado, y anoche, mandándome besase las manos de vuesa merced de su parte. El marqués de Cherela me dio esa carta que yo acompaño con la misma instancia que su señoría me pidió hiciese, suplicando a vuesa merced le mandase buscar uno o dos pares de palomas leonadas grandes, cuales nuestro don Pedro de Vargas solía tener; ahora ya creo que ha desistido de estas curiosidades. Yo no desistiré jamás de desearle mucha salud y contento, y de besarle las manos como lo hago con muy buena voluntad, porque sé que se la debo muchos días ha. Suplico a vuesa merced lo anime a solicitar los votos de los jueces que su merced tiene en esta corte, que holgaría de servirlo acompañándolo en esta solicitud y, partiendo el coche con su merced, asomarlo a esta ventana de confusión y ruido si pudiera sufrirlo condición tan encontrada a todo esto. Sírvase vuesa merced, mi señor, de favorecerme mucho con mi Cristóbal, alumbrándolo de muchas cosas que ignora como forastero de este lugar, y dándole a entender cuánto nos importa a los dos remediarme yo, pues de mi acrecentamiento pende la seguridad de cuanta merced me ha hecho, que soy más agradecido que quiñón de tierra que tiene la mejor campiña de ese obispado, pues reconozco no solo lo recibido, sino espero con mucha confianza lo que pido porque no tengo otro refugio ni hacienda sino a su merced. En virtud de esta verdad me atreví a fatigar a vuesa merced redujese al amigo y le diese a entender estas cosas que fío de la prudencia de vuesa merced y de la autoridad que tiene con ambos. Las nuevas de lo de por acá escribo al señor licenciado Cristóbal de Heredia, que no quiero hacer mayor esta carta por no cansar a vuesa merced con ella. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces, con las del señor don Juan y el señor don Rodrigo, en cuya compañía guarde Dios a vuesa merced muchos años. Madrid y septiembre 24 de 1618 años. Don Luis de Góngora. Al señor don Alonso de Cabrera he besado las manos; esta semana, que está su merced estos días lastimado de un pie, tiene hecha la gracia de su dispensación.

6. A don Francisco de Corral §

No tengo que decir a vuesa merced más de lo dicho en la pasada: nuestro negocio está pendiente de la resolución que toma don Pedro Carrillo, y, según le sobra condición, ha de resistir a los parientes de Córdoba, de la manera que no se ha dejado vencer de su mismo padre. Siendo esto así, tengo por llano en favor nuestro al de Flores, como lo ha significado, no haciéndonos merced, sino entendiendo sirve a Su Majestad. Yo lo busqué esta mañana y no lo hallé en su casa ni en el aposento del príncipe, para leelle el capítulo de la carta de vuesa merced acerca de la solicitud que vuesa merced tiene de caballos de campo para Su Alteza. Y llegando a esto, me acuerdo que el señor don Lorenzo de las Infantas me alabó un caballejo del nuevo escribano de cabildo que yo no conozco, y dijo dél que era excelentísimo de paso. Vuesa merced lo haga ver y me avise para que yo lo refiera al señor marqués de Flores. El mío de [7] Iglesias ha hecho maravillas en mi pretensión, alcanzándome las cartas del cardenal duque cuyas copias remito a nuestro Cristóbal, con que me aseguran todos la gracia que yo dudo por ser en favor mío. Si la consiguiere, de vuesa merced será, como su dueño, y más estando tan empeñado en los deseos y en las diligencias por que beso a vuesa merced las manos muchas veces. Volviendo a la materia de la Caballeriza de Córdoba, no me ha parecido mal que su paternidad del señor fray Plácido tiente las corazas a Juan de Salazar, en cuya capilla quedará enterrada la resolución que se tomare. Veamos qué cara le hace. Yo no he querido conducir a su paternidad por no alterar el suceso, que es lo que conviene; bien es intentarlo todo, que será gran culpa quejarnos después de las diligencias. Nuevas de acá son ningunas: la muerte de la condesa de Benavente y los corcovos que da el reino sobre la concesión de millones. En cuanto a las condiciones con que los concedieron, el de Uceda ha comenzado a hacer lo que Gonzalo Núñez con los caballos hechos de Diego Hernández su padre. Ya habrá recibido vuesa merced una carta del de Siete Iglesias, que en la que yo tuve ayer de su señoría besaba las manos de vuesa merced. Trajéronme[la] los señores don Baltasar de Góngora y don Fernando Páez, que llegaron ayer de Lerma, muy favorecidos del cardenal duque. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores míos. Madrid y noviembre 27 de 1618 años. Don Luis de Góngora.

7. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: sirva esta de darle a vuesa merced buenas esperanzas de su pretensión, asigurándole que nos han metido más miedo del que pudiéramos tener los que han hecho provisión de la Caballeriza en don Pedro Carrillo. No hay tal hasta ahora, antes mucha contradicción de parte de Flores en forma de reformación de aquella Caballeriza con que está a vista el señor don Fernando y con ánimo de no aceptarla desta suerte. Yo he ofrecido de parte de vuesa merced mucha voluntad de servir a Su Majestad de cualquier manera. Tengo hablado al de Flores dos veces y tres al de Palma. El de Santisteban llegó, estando yo con Flores de Ávila, y me abrazó por lo que había dicho en servicio de vuesa merced y en favor de la libertad de don Gómez de Figueroa, que para obligar a don Pedro de Zúñiga es menester pulsar esta tecla. Al fin, señor, quedo yo contento del estado en que queda este negocio y suplico a vuesa merced pierda algunos virotes con don Luis de Zúñiga inviándole algún cabrito que él venda y no coma y algunos conejos que le valgan dineros y no ahíto, porque importará que ayude con algún amén desde allá. El poder va con esta ampliado. Suplico a vuesa merced no se lo deje estrechar a nuestro amigo, que me tiene pagando correos y ayunando la dignidad que espero para más servir a vuesa merced. Y adiós, mi señor; a mi ama y señora beso las manos. Madrid y diciembre 11 [de 1618 años]. Don Luis de Góngora.

8. A don Francisco de Corral §

Aunque no he tenido carta de vuesa merced este ordinario, no quiero dejar de besarle las manos y suplicarle tenga vuesa merced buen ánimo en su pretensión, que hoy tiene mejor estado que nunca y sé de buena parte que en el ínterin que se resuelve la reformación de esa Caballeriza trata el de Flores de introducir a vuesa merced por administrante, que es el mejor camino de sacársela al Carrillo. Yo hago lo que puedo y no lo que deseo; no desmaye vuesa merced. Nuestro amigo me escribe no bien dispuesto; deseo que no pase adelante el temor, con que me escribe, de enfermedad. Sírvase vuesa merced de alentallo, dándole a entender que el ánimo que su merced me puso con una carta que tengo guardada suya me hizo acometer las diligencias de la Chantría, y que hoy proceden, digo las noticias que me van dando, tan favorablemente, que a esta hora camina la certidumbre del buen efecto que ha tenido lo que se ha trabajado. Según esto, no es justo que desfallezca el amigo, sino que acuda como lo ha prometido y lo fío de la merced que me hace, sin atenerse al marqués, pues le consta de lo contrario, que el buen señor mucho ha hecho en interponer su favor y la autoridad de su amo. No le pido más a mi padre que resucite. Cada semana tengo tres [o] cuatro cartas suyas y en algunas conmemoración de vuesa merced, que yo le agradezco, y mucho contento de la esperanza que yo le doy del suceso de la Caballeriza. Allá está el segundo poder; sírvase vuesa merced de advertir a Cristóbal de Heredia que he de comer yo mientras corren las postas, y que ha cincuenta días que me paso con cuatrocientos reales. Basta esto para vuesa merced, siendo cortesano y señor mío. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores míos, en cuya compañía dé Dios a vuesa merced muy buenas pascuas y años. Madrid y diciembre 18 de 1618 años. Don Luis de Góngora.

9. A don Francisco de Corral §

Muy buenos años me prometo con solo haberme levantado temprano a responder a las cartas de vuesa merced, deseando que se los dé Dios tan felices y muchos como vuesa merced merece, en compañía de mi señora doña Inés y esos caballeros cuyas manos beso. La carta de vuesa merced me envió el señor fray Plácido otro día después de partida la estafeta; yo no respondí a ella por ser primero día de pascua, tan ocupado en palacio, que madrugamos para comer a las cuatro. La culpa tuvo una gran ceremonia, que fue el recebimiento del estoque y rosa que Su Santidad envió al príncipe nuestro señor y a su madama, prolija frialdad y muy ponderada de los italianos. Yo me cansé harto, porque asistí al señor patriarca, y de manera que no volví a casa para sustentar una pluma en la mano. Vuesa merced tiene buen amigo en Flores, y merece muy bien el regalo que me está diciendo el señor fray Plácido que le ha llegado ahora. Es camino ese de negociar; todo lo demás es gastar pólvora mojada, que ni aun respuestas vale. Rióse Flores conmigo antes de ayer de una queja que le dio por una carta suya el señor don Antonio de Córdoba sobre el no haberle encomendado la diligencia de buscar caballos de campo a Su Majestad, ofreciéndole a Romerillo un caballo que tiene guardado para su señoría; el buen marqués hizo donaire tanto del ofrecimiento como de la queja; yo no le perdoné todo el et cum spiritu tuo que merecía, porque me precio de buen monacillo de mis amigos. Parado está todo esto de la Caballeriza, y no me pesa, para que haya lugar de solicitar al almirante, aunque su excelencia supone poco; aténgome a Flores de Ávila. El de Palma tiene la llave del príncipe; nuestro don Diego de Zúñiga, Baides y el conde de Castrillo, los bastones de mayordomo de la princesa. Don Martín de Córdoba ha estado a porta inferi; bien que le han valido las indulgencias de la cruzada, pues ha vuelto, aunque estropeada la memoria, que este juicio cuando dispara es mula que se suelta, que el cogella ha de costar rienda y falsa rienda. Muy sentido estoy del descuido que ha tenido nuestro amigo de mis alimentos, y sobre todo del lugar que ha dado al señor Pedro Alonso, su tío, a que escriba lo que ayer leí tan contra ambos. Pésame de quejarme de cosas que entendí corrían conforme al asiento que se tomó con vuesa merced acerca de los cien ducados al mes. Libráronse los de otubre, quedaron para los de noviembre y diciembre dos esquites de a seiscientos reales de los mil y ducientos que libré allá y había recibido para vestirme este invierno aquí en Madrid; de estos me habían de remitir cuatrocientos reales que sobraban cada mes; de estos dos remitiéronse los de noviembre; los de diciembre se han quedado, con ser cuatrocientos no más, y en mes de pascuas, barajándomelos con el accidente de la diligencia hecha a Roma, que fue todo a instancia y solicitud del amigo, ofreciéndome para ello lo que tengo guardado en una carta suya y agradecido en otras mías. Es justo que se considere que estos sucesos son como paréntesis, que no impiden la construcción, cuanto más el sentido, del periodo. Mis alimentos no es justo que padezcan ni hable con ellos ningún fracaso o novedad. Pensé que quien tan fervorosamente me animaba a la pretensión no me dejara en las garras de buscar acá el dinero y solicitar allá el crédito; hállome dado por falido, según la relación de Pedro Alonso de Baena, con mis amigos acá en Madrid, que esto es lo que más siento, y ayunando, cuando todos regüeldan de ahítos. Señor mío don Francisco: vuesa merced, que tiene molinos, sabe que no come el molinero del ruido de la cítola, sino del trigo de la tolva. Meterme en la pretensión de la Chantría para dejarme en las costas de la diligencia no es el mayor beneficio que esperaba, y sobre todo, remoquearme la junta que no he podido hacer de Flores de Ávila y don Martín de Córdoba, siendo ambos mayores amigos del señor Pedro Alonso que míos; hacerme cargo que no he podido impetrar carta de Tomás de Angulo para Beas Bellón, siendo verdad que se la he pedido tres veces, una por billete del de Siete Iglesias y dos por mi persona, y me la ha negado todas por lo que él se sabe; culparme asimismo por no haber podido alcanzar facultad de coche, que he pedido y se me ha denegado, porque está eso muy restringido de seis meses a esta parte, y no quieren darla a clérigo que no sea beneficiado muy preeminente de iglesia catedral, habiendo yo replicado que es persona, para quien yo la pido, de cuatro mil ducados de renta: esto me acumula nuestro Cristóbal en nombre suyo y de su tío, y quiere que los azotes que merezco por todas estas culpas se me den en la barriga; sea Dios loado por todo. Espero en Su divina Majestad que vendrá un día destos la gracia de Roma y se desahogarán los ofrecimientos que tan inconsideradamente se hicieron y [de que] tan consideradamente se han arrepentido. Vuesa merced lea para sí esto, que no quiero dar pesadumbre a nuestro amigo, y más en tiempo de su convalecencia. Yo estoy sin un cuarto, y sin autoridad, que es lo peor, para buscarlo; consuélome con que soy servidor de vuesa merced, que me basta; y adiós, mi señor, que me voy a la capilla, que es tarde. Madrid y enero 1º de 1619. Don Luis de Góngora.

10. A don Francisco de Corral §

Mucho siento cansar a vuesa merced con quejas; mas la merced que me ha hecho siempre me da licencia para decirle cuánto he sentido la omisión de nuestro amigo, no tanto por el interés como por la reputación suya y mía; porque la carta que Pedro Alonso escribió la estafeta pasada fue tan desollada que no solo crédito mas ni aun cara me dejó para volver a ver los tesoreros; mire vuesa merced cómo tendré ánimo para pedirles cosa que me esté bien. Es de manera esto que me he dado a entender que aquella resolución fue acordada entre tío y sobrino, porque de otra suerte no tiene disculpa Pedro Alonso. Con lo de allá yo no sé qué camino tomar, y crea vuesa merced que a no estar tan empeñada la honra en la pretensión de mi sobrina, que tomara el de Córdoba como más saludable; porque estar aquí de la manera que me hallo es indigna cosa, quemando trastos por no avergonzar a nadie. Ríome mucho del artificio, tan sobreaguado que lo verá un ciego, de esperar el suceso de Roma. Nunca yo hubiera entrado en esta potrera, que Dios me hiciera merced, si fuera servido, por otra vía; y ya que me dejé llevar de los ofrecimientos de una carta y solicité la diligencia que se hizo, ¿qué culpa tienen mis alimentos, ni qué pecado ha cometido mi crédito que no se paguen muy puntualmente tres mil y ochocientos reales que busqué para los correos de a pie y de a caballo, como consta por los testimonios que tengo remitidos? Si pensaba el señor Cristóbal de Heredia que el de Siete Iglesias me había de hacer la costa, ¿para qué me ofrecía todos los intereses de esta diligencia tan liberalmente como le tengo agradecido? Y si ya no ignora que el marqués me la deja a mis cuestas, ¿por qué no acude como es justo a la satisfación de ello para que su tío no me afrente con nombre de falido? Dios me remedie, amén. De Italia no ha llegado correo veinte días ha, porque a lo que dicen han sido las nieves y las aguas de manera, que no me da cuidado la dilación, si bien estoy deseando verme descolgado de esta pesadumbre. Tengo ánimo dispuesto a cualquier evento sin engañarme de la esperanza, de manera que me altere el suceso contrario; porque tengo tanto desengaño de mi corta fortuna que no solo prevengo el consuelo mas salgo a recibir la desgracia. Bastante disculpa tengo en el expidiente que ha tenido en Córdoba el principio de esta diligencia. Haga Dios lo que más fuere para servicio de Su divina Majestad, que es lo que más me importa. Si deseo el logro de esta pretensión, crea vuesa merced que es para estar más cerca de su persona sirviéndole y para acrecentar la casa de mi hermano; que para mí sóbranme los salvados de Cristóbal, pues me niega la harina. Yo no sé qué me haga ni qué le responda, y así suplico a vuesa merced le diga que le beso las manos, y que yo estoy tan corrido y avergonzado, que no le escribo porque le tengo respeto, y le debo otras muchas obras buenas y no quiero resentirme ahora con su merced de lo que pudiera, pues ha perdido tan gran ocasión de honrarme con los tesoreros y de favorecerme en lo que emprendí por su orden y comisión. Dejo la lástima de dejarme pereciendo tres meses con cuatrocientos reales, en tiempo tan festivo para todos, y cuando, faltando otros medios, pudieran arrieros haberme socorrido, pues han llegado de un mes a esta parte tres o cuatro. Al señor don Diego de Ávila han jubilado muy contra su voluntad, pues dijo al rey que estos días a otros del Consejo habían dicho coplas y a él se las habían hecho. Dícese que al señor Presidente de Castilla le dan el gobierno de Toledo, y al señor don Fernando Carrillo, la presidencia. Sé ciertamente que su ilustrísima pidió vocalmente a Su Majestad el gobierno, con que se puede tener por cierta la promoción del señor don Fernando. Al conde de Palma ya escribí a vuesa merced le habían hecho merced de la llave; ahora digo que besando la mano a Su Majestad dijo que se la besase porque había hecho más que Dios con su persona, haciéndolo gentilhombre. El señor Juan de Frías tiene capitulada a su hija con un caballero de Ávila; dicen que tiene cuatro mil ducados de renta. Con el marqués de Flores estaba antes de ayer en la Carrera alta de San Jerónimo; fue desde el coche, y así, no pudimos hablar. El día de año nuevo por la tarde vino por mí y nos fuimos a apear a casa de mi señora doña Gregoria. Allí le dio el señor fray Plácido una carta de vuesa merced. Yo, como tenía desde mediodía el pliego en la estafeta, no escribí estonces este suceso. Deseo volverlo a ver despacio para saber qué gusto le han hecho las golosinas y las aguas, que dulces y rucíos no lo dejarán desabrido ni seco. Adiós, mi señor; a mi señora doña Inés beso las manos. Madrid y enero 8 de 1618 [por 1619] años. Don Luis de Góngora. Aquí tenemos al señor duque de Cardona. Suplico a vuesa merced mande a Cantarero que lleve esta carta a las caballerizas del señor don Luis de Córdoba, que es de Mari-López, su amiga.

11. A don Francisco de Corral §

Créame vuesa merced que estoy corrido de cansarle en otras cosas que saber de su salud y servirlo en darle cuenta de las diligencias que se hacen con el de Flores. Mas, señor mío, la omisión de nuestro amigo es y ha sido de manera que me ha obligado a fatigar a vuesa merced y lastimarlo con mis necesidades. Ya las tengo repetidas en las cartas precedentes. En esta no quiero sino besarle las manos por el socorro de los quinientos reales, que ha llegado a tiempo que podré esperar la resolución que se toma en mi correspondencia. Sé decir a vuesa merced que los tesoreros me tienen tanta lástima como amistad, y que desean que allá se dispongan las cosas suavemente con Pedro Alonso de Baena. Esto no pueden hacerlo ellos, si no hay satisfación entre sobrino y tío. Puedo asegurar que acetarán cualquier letra que venga sobre ellos. Remitir ninguna no lo harán, porque sopla mal de allá Pedro Alonso. En virtud de esto no sé qué me diga; porque si los parientes no juegan a los propósitos diciéndose los dos una cosa al oído y saliendo otra, fácil es de conformar la diferencia, tomando asiento en lo que se fió hasta aquí y corriendo nueva cuenta de contado de aquí adelante. Yo suplico a vuesa merced concuerde estas voluntades de suerte que yo no perezca. Y en cuanto a lo que vuesa merced me avisa del arrendamiento de mi hacienda y traza que se da para lo de adelante, juzgo que será bien sobreseer la resolución por este mes, hasta ver el correo de Roma qué nos trae, pues, siendo Dios servido, ni puede tardar diez días ni me dejan dudar del buen suceso parabienes que me dan cuantos curiales tiene esta corte, hasta los oficiales del nuncio, y téngome por tan desgraciado que temo el efecto en mi favor. A lo menos prevengo, como escribí a vuesa merced en la pasada, todo lo que me puede estar peor en fe de mi buena dicha, para que no me coja desapercebido la nueva, si fuere contraria. Al fin, señor, rodando viene el dado, aguardemos lo que pinta, y para estonces la resolución de nuestro asiento. El sábado en la tarde lo pasé toda ella en compañía de Flores y Palma, acompañándolos a la estación de Atocha; rezamos brevemente, y mientras Palma galanteaba sus devociones non muy sancto, Flores me dijo que si le guardaba secreto me enseñaría una carta de Belmonte con grandes quejas y males de Palma, porque, escribiendo lo favoreciese en su pretensión, le respondió con desengaño que estaba prendado de otro caballero para la misma demanda. Buscó la carta y no la halló en aquellas faldriqueras, y a mí no me pesó, por gastar aquel tiempo en lo que más importaba. Apretéle sobre este negocio de vuesa merced y eché de ver que no habían traído hueso las aceitunas, porque lo hallé fácil y mucho más claro, diciéndome: «Hermano, por vida del rey que doy voces como loco, sobre la dilación que tienen en resolver una cosa tan importante. Si don Pedro Carrillo quiere esto, llano está el duque; mas no lo quiere, y pretenden sostituir a otro. Esto no ha de ser, si yo puedo. El otro día supliqué al duque no diese lugar a que en su tiempo se introdujese cosa de tan mal ejemplo y consecuencia. Diome palabra que cerraría la puerta a este intento. No puedo hacer más; decidle a don Francisco el estado que tiene este negocio». Yo le besé las manos por la merced que nos hacía en todo y lo agradecí en nombre de vuesa merced. Allanéme a todo lo que es renunciación de yeguas y ganados, y volví contento, deseando que don Pedro Carrillo no desista ni retroceda, que me asegura de esto el verlo tan testarudo en todas sus acciones. Encomiéndelo vuesa merced a Dios, que Flores huele mejor después de ruciado. El relojillo va en la escribanía de Cristóbal. Perdone vuesa merced la pobreza de la cinta, que no está el caudal para guarnición más costosa. Con buen trabajo sirvo a vuesa merced: más parece venganza que servicio. La jornada de Argel se ha resfriado de cuatro días a esta parte porque Alemania tira de este aparato para la resistencia de los herejes que quieren hacer rey de romanos al conde Mauricio. Al señor don Diego de Ayala jubilaron; no sé si lo escribí a vuesa merced. Dice el buen viejo: «Exclúyenme por decrépito; ojalá fuera tonto, que no me excluyeran». Dieron su plaza al señor don Francisco de Tejada y la de la Cámara creo que la compite el señor don Alonso apretadamente. El señor Juan de Frías casó a su hija con un caballero de Ávila de 4.000 ducados de renta. La plaza del señor don Francisco de Villela, que fue a Flandes por auditor general, dieron al señor regente de Sevilla. A nuestro Palma creo que le dan tres mil ducados de renta y seis mil de ayuda de costa para traer su casa. Uceda va siendo hijo de su padre en las acciones generosas, aunque al principio disimuló voluntad. De Valladolid tuve carta que remito con esta a vuesa merced para que entienda que el marqués no se olvida de vuesa merced ni yo de acordarle su nombre. Quédese con Dios y duélase de mí con ese Cristobalón, que aunque me mata de hambre lo quiero bien. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces, con las del señor don Juan y su hermano, a quien deseo ver corcoveando en los tornos de la puerta [de] Sevilla. Madrid y enero 15 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

12. A don Francisco de Corral §

No sé qué hobiera sido de mí sin vuesa merced, estos días que nuestro Cristóbal de Heredia se me ha retirado, aún más por la pluma que por la bolsa. Contagiosa es la necesidad, según se retiran de ella. Dios guarde a vuesa merced, que me busca en ella de manera que no sé cómo se lo agradezca a vuesa merced sin parecer adulador. Perdóneseme el no acertar a significarlo, asegurando a vuesa merced que desearé servírselo con las veras del alma y de la honra. Ya escribí a vuesa merced cómo había recibido los quinientos reales que me hizo merced el señor fray Plácido y más los mil y ducientos y cuarenta y tantos librados en el mayordomo del señor don Martín de Córdoba; porque lo restante de los cincuenta mil maravedís estaban cobrados, de suerte que los mil y setecientos y cuarenta y tantos reales que montan las dos partidas, como cayeron sobre tres meses de vacío, han hecho lo que el agua sobre el arena. Certifico a vuesa merced que las dos partes enjugaron las deudas que tenía contraídas y que con la tercia voy pasando bien fatigadamente, ayudando muy mal las nuevas que me han dado de Roma, que nuestra diligencia fue mía en el logro que tuvo convirtiéndola el cardenal Burgesio en favor del duque de Osuna, con quien estaba empeñado, por haber salido inciertas dos vacantes de que Su Santidad tenía hecha gracia a un Fernando de Soria, criado del sobredicho duque. Vine a pagarlo yo, con hacer la costa al aviso. La forma con que se desistió el de Trejo y la satisfación de obra o de palabra que le dieron no he sabido, porque como el marqués está en Valladolid y se le llevaron los pliegos de Roma el sábado pasado, hasta que por la estafeta avise esta noche de todo, no puedo dar mejores nuevas a vuesa merced. Puedo asegurar que lo habrá sentido tanto como yo y aún más, por parecer que la reputación ha descaecido en este caso. La semana pasada tuve una carta suya impacientísima del silencio que guardaba Trejo, y teniéndolo por mala señal, consolándome con esto y animando mis esperanzas con la merced que me hacía el de Lerma, y lo que deseaba buen suceso en esta pretensión, y sobre todo persuadiéndome a que este verano me fuese a Lerma, que sin duda me valdría mucho; porque el duque, aunque desviado, era el duque de Lerma y padre del de Uceda. Veremos cómo se ponen las cosas, que yo, mi señor, no pienso salir de Madrid sin algún acrecentamiento. Digo salir de Madrid para volver a Córdoba, y esto es lo que me aconseja el marqués. Veamos qué le escriben de Roma y qué determina de mí su señoría. A la estafeta que viene avisaré de todo; ahora no escribo a nuestro Cristóbal, porque quien no responde a dos cartas mías ni me avisa cómo llegó la escribanía no quiere que yo le canse con mis cartas, fuera de que hasta saber resueltamente el suceso de Roma no quiero desconsolallo. La jornada naval se ha disuelto porque lo de Alemania da cuidado. Flores está en el Pardo, de donde vendrá Su Majestad mañana miércoles. Don Diego Páez llegó bien barbado, mas no para caballerizo, como escribí a vuesa merced. Algunos humos de título han hecho estornudar al Leonardo, que, aunque primos, no se perdonan accidentes, por parecerle que Villaharta no lo es mucho. Esto para entre nosotros. A nuestro Cristóbal beso las manos, aunque no quiera. A mi señora doña Inés se las beso muchas veces; y adiós, mi señor, que me lo guarde Dios como deseo. Madrid y enero 29 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

13. A don Francisco de Corral §

Perdone vuesa merced el no haberle besado las manos la estafeta pasada por haber tenido aquel día de carnestolendas en casa del cardenal de Sandoval. De los mil reales de la libranza cobré los seiscientos y cuarenta y tres que me tocaban, que, aunque mendigante, no me atreví a exceder de lo que vuesa merced me mandaba, como lo haré siempre. Porque vuesa merced me ha obligado tanto con la merced que me hace y cuidado que tiene de honrarme y proveerme, que con estas presentes obligo las razones primitivas de nacimiento y vecindad. Fíe vuesa merced que reconozco las unas y las otras, y que me tiene tan rendido por todas como lo significaré toda mi vida en cuanto fuere servicio de vuesa merced, y así quisiese Dios que luciese mi deseo. Con Flores de Ávila he estado dos veces esta semana pasada: en la una le di cuenta de la que me había dado a mí don Diego Páez, de su pretensión de Caballeriza, que era la tenencia de su cuñado con título de Su Majestad. Rióse el marqués y sintiólo, callando la resolución que pensaba tomar en la prevención o remedio de este intento. Holguéme de dejarlo irritado y no creo que pequé en ello, porque no fue la mía prevaricación, no habiendo solicitado yo a don Diego con preguntas de su intento y siendo procurador de la causa de vuesa merced. Quédese esto entre los dos hasta ver en qué para. Yo volveré a tratar lo que vuesa merced advierte y con razón, acerca de la necesidad que hay de acudir a los verdes, y monta bien, que todo corre aquí tan lento que no extrañarán el peligro de la omisión, ni los inconvinientes que se siguen de la raza. Nuestro Cristóbal me escribe que solo aguarda, la escritura de arrendamiento, la novedad o alteración que yo propusiere: a que respondo a su merced como lo siento, que ni altero ni innovo ni trato más que de agradecer la merced que me hace, la cual reconozco. Los mil reales de mis alimentos de aquí a San Juan, extraño el término, presuponiendo que hasta conseguir mi pretensión yo no he de salir de este lugar, si no es muy sobre peine a besar la mano del cardenal duque; esto no ha de ser la vida perdurable, ni es razón que yo fatigue a nuestro amigo. Crea vuesa merced de mí que estoy tan de los cabellos en este lugar, que si mañana saliese el hábito de mi sobrino esperaría en una bicoca mi acrecentamiento, si bien es verdad que le confieso a vuesa merced que de la merced que me hace el de Siete Iglesias me excusaré cuanto pudiere recibilla en su casa. Dios me ha de hacer merced, y no ha de permitir que tantos amigos como tengo aquí y tanto como desean honrarme se malogre. Yo no tengo sino a Cristóbal de Heredia. Fío de nuestra amistad que ha de partir su manteo conmigo, pues ya no el interés, sino la reputación mía corre por su cuenta. Lo mesmo digo y siento de vuesa merced, sin haberlo merecido. Guárdemelo Dios mil años. Pésame que el hurto esté confesado y no restituido; deseo que quede castigado. El casamiento de mi señora doña Marina es muy para alegrar a todos, y más a mí, que tan servidor soy de su padre; gócense muchos años. Vuesa merced me huelgo que me dé por señas del buen carnaval la ostentación de las damas. No quiero acusar más apretadamente el afecto por que no lo sienta mi señora doña Inés, cuyas manos beso muchas veces. Madrid y febrero 19 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

14. A don Francisco de Corral §

Señor mío don Francisco: muy desconsolado me hallé la estafeta pasada sin carta de vuesa merced en ocasión que más la había menester. Preso nuestro buen amigo, sacáronlo al castillo de Montánches, mas con tanto regalo y comodidad que se infiere lo que tiene esta prisión de ceremonia. Pudiera escribir a vuesa merced mucho de lo que he entendido de este caso, mas no es para carta. Para mí basta estar preso, aunque sea tan sin culpa como se discurre entre los de mejor juicio. Si bien lo entregaron al mayor enemigo que tiene, que es don Francisco de Arezabal, ya vizconde de Santa Clara, su hacienda está en pie, su casa tan entera y bien servida como antes; mas ¿qué me aprovecha si falta su persona? Dios lo provea, amén. Hago nuevas caravanas en mis pretensiones porque mi reputación y mis sobrinos me obligan a ello. Suplico a vuesa merced esfuerce a nuestro Cristóbal de Heredia para que acuda a causa tan justa y se esfuerce hasta ver si se deja vencer mi fortuna de la razón. No tengo a quién cansar en esto, sino a vuesa merced, y así le suplico me perdone por amor de Dios, y asimesmo de ser tan breve, que capillas tan ordinarias me tienen cansado, y no oso faltar a ellas por merecer alguna gracia. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y marzo de 1619 años. Don Luis de Góngora.

15. A don Francisco de Corral §

Ahora me dan su carta de vuesa merced, con que me he holgado cuanto sabré encarecer por las nuevas que me da vuesa merced de su salud: sea esta siempre como deseo la propria mía, amén. El arrendamiento estará ya efectuado como vuesa merced lo tiene dispuesto, digo, como me escribió nuestro Cristóbal, y así no tengo que replicar, sino agradecer y servir la merced que vuesa merced me ha hecho en solicitallo y disponer la voluntad del amigo, que en todo lo confieso por tal, pues no tengo otro, ni aun me atrevo a confesarlo con este nombre, por que no me lo lleven a Monforte o a Montánches. El que padece en esta prisión me da cuidado de cuatro días a esta parte, porque unas cartas que le han cogido del de Lerma y del cardenal de Trejo no le ayudan. Acerca del indulto que pide Su Majestad en favor de su hijo para el arzobispado de Toledo, han hallado que el de Lerma solicitaba el impedimento por estos medios con palabras no muy compuestas y con promesas excesivas, que hacen daño a todo, según lo ha sentido Su Majestad. No es para referillo por carta lo que dicen que contenía la del duque a Siete Iglesias, y así lo dejo; y vuesa merced no publique esto en mi nombre. Creo que están ya reducidos los jueces que habían nombrado y se excusaban, el señor don Francisco de Contreras por jubilado, y el señor don Alonso de Cabrera, por sospechoso o sospechado en la voluntad del marqués; el señor don Luis de Salcedo, el tercero, aceptó la comisión desde luego; y el señor don Diego del Corral, la fiscalía de esta causa. Dicen que la fulminación y diligencias se cometen al señor alcalde Madera; las ultramarinas de Flandes, al señor don Juan de Villela, que fue por auditor general; las de Portugal, al señor marqués de Alenquer, conde que fue de Salinas; de suerte que hay mucho que inferir de esta elección de amigos. A don Francisco de Arezabal le han nombrado dos mil ducados de ayuda de costa y ocho de salario cada día, para que mandaron sacar de los que tenía el marqués en poder de los Fúcares seis mil ducados sobre otros 4 mil que tenía ya desembolsados. Ojalá que se contentasen con los ciento y cuarenta mil que tiene en aquel depósito. Encomiéndelo vuesa merced a Dios como lo hace, que bien se lo debe, porque verdaderamente era su amigo. Sírvase vuesa merced de hacerme merced de llamar a Pedro de Angulo y encomendarle mucho nos haga relación de los caballos que hobiere a propósito hoy en Córdoba según la relación, que estoy esperando a Pedro Álvarez Pereira, el consejero de estado de Portugal, que quiere cuatro para su hijo, y deseo servirle y darle gusto, porque es grande amigo del señor confesor. No reparará en dineros ni los pagará en ferias, sino en doblones: quiérelos de cuatro a seis años, y mejor de cinco para adelante, con que no hayan cerrado, si bien dice que tomaría caballo de ocho años o nueve como fuese tal y cierto no exceder de la edad propuesta. Perdone vuesa merced este cuidado, que lo fío todo a la merced que vuesa merced me hace. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces, con las del señor don Juan y del señor don Rodrigo, que Dios guarde como deseo, amén. Madrid y marzo 19 de 1619 años. Don Luis de Góngora. El aprecio de los caballos venga con la relación.

16. A don Francisco de Corral §

Señor mío don Francisco: sin duda vuesa merced se halló el jueves de la estafeta en el campo, pues me dejó sin el consuelo que tengo con sus renglones; perdónolos si fue por esta razón que tanto invidio. Ahora escribo bien ahogadamente con la pesadumbre en que nos introduce la jornada de Portugal de que hago relación a nuestro Cristóbal, suplicando a vuesa merced considere lo que propongo, las razones que brevemente alego en pro y en contra, y sobre todo me aconseje, porque conmigo no hay que consultar resolución que se tomare, según fío poco de mi juicio y de mi fortuna. La jornada de Lerma, aunque diferente en todo, me valió la merced que deseó hacerme el cardenal duque tan mal lograda. No querría que estotra fuese de tan poco provecho, si bien no hacen consecuencia en la carrera de las Indias navíos anegados. No poco melancólico también me tiene a esta hora lo que voy temiendo de la prisión del marqués. Salieron sus jueces, que son los señores don Francisco de Contreras, Luis de Salcedo y don Diego de Corral; fiscal, don Francisco de Balcázar, fiscal que es de la cruzada y hechura del señor confesor; secretario, Pedro de Contreras de la Cámara; el señor don Alonso de Cabrera exoneróse por sospechado en la amistad del marqués, y hizo muy como prudente; al señor don Fernando Carrillo no quisieron por dependente del señor duque de Uceda. A esta hora están todos estos presentes jueces, y don Baltasar de Mansilla, alcalde, en casa del marqués, cerradas las puertas, secrestrando y prendiendo algunos criados de la contaduría. No me parece nada bien el negocio; demás de que el viernes pasado, que caímos juntos el señor don Pedro de Toledo y yo en Santo Domingo el Real, me desafució tanto de la vida del marqués que me hizo no comer con gusto aquel día; porque el autoridad que tiene un consejero de Estado bastó a tener por cierto el juicio que hizo, y más asegurándomelo con decir: «Hermano, yo no sé si será pública o secreta, pero tened cierta su sentencia de muerte, que hay mucho contra él», lastimándose de ella como amigo que era suyo y sé yo que lo era. A este paso camina nuestro amigo; Dios le dé salud y paciencia. Mire vuesa merced a qué tiempo entré yo en la viña. Doy gracias a Dios de que no haya sido antes, porque aunque pudiera salir medrado, si hobiera sido en mejor tiempo, quizá me hobiera embarazado en cosa que tuviera que lastar ahora. Dios sabe lo que más nos conviene. Guarde a vuesa merced los años que deseo en compañía de mi señora doña Inés y de esos señores míos, cuyas manos beso muchas veces, que en mi verdad, no estoy para escribir ni aun para verme de melancolía. Madrid y marzo 26 de 1619 años. Don Luis de Góngora. Las pascuas, aunque llegan a ser membrete, se las doy a vuesa merced como se las deseo, y fíelas de mí.

17. A don Francisco de Corral §

Señor mío don Francisco: no sabré encarecer lo que me holgué con dos cartas de vuesa merced que el señor fray Plácido me restituyó en la vuelta de su jornada de Tordelaguna. Teníame no solo desconsolado el silencio de vuesa merced, pero temeroso de algún desvalimiento que nunca le merecerá mi voluntad. Ya he salido de este cuidado, por que beso a vuesa merced las manos. Falta hace la relación de caballos a Pedro Álvarez, que la solicita. Creo que va persona propria a ello. Mi jornada a Portugal cesó por las razones que tenía yo previstas y vuesa merced me representa por su carta. Agradezco a nuestro amigo la prontitud y buen ánimo de hacerme merced, y a vuesa merced beso las manos muchas veces por la suavidad con que dispone su voluntad: guardemos esta pólvora para cargas de más importancia. Estoy en la duda que todos del efecto de esta jornada, y aunque no la tengo, la creo por cierta por lo mal que nos estará la ausencia de Su Majestad. Deseo, si lo fuere, no comer el pan de balde, y temo el trasiego, que tendrá costa. Por una parte, quisiera irme a holgar; por otra, no quisiera solicitar la malicia de los ociosos en esta confusión. Apelo para el consejo de vuesa merced. Con el de Flores estuve ayer, y yendo a enseñalle el capítulo de la carta de vuesa merced, me reconvino él con otra; hablamos en el caso, aunque estaba el de Coruña delante; es amigo de vuesa merced el marqués, y desea mostrarlo, si bien no le dan lugar las irresoluciones de los Carrillos, padre y hijo. Nuestro don Diego Páez negocia poco de lo que pretendía con ellos, y así creo que se vuelve; porque el padre no suelta, el hijo no acepta para sí ni fía para otro, y así, padecerá todo. Las cosas de Siete Iglesias van peor cada día. La marquesa ha salido esta madrugada para Toledo: es lástima ver aquella casa quien la conoció tan frecuentada. Mas, señor, terrible cosa es que no sepan los hombres usar modestamente de su fortuna. Dé gracias a Dios vuesa merced, que tiene tan lucida hacienda y tan desviada de este golfo de pesadumbres. Invidio su quietud y acuérdome de ella como tercianario de fuente o arroyo. No he visto la póliza de abril; sírvase vuesa merced de que me remitan lo restante del valor de los cueros que no han llegado, y de aquí adelante que no se aguarde tanto esta provisión ordinaria. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces, con las del señor don Juan y su hermano, que los guarde Dios como deseo, amén. Mi señora doña Luisa Cabrera partirá mañana para Granada. Si vuesa merced no estuviere para salir a Malagón, avise al padre fray Pedro de Góngora la aguarde en el puerto de Lápiche, que quiere reconciliarse con su paternidad. Madrid, y abril 9 de 1619 años. Don Luis de Góngora. No me desampare vuesa merced, aunque sea con un renglón, cada estafeta.

18. A don Francisco de Corral §

De mi vuelta a Córdoba me han retirado los señores patriarca y Flores de Ávila por la brevedad que se prometen de la estada en Portugal. Lo mismo me aseguró ayer el señor duque del Infantado, que se queda en Madrid. Siguiendo este parecer y deseando no desacomodar a nuestro Cristóbal, me quedo aguardando el santo advenimiento de Su Majestad; porque hasta estonces no hay que esperar despacho favorable, que bastará quizá este paréntesis a desmentir la amistad que tan poco me valió y tanto daño me ha hecho. Mas, al fin, señor, es bueno tener amigos. Doy gracias a Dios por ello, que me han tenido lástima tantos que pudiera estar desvanecido si no fuera desgraciado. El señor Inquisidor general me hace particular merced y me ha mandado esperar, y fue su ilustrísima el que primero me dijo que, no saliendo para Lisboa de aquí, no saliese para Córdoba, que tan recia era la luna de Valencia como la de Salamanca. Por este lenguaje me hizo temer el sol, y así me he resuelto a lo dicho, salvo lo que vuesa merced me ordenare. Según esto, suplico a vuesa merced haga con Pedro Alonso de Baena me invíe libranza junta de ocho mil y quinientos reales que montan los meses de mis alimentos de aquí al fin de este año, digo desde este mes de abril, que no ha llegado la libranza entera, sino cuatrocientos y setenta y ocho reales de los cordobanes, porque la póliza se perdió con la carta que se escribió la semana santa, aunque acá tuvieron razón de Pedro Alonso que la había librado, conforme a lo cual a vuesa merced le suplico haga esto, que es lo que más bien me está, presuponiendo que no altero la cantidad sino la forma, porque es dura cosa andar bebiendo de mortero, cuyas distilaciones puede esperar otro más descansado que yo. En esto no haya falta, señor mío, y dispóngalo vuesa merced de manera que de una vez tengamos el sí de Pedro Alonso de Baena y no padezca yo las inteligencias mal correspondidas de tío y de sobrino, y me acaezca lo que el año pasado por el enojo de los dos. Su Majestad sale el sábado de aquí. Deja la superintendencia del regalo y gobierno de los dos infantes, y el expediente de los embajadores, al conde de Benavente. Las cosas de Siete Iglesias tienen peor figura cada día. Descúbrese riqueza grande escondida y alguna que no se contentó con ser religiosa sino repitió para emparedada y no le valió. El que menos la valúa en dos millones y medio. Yo sigo lo más templado, que a cuatro la suben otros, sin lo vinculado, que es visible. De la haca no se acuerdan porque no es de oro, como un perro que hallaron con un collar de diamantes, que lo apreciaron en once mil ducados. Sin duda tenía deudo con la canícula, pues competía sus estrellas. A este paso se miente. Crea vuesa merced modestamente que es mucho, pero no tanto. Díjose los días pasados que daría Su Majestad vuelta por Andalucía, y no es cierto. No teman por ahora esta pesadumbre, que en mi verdad lo será grande. De Caballeriza no hay más que lo que escribí a vuesa merced en la pasada. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y abril 16 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

19. A don Francisco de Corral §

Señor mío don Francisco: no puedo ser largo, aunque tenía de qué serlo. Yo beso las manos a vuesa merced por lo que esfuerza mis esperanzas. En cuanto a mi provisión, padezco, y el poder que he tenido de cincuenta mil maravedís creo que ha de ser papasal, y, con todo, lo reverencio por lo que tiene de papar, aunque sea salado. Con don Agustín Fiesco he acabado que escriba a Pedro Alonso de Baena dé lugar a la correspondencia de mis alimentos. Resta ahora acabar con nuestro amigo me libre todo el año de una vez, no sea que, pasando mañana, cese la indulgencia de esta cruzada y me quede mendicando a la puerta de los dos Aranas. Ya conoce vuesa merced a Cristóbal, que tiene cara de grifo y cola de pavón. Denle término a su primer ímpetu, que después se hará ojos todo para ver las necesidades de sus amigos. Larga experiencia tengo de su condición. También suplico mire que es bien advertir a nuestro amigo que seiscientos reales cada mes no pueden ser alimentos de un niño de la dotrina. Piadoso es el advertimiento, lleguen a diez mil reales este año, que bueno es quitar dos mil de los que fueron el pasado y el que viene Dios proveerá. Esto suplico a vuesa merced haga como poderoso con el de allá y bien afecto al de acá; pues sabe lo que es Madrid y quién es don Luis de Góngora en los ojos de estos señores. No se me disculpe el licenciado con los requerimientos de mi sobrino don Luis. Salud tengo que hipotecar a mis deudas, y no tantos años que los puedan excluir de esta fianza. Espero en nuestro Señor de verme algún día sin estas fatigas, tan de participantes que es lo que más siento. Suplico a vuesa merced otra vez haga instancias en la cantidad y en la forma dicha por que acabemos de una vez con estas pesadumbres, que deseo escribir a vuesa merced cosas de su gusto, ya que no pueden ser las de su servicio, que es lo que más deseo. Espero que serán presto, porque Flores me ha revalidado sus diligencias. A mi señora doña Inés, y esos señores, beso las manos muchas veces. Adiós, mi amo y mi señor. Madrid y mayo 19 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

20. A don Francisco de Corral §

Señor mío: a vuesa merced acudo con mis pesadumbres, fiado en la merced que me hace y yo no le he merecido, porque mi desgracia nunca me dejó llegar a estado de merecer. Tenga vuesa merced paciencia, suplícoselo y perdóneme cuanto le fatigo con mis cartas, o por mejor decir, con mis desórdenes mendicantes. Nuestro amigo se olvida aun de consolarme con su carta, que, aunque sea riñéndome, huelgo de leer sus renglones. Si es convalecencia, envíeme la orina en un pliego de papel, y si es enojo, derrame el veneno en cuatro letras suyas, que lo quiero tan bien que las lameré como atriaca. Silencio y más silencio parece muy bien en un claustro de la Rizafa, pero en nuestra correspondencia, por Dios que tiene mucho de Montánches o de Santorcaz. Sírvase vuesa merced de no cansarse en darle a entender a nuestro Cristóbal de la manera que puedo estar, pagando ciento y cincuenta ducados de posada y acudiendo a los reparos de un coche, que solo el de las llantas y clavos de las ruedas me ha costado hoy ciento y catorce reales. A este paso va todo. Vuesa merced, que ha estado en este lugar, sea juez de mis causas, presuponiendo que no ignoro las repugnancias que me harán hoy las concurrencias de la siega y circunstancias de la labor, que todas juntas concurriendo no solo embarazarán, mas cerrarán la puerta a la respiración; todo lo prevengo con el discurso, mas válgome de nuestro señor san Pablo: si angustiantur vasa carnis dilatentur spatia charitatis. Digo esto para que me tenga vuesa merced por más teólogo que jugador del hombre, aunque después que Su Majestad nos dejó, el ocio come y se deja rascar a ratos, que sería morir otra cosa en que yo perdería la hechura y nuestro amigo el peso. Según esto, vuesa merced se servirá de inducirlo a la satisfación de los tesoreros, que será gran merced para mí excusarme de pesadumbre con ellos, y solicitar mis alimentos de junio por la misma vía, que son tan hidalgos en todo que acetarán cualquiera libranza por no dejarme perecer. No oso escribir a Cristóbal, porque temo cansarlo tanto como deseo servirlo. Suplico a vuesa merced le bese las manos de mi parte muchas veces, aunque no quiera, dándole a entender que ni he helado sus cebadas ni seré jamás langosta de sus trigos; de su bolsa bien podrá ser, según me hizo Dios desgraciado. No sé si escribí a vuesa merced cómo Villamediana vino de Alcalá a verme una noche, y a informarse de la calidad, edad y hacienda de mi señora doña Luisa Cabrera, de parte de un caballero que reside en Alcalá, del hábito de Santiago, que fue paje del rey y tiene tres mil ducados de renta. Fui a buscar al señor don Alonso tres veces y a darle el pésame del muévedo de mi señora doña Catalina, y aunque he hecho esta diligencia tres veces, nunca hallé a su merced en casa. Anoche le envié el aviso con don Luis Venegas de Figueroa, y en contracambio me dijo don Luis que mi señora doña María Cabrera trataba también de casarse con un caballero de Sevilla, y aunque me lo certificó, no he podido persuadirme a creello. El rey no entrará en Lisboa hasta el día de san Juan. Hállanse todos malcontentos; mi amigo el de Salinas, ya de Alenquer, muy favorecido, según me escribe Pedro Álvarez Pereira. Holgaréme de ello si no me lo prenden antes. La vuelta del Andalucía comienza ya a rugirse por acá, aunque no a certificarse, puesto que el de Medina se previene a toda furia. Palma se ríe de ella, teniendo lástima a los que van y a los que esperan tal advenimiento. Ayer se publicaron las capitulaciones de la reina de Francia, pregonándose en la puerta de Guadalajara el establecimiento en España de la Ley gálica [sic], que excluye hembras de la corona de Francia. Ya sabrá vuesa merced la premática no sé cuán favorable a los labradores. Acá la tienen por tan indiferente, que la temen. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de los señores don Juan y don Rodrigo, en cuya compañía guarde Dios a vuesa merced muchos años. Madrid y junio 4 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

21. A don Francisco de Corral §

Señor mío don Francisco: sin vuesa merced no valgo ni aun conmigo mismo, cuanto más con nuestro Cristóbal. Sírvase vuesa merced de perdonar lo que me quedare de fatigarle en este lugar. Vista la resolución desollada que nuestro amigo ha tomado en esa carta que remito a vuesa merced, me determino a volverme a mi casa, no sin vergüenza, como tengo escrito a vuesa merced en otras. He menester para ello satisfacer a los tesoreros, repararme y salir como es justo quien ha vivido en este lugar con estimación y decoro. Sírvase vuesa merced de disponerlo de manera que no padezca mi crédito ni reputación, que allá Dios nos favorecerá por su misericordia. Don Luis de Saavedra me espera con más necesidades que yo llevo; suplico a vuesa merced componga esto juntamente con el licenciado Cristóbal de Heredia, de suerte que, aunque yo padezca, él quede reparado en algo, por que no se queje deudo mío que le he faltado a su remedio. Perdone vuesa merced, señor y amo mío, que le canso con tantas pesadumbres. Su Majestad pasó de Almada a Lisboa en su bergantín, el tendalón de brocado, a ver la procesión del Corpus Christi. Túvole mi marqués de Alenquer en unos bufetes grandes pedazos de ámbar, que a no ser tributo del reino fuera gran presente, mas súpose después que fue servicio de Portugal. Entrará en Lisboa, unos dicen que para San Antonio, que es trece de este, otros que para San Juan y es lo más cierto, por no estar acabado lo prevenido para su recibimiento. Dudosa está la jornada a Andalucía. Yo deseo que no se haga y por eso siento el obligarme a salir de aquí antes de otubre; porque hallarme ahí expuesto al hospedaje del patriarca, de Flores de Ávila o de Pastrana, con las incomodidades que yo tengo, es muy de ponderar, y así holgara excusarlo hasta ver pasada esta nube, que por fuerza ha de apedrear mi viña. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y junio once de 1619 años. Don Luis de Góngora.

22. A don Francisco de Corral §

Mi señor: hasta la hora que me pongo a escribir esta no había visto carta de vuesa merced, que me tenía con cuidado; mas el señor fray Plácido me ha sacado de él con darme dos cartas de vuesa merced, una de veintidós del pasado y otra de diecinueve de este, con que me he alentado cuanto no sabré encarecer, porque cualquiera intermisión de la merced que vuesa merced me hace con las suyas es un parasismo de favor en que temo expire la gracia. Beso las manos a vuesa merced por ella tantas veces como debo a la tolerancia de mis pesadumbres. El señor don Diego de Córdoba no saldrá de aquí hasta el otubre, tanto por un corrimiento que le acometió a un costado y le costó tres sangrías cuanto por no fiarse de junio camino de Andalucía, para donde se reconocen las mutaciones que de Nápoles a Roma; bien que vuesa merced se atrevió a ellas el año pasado con felicidad. Yo, mi señor, espero la vuelta de Su Majestad con la certidumbre que escribí a nuestro amigo en la pasada, añadiendo a vuesa merced en esta que hay carta de Su Majestad para la señora Infanta su tía, que vendrá a hacer las honras de su mujer a los cinco de otubre. Ítem más, se le respondió al señor duque de Medina la semana pasada en el Consejo de Cámara, pidiendo facultad, para las preparaciones y hospedajes de Su Majestad, de ochenta mil ducados, que no había lugar, y más cesando la causa. Esto se afirma por todos los que escriben de allá y generalmente el descontento y las incomodidades, que los tiene a los mayores con indecencia y a los demás con trabajo. Huélgome por mí, ya que estoy acá y ayúdame a esta satisfación la venida del marqués de Alenquer, cuya ropa ha comenzado a entrar en este lugar, y nuevas con ella de su valimiento, que es aún mayor del que se presumió siempre de la conjunción que predomina hoy, digo del amistad del inquisidor general. Hácenlo tantas cosas que lo menos es presidente de Castilla, si bien me dijo ayer persona discursiva que lo inviarán a Nápoles, por desmentir pretensiones apretadas de don Duarte, mal ayudado en esta ocasión de la vanidad del de Berganza su hermano. Al fin, señor, esperaré su santo advenimiento, que es amigo y colega, si las musas arrastran beca de reconocimiento. Yo estoy acá, de donde no me conviene salir ni querría sin alguna cosa que decorase mi vuelta a Córdoba. Esto suplico a vuesa merced lo considere y lo favorezca con el amigo, pues tienen honra y me hacen merced que he experimentado, porque una vez entrado en este lugar, seré Diego Hernández de Ávila en la cárcel. No hay mulas de retorno para un alimentado. Morir pienso en la demanda o conseguir a lo que vine, digo a la pretensión de mi sobrina, que de mí no trato porque piaga per rallentar de arco non sana. Los tesoreros me tienen ya citado, a que yo no he respondido, ni pienso. Nuestro Cristóbal de Heredia me dice por la suya que el señor Pedro Alonso de Baena da traza con ellos en favor mío. No sé cuál sea ni yo me atrevo a preguntárselo a mi amigo Joseph Squazafigo, por las faltas que le he hecho de palabra, de que estoy corrido. La póliza de junio tiene a cuenta, y yo, sin mérito, ayuno más de lo que debo. Por amor de Dios que vuesa merced trate de la satisfación de estos hombres y de socorrerme con los alimentos de julio, perdonándome el pedírselos de esta manera, trocándole los frenos a la intercesión. Mucho me huelgo de que tenga vuesa merced más vecino a mi amo. Doyles el parabién a ambos, pues se pueden hacer faros o almenaras desde las ventanas como atalayas de costa. Dios dé salud a los señores maestrescuelas, que tan observadores fueron en su tiempo de las acciones del barrio; oh cuánto lograron mis descuidos, cuántas planas me corrigieron; bien sea verdad que se sentían primero las palmetas en la iglesia que en mi mano. Buena casa tiene y capaz. La mía desearé que esté de manifiesto para mi vuelta; pero que Dios me depare un alcaide que cuide del jardinillo, en cuya verdura aliento aun desde acá mis esperanzas. Beso las manos de vuesa merced por la merced que me ha hecho con don Luis de Saavedra. Suplico a vuesa merced la prosiga y componga eso tan suavemente como lo fío de la discreción de vuesa merced y de las obligaciones de mi sobrino, a quien escribí la estafeta pasada. A mi Cristóbal no quiero escribir esta por relevalle pesadumbres, pues no tengo que representarle más que lo que su merced sabe y leerá en esta de vuesa merced. Pésame de las nuevas que vuesa merced me da de la cosecha, mas consuélome con que tendrá precio, y yo, a la verdad, más deudo tengo con las bolsas que con los graneros, y así les confieso la caridad anticipada. Mucho he cansado a vuesa merced. Perdónemelo, y el volver a acordar cuál quedo. A mi señora doña Inés y sus dos ángeles beso las manos muchas veces. Madrid y junio 29 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

23. A don Francisco de Corral §

Mi señor: con cuidado me dejó el fin de la carta de vuesa merced con las nuevas de la mala disposición. Quiera Dios que con la retirada del sol no pase adelante; porque si el calor que hemos comenzado a padecer en Madrid responde como debe en Córdoba, más vecinos terná Guadalquivir que la ciudad. Bien pensé besar las manos de vuesa merced este mes de junio, mas proceden las cosas de manera que me dejo engañar de las esperanzas, que tantas veces han desmentido los sucesos. Triste vida, mal agradecida a los desengaños; no sé en qué ha de parar antes que tome tierra. Hágalo Dios como puede y ve que es menester para que yo no canse a vuesa merced con mis pesadumbres y a nuestro amigo con mis necesidades. Pésame del malogro del año, digo de la cosecha, que tan próspera se nos prometió. Tan descansado anda el crédito, por nuestros pecados, con las influencias como con los tratos. No hay que creer a abril llovioso ni a mercader bienhablado. Todo miente acá y allá. La campiña de Córdoba es Puerta de Guadalajara de Madrid. Consolémonos con tener salud y con que aprovecharán más hogaño tres mil fanegas de trigo en la bolsa que ocho mil en el granero. No sé cómo entiende esto mi don Alonso de Guzmán. El señor obispo me pesa que no tenga muy colmados frutos, porque a quien los gasta como su ilustrísima es razón que se los deseemos sobradísimos; tan contrario al demonio en sus demandas, que pide le convierta el pan en piedras, y tales como imagino serán las del retablo. Al fin, señor, poco o mucho se cogerá, lo que tendrá buen expediente. Desdichado de aquel que ni apedreó ni anubló las mieses y paga los daños con quinientos reales al mes. Beso con todo eso las manos a vuesa merced, por lo que ha trabajado con el amigo, a quien escribo dándole las gracias por el medio que ha tomado, ofrecido desde el principio de los tesoreros y mal entendido allá. Su Majestad creo que entró en Lisboa día de san Pedro, deseado de todos por la vuelta. Ayer lunes se dejaron de correr los toros por el mal encierro; quedaron para mañana miércoles. Aquí me tiene convidado el señor almirante por señas, y tomara yo la ración en dinero. El de Lerma anda agonizando en la salud y en la gracia. Del de Alenquer dicen mucho; yo lo deseo, si antes no me lo llevan a Santorcaz, que soy tan dichoso como esto. Remédieme Dios, que guarde a vuesa merced en compañía de mi señora doña Inés y esos señores, cuyas manos beso muchas veces. Madrid y julio 2 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

24. A don Francisco de Corral §

Nunca me parece que he sentido cosa como la muerte del señor don Alonso de Guzmán. Prometo a vuesa merced, señor mío don Francisco, que me ha lastimado en lo más vivo del alma, sin deberle a su cariño tanto sentimiento. Puede mucho la sangre y más la caridad en cincuenta y ocho años. Téngale Dios en el cielo y guarde a vuesa merced para que acuda como lo hace a las obligaciones de pariente y caballero, honrando a los que, si no más próximos en grado, son por ambas partes sobrinos. Jamás pensé otra cosa del celo de vuesa merced así en conciencia como en honra, y de la manera que lo siento lo digo por mis cartas, aunque de lo contrario no me han escrito cosa de Córdoba. Muy enfermo está ese lugar; guarde Dios a vuesa merced y toda esa casa, como yo deseo. No tema vuesa merced de cuanto le escriben de Lisboa. Su Majestad se vuelve camino derecho a su casa en todo el mes de setiembre. Sélo tercera vez por Guadalupe, y sélo últimamente por el señor presidente de Castilla, que, visitándole el señor cardenal Sandoval, le aseguró la vuelta del rey vía recta y la confirmó más con decir que Sevilla había suplicado a Su Majestad no la visitase en este tiempo que tan necesitada estaba de todo, y no solo había hecho esta diligencia, sino escrito a Su Majestad favoreciese esta demanda, representando los inconvenientes que tenía, con que se había resuelto la vuelta por Guadalupe. El señor duque de Medina es el que fomenta esta imaginación por lograr sus pretensiones, mas no tendrán efecto. Sírvase vuesa merced de saber de nuestro amigo qué tengo yo de rediezmos de diez años a esta parte, que serán de provecho para quien le crece la barriga y se le acorta el vestir. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de los señores don Juan Francisco y don Rodrigo, muchas veces, en cuya compañía guarde Dios a vuesa merced los años que deseo, amén. Madrid y julio 30 de 1619 años. Don Luis de Góngora. Aquí le tengo a vuesa merced a Luis de Cabrera, que entretendrá este invierno a vuesa merced las noches de la Reina y no hallo a quién fiárselo.

25. A don Francisco de Corral §

Mucho he sentido la muerte de mi señora doña Catalina de Guzmán por lo heredado que deja a vuesa merced en cuidados y pesadumbres tutelares. Tenga Dios a su merced en el cielo, y guarde a vuesa merced para que restauren los güérfanos la pérdida de sus padres, que tan buenos eran para todos. Consuélese vuesa merced con la vuelta de Su Majestad presto a este lugar, perdonando a los de Andalucía, más por resistencia que por caridad. Deseo ver a noviembre en salvo del otoño, que es de temer en cualquiera parte y más en Andalucía, que tan lastimada ha sido este año de enfermedades. No está para pisar, tierra que ha pedido más cuerpos que ha dado frutos, y así, mi amo y mi señor, he alquilado casa que en el tamaño es dedal, y en el precio, de plata. En ella esperaré el advenimiento de nuestro dueño y serviré a vuesa merced como siempre. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores míos. Madrid y agosto 13 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

26. A su hermana doña Francisca de Argote §

Hermana de mi alma: huélgome que no se canse vuesa merced con mis cartas y que se entretenga también con ellas nuestra viuda sin tiempo, que dé Dios salud y paciencia como la ha menester. Gran cosa es entre los que bien se quieren la correspondencia: mucho entretiene un locutorio de papel a los ausentes. Confieso a vuesa merced que, teniendo al que Dios tenga en el cielo, no escribía cada ordinario a vuesa merced porque el buen caballero andaba tan celoso de su hacienda que pensaba le ganzuaban el cofre de acero los renglones que se le leían. Ya que Dios se lo llevó a gozar las verdaderas riquezas, quiero descansar con vuesa merced cada quince días, y asomarme a una carta como a ventana de esa casa. No me parece mal haber tomado asiento con don Martín de Cárcamo, por salir de pesadumbre tan embarazosa como es la labor, y como están las cosas hoy. Tengo por sigura satisfacción la del juro, en lo principal, y en lo restante, la opinión y crédito de don Martín, que es muy buen caballero: déle Dios tanta felicidad y buen suceso en ello como al señor don Alonso, pero más larga vida; que yo le desearé lo uno y lo otro por mi señora doña Francisca Helder, que tan merecido lo tiene en la amistad de nuestra hermana y de vuesas mercedes, madre e hija. Mucho me ha consolado, aun acá, la compañía que hace a su sobrina mi señora doña María, nuestra hermana. No fuera su merced quien es, si no respondiera desta obligación tan como prudente y honrada. Pésame de su poca salud, pero asigúrome que la comunicación de tales parientas, si no fuere medicina, será divertimiento de achaques. Mal se dejará romper de ninguno crisneja de tales tres viudas: fuertes ramales son una hija con dos madres. Dios las guarde muchos años, amén. Hermana de mi alma, mire que me dicen está flaca, y lo siento. Enmiéndese de aquí adelante y regálese, por vida suya. No sea tan comedida que venga a ser cobarde; y si lo fuere vuesa merced, llegue a ser gallina, que buenas las ha tenido el Menado de crianza y las tendrá ahora de renta. Suspire bien y coma mejor; mire vuesa merced que conozco cincuenta años como quien los ha tratado, y sé cuán mal se camina en rocín viejo, y más si está flaco. Almuerce con sus nietos y coma con su hija, y después llore con todos muy enhorabuena. Cristóbal de Heredia me ha escrito que desea mi señora doña Beatriz casar a Francisco, nuestro sobrino, con la hija de doña María Manuel, y que el señor don Diego de Aguayo había interpuesto su autoridad en esta demanda. Holgaría que tuviese efeto. Vuesa merced me diga lo que desto sabe y siente, porque hasta ahora no hallo en qué topar, pues la calidad es tan buena, y la hacienda, considerable. No me da cuenta de nada mi señora doña Beatriz, y así, no escribo a su merced. Abráceme vuesa merced esa jerarquía de angelitos y a su madre muy estrechamente. Adiós, señora, mi hermana y mi amiga. Madrid y agosto 21 [de 1619. Don Luis de Góngora].

27. A don Francisco de Corral §

Mi buen señor: gran paréntesis ha padecido nuestra correspondencia de un mes a esta parte; no culpo a vuesa merced, que ha estado justamente impedido, a mí sí, que, aunque ocupado, fuera bien haber besado las manos a vuesa merced algunas veces. Soy poltrón, no puedo negarlo, ni arrepentirme, que es lo peor; consuélome con que ha tenido vuesa merced salud, y toda esa casa, que es lo que más nos importa; lo demás corra con la omisión que siempre, ya que la edad no es capaz de enmienda. Acá anda todo muy de requiem. Murió, como vuesa merced habrá sabido, la de Saldaña; ayer llegó la nueva de la muerte de la duquesa de Alba en su lugar; en México, de nuestra marquesa de Guadalcázar, que le estará muy mal a su marido; en Sicilia, del conde de Elda, en cuyas galeras entró don Diego Pimentel, hijo del de Benavente, por sucesión que tenía a ellas, si bien le costó la posesión un mosquetazo en un hombro que le dieron en la interpresa que quiso hacer Filiberto de Susa junto a Bizerta, donde murieron algunos, y entre ellos el hijo de[l] secretario Anaya, que, si es verdad, habrá heredado nuestro don Juan de Aguayo. Su Majestad se viene despechado aún mucho más de lo que deja a los portugueses; la villa querría hacerle unas fiestas para estreno de la plaza, y está Madrid tan Córdoba, que ni halla cuadrilleros ni jugadores. Alemania no quiere dejar gozar la corona del imperio con gusto a Ferdinando, pues Bohemia ha dado la de aquel reino al Palatino; pagarálo España, pues hasta agora cada elector le cuesta cien mil ducados, sin la milicia que asiste a la protección de estas acciones. Todo lo remediará el señor don Luis Manuel, que irá a gobernar ese lugar. Perdone Dios al malogrado, que está volando alcaravanes en Zamora. Acuérdome que supliqué a vuesa merced me hiciera merced de avisarme lo que había de rediezmos en mi favor después que salí de Córdoba, y cómo se habían cobrado los que me tocaban, porque son míos, no embargante que estaban incluidos en la escritura de arrendamiento que hice, según en tiempo reclamé, y se me restituyeron los cobrados hasta entonces. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esa infantería toda, muchas veces. Madrid y otubre de 1619 años. Don Luis de Góngora.

28. A don Francisco de Corral §

Cuatro días después de ida la estafeta recibí la carta de vuesa merced, con que me purgo de la omisión de la respuesta. Holgué mucho de saber de la salud de vuesa merced, que se la deseo como la propria mía. Sea siempre tan cumplida, amén. Tengo una casilla agradable, donde, aunque estrecha, tiene aposento don Francisco de Corral si volviere a dar otro golpe al clavo que no acaba de hincarse. Ojalá que tal le diese gana, aunque padeciesen la Reina, el Judío y Torrescabrera este invernadero. Su Majestad no creo que ha salido hoy de Tomar porque dicen lo ha diferido hasta 24 de este. Viene por Guadalupe, de allí a Toledo, donde tomará la birreta el infante cardenal. Espéralo esta villa con fiestas de libreas que da (aun a los cortesanos) de tabíes. Oro y plata han mendicado cuarenta y ocho, veinticuatro de cada puesto, con mucho trabajo cual no pudiera ser mayor en la casa nuestra. El puesto de la corte corre por Alcañices y Villamor, el de la Villa por don Francisco de Villacís, su corregidor, y todo se registra en mi posada, que han hecho locutorio estos señores, porque su necesidad no la deja ser garito; porque todo el mundo es Córdoba: no hay un cuarto en él más grande. Tiéneme con cuidado el marqués de Flores, que cayó de un caballo que prevenía para Su Majestad, y le maltrató una pierna, de que no puede dejar de padecer mucho por la gota que concurría. Déle Dios salud, que a fe temo el suceso. El de Velada camina para su casa, no sano aún de las heridas porque no quieren cerrarse, ni aun las bocas de los maliciosos: en figura de discurrientes, hacen juicio de celos y de invidia, con que Portugal descansa de la sospecha. El aposentador mayor murió, dejando pretendiente a nuestro don Luis Venegas, y a mí con deseo de que le valga el ser hijo de su padre; mas temo, si ha de valer sucesión, que ha de parir bullones en la sepoltura. La causa de nuestro Siete Iglesias calla después de su confesión. Vanlo careando con algunos, que a lo que dicen lo confunden. Sea Dios con él, y si está inocente le dé paciencia, que en verdad que a mí me tiene con lástima su trabajo si es sin culpa, y con enojo si tiene aun la menor parte de la que le imputan, que un hombre de su entendimiento dio lugar a cosas tan indignas, si son verdad los cargos que le hace el vulgo. Doy gracias a Dios que lo conocí y traté en tiempo que no puedo decir de él sino lo que sería su mayor descargo. Los rediezmos no pueden haber dormido tanto que en cuatro años no hayan recordado más de dos veces. Porque cuando yo salí de Córdoba, que fue el abril de diecisiete, se comenzaron las cuentas para hacer repartimiento, y había más de año y medio que se había hecho el último. Conforme a esto, suplico a vuesa merced mande se recorran los que han salido y me restituya en lo que sin duda debo de haber sido despojado. A mi Cristóbal de Heredia he remitido una libranza de mil reales que tomé aquí para vestirme; porque con quinientos reales de aquí a fin de diciembre no puede pasar una hormiga, cuanto más quien tiene honra. Sírvase vuesa merced de favorecer esta razón, como siempre, haciéndome merced, y decirle a nuestro amigo no le escribo hasta contar los palos que me da en la que espero, respondiendo a mi carta; que en el ínterin le beso las manos y, por la cólera que ha pillado contra mí, le condeno en algunas alcaparras, ya que mi sobrino tendrá cuidado de partir conmigo de sus aceitunas. Y a mi señora doña Inés beso las manos muchas veces, con las de todos esos señores míos proprios y agregados. Madrid y otubre 22 de 619 años. Don Luis de Góngora. No me olvide vuesa merced, aunque sea desde la Reina, que no valgo nada sin letra de vuesa merced. Buen corregidor tienen; pésame que se fue sin besarle las manos; suplico a vuesa merced le pida perdón de mi parte.

29. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: yo me enmendaré de aquí adelante, aunque sea a costa de la paciencia de vuesa merced. Asegúrole que no llegará estafeta sin carta mía. Nuestro Cristóbal de Heredia ha cerrado la puerta tras de sí con más rigor que sufre el amistad y aun la misericordia. Quejárame si no conociera su condición, cuyo primer ímpetu es de caballero francés, y así, he aguardado a que responda a mi carta, sin desconfiar por lo que ha respondido a mi libranza. Vuesa merced, que es el istmo entre estos dos mares, se sirva de hacer su oficio, como siempre, favoreciendo mi necesidad por lo que tiene de honra, pues lo que he librado se gastó en el trastejo de mi persona; mire vuesa merced si hay cosa más honrada. Ha cerrado, como digo, la puerta, y las orejas, que es peor, y así, me valgo de la autoridad que vuesa merced tiene con ambos para que la interponga esta vez y reduzga a nuestro amigo, que es dura cosa que no acuda a necesidades tan precisas, mientras dura la resolución que se toma en mis pretensiones. Suplico a vuesa merced le ponga delante lo destituido que estoy de todos si me deja, y que no será justo que por lo poco pierda lo mucho que reconozco de su mano, con el agradecimiento que publiqué siempre. El ordinario pasado supliqué a vuesa merced inquiriese lo que había de rediezmos; ahora me atrevo a sigundarlo y juntamente a preguntar qué cobro se va poniendo a mi casa, porque a nuestro Cristóbal no me atrevo, estando tan indignado conmigo. Perdone vuesa merced, por amor de Dios, mis demasías, que como todos los míos me van dejando, es fuerza valerme de quien es tan señor mío. Su Majestad se viene muy aprisa. El de Flores ha mejorado de manera que camina, de que yo estoy con mucho contento. Aquí se ha dicho que Marbella ha sido visitada de cosarios. Para socorrerla y remediarlo todo se han quitado bigoteras, petos y pantorrillas postizas, y sobre todo, el azul de los cuellos; porque color de celos no parece bien en la corte. El señor don Gonzalo de Saavedra se ha partido de aquí. Su merced dirá lo que más se ofrece de nuevo. Suplico a vuesa merced favorezca esta mi libranza cuanto fuere posible con satisfación del señor Antón López Valdelomar, que dará a vuesa merced esta carta, y desenfade a mi amigo y dueño, cuyas manos beso. A mi señora doña Inés se las beso muchas veces. Madrid y otubre 29 de 1619 años. Don Luis de Góngora. [Apostilla de Corral:] Esta carta y ese par de melones pienso que han de merecer la satisfación de la libranza de mi amigo. Vuesa merced la lea y me diga qué ha de hacer hoy para que le busque antes de irme a la Reina mañana, donde me estaré más de un día. Don Francisco.

30. A don Francisco de Corral §

Después de tener escrito al señor Cristóbal de Heredia me hizo merced, nuestro padre fray Plácido, de la carta de vuesa merced, con que me he holgado cuanto no sabré encarecer; porque la salud de vuesa merced la estimo y deseo como la mía, y no me lo agradezca, por vida suya, que quiero bien a vuesa merced, como se lo debo. Así pudiese pagarlo con el acrecentamiento que solicito. Quiera Dios que valga. Flores de Ávila llegó estropeado de su pierna, mas gordo y mozo. Fue vuesa merced la persona por quien primero me preguntó, después de don Gómez; y aunque no tuvimos lugar de hablar más por las visitas que sobrevinieron, desafióme para mañana miércoles a las once. Fíe vuesa merced que deseo que llegue la hora para saber qué ha habido de nuevo en Portugal de esta provisión de Caballeriza, que tan repudiada está de don Pedro Carrillo. Holguéme de ver a vuesa merced tan en la memoria del marqués y téngolo por buena señal. Veamos lo que pinta. Carlitos de Sotomayor se fue al limbo con lástima de todos; su hermana queda para descanso de alguno, que a mi cuenta será vizcaíno, siendo su madre la llave maestra. Al rey tenemos sangrado en Casarrubios; no dicen que es considerable la enfermedad, si bien los príncipes desde el día que enferman están mejores hasta el día que los entierran. Guárdenoslo Dios muchos años, amén. Beso las manos de vuesa merced por el cuidado que ha tenido de averiguar mis rediezmos, que tan tenues repartimientos han tenido y tan buenos albaceas: las almas de mis combeneficiados difuntos. Sírvase vuesa merced de perdonarme estas impertinencias o descomedimientos que cometo cada día como si vuesa merced estuviera ocioso. La libranza de los mil reales suplico a vuesa merced la acete nuestro amigo, a quien deseo muchas prosperidades, por que entre tantas cabezas de ganado disimule con una oveja perdida que corre por su cuenta. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores míos, muchas veces. Madrid y noviembre 12 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

31. A don Francisco de Corral §

Mi señor y amo: páguele Dios a vuesa merced lo que me favorece con sus cartas sin merecérselo mis servicios, porque no tienen fuerza mis deseos. Holgué con esta carta sobre la pasada, a que no pude responder por el breve término que me dio nuestro fray Plácido, que, como llegado de Casarrubios, ni pudo ser más largo ni yo dejar de remitirme entonces a su paternidad. La carta llevé luego al señor marqués de Flores y volví esta mañana a las once, que lo hallé desembarazado de visitas, si bien llegó a buen tiempo el conde del Villar, no mal fuelle de la fragua que estaba yo solicitando; porque verdaderamente he sentido en el marqués calor que desea hacer llama en la pretensión de vuesa merced, quitado de por medio don Gómez de Figueroa, a quien él se confiesa inclinado, como lo dijo esta mañana. Tratando, pues, del hurto del dinero a causa del mal cobro dijo: «Señores: en Palmela, estando Su Majestad viendo algunos caballos que no le contentaban, le protesté toda la ruina de la raza de Córdoba por no resolverse Su Majestad a poner cobro en toda aquella hacienda. Respondióme que en llegando a Madrid remediaría eso, y que se lo acordase luego en llegando. Aguardo su venida para representárselo todo». Acudió bien el conde; yo no perdí tiempo, ni en la ocasión perdonaré a diligencia, aunque me ha dicho don Jerónimo de Valenzuela que en casa del señor don Fernando Carrillo acusan mi solicitud. En verdad que me pesa que lo sientan; pero no sé con cuánta razón dejándole siempre el derecho que tiene el señor don Pedro, que acá no intentamos sino condicionalmente, caso negado que allá se apetezca esa plaza. Al fin, señor, queda en buen estado con el marqués. Así lo tuviéramos con el de Uceda; aunque no está mal, según me ha dicho el almirante, que desea a vuesa merced no poco. Su Majestad aguardará al veintiuno en Casarrubios, de donde saldrá en toda la semana que viene, si bien han dicho algunos que al fin de esta, mas no lo creo, que el tiempo que hoy ha comenzado de niebla, frío y agua, aunque poca, no dará lugar a tanta prisa. Beso las manos a vuesa merced muchas veces por la merced que me ha hecho en lo de la libranza, que estimo en mucho. Nuestro buen amigo no se las deja besar por la acetación, pues no me responde, y yo se las beso en esta aunque no quiera. La muerte de mi sobrina me tiene confuso por las que tengo varias. Sírvase vuesa merced de avisarme cuál es para que dé el pésame a su madre, y en el ínterin me quedo con él, lastimándome de su malogro, que todas son de bien pocos años. Téngala Dios en el cielo, y guarde a las que quedan. Pida vuesa merced a nuestro amigo me responda y solicite la demanda mía con el señor Rodrigo de Arana, que yo me holgaré litigar en su sala, pues por lo menos será de mil y quinientas. A mi señora doña Inés beso las manos con las de esos señores míos. Madrid y noviembre 26 de 1619 años. Don Luis de Góngora. Esta mañana, de retorno del marqués, di el pésame al señor don Alonso de Cabrera, y me quedó para vuesa merced muy buena parte, por lo que nos cabe a todos del santo obispo que está en el cielo.

32. A don Francisco de Corral §

Señor mío y mi amo: Dios dé a vuesa merced tan buenas, tan santas, tan alegres pascuas como se las deseo, y fíe que serán como para mí. Siento la sequedad de esa tierra, digo de ese clima, que tan del mismo paño es que este cielo de acá. Todo el tiempo es uno. Sírvase Dios de remediarlo, que por vuesa merced y nuestro Cristóbal lo deseo; porque intereso en ambos gusto y comida. Su Majestad se levanta ya y juega al hombre todos los días, y se pica y gruñe como don Diego Bigotes y más. Comenzó a firmar un día y arrepintióse; porque aunque fue por cansancio para todos, para algunos fue por calentura, que a la cuenta de Ruiz, el que vino de Salamanca, o no se limpia della o le repite más veces de lo que deseamos. Guárdele Dios muchos años, amén. A nuestro Flores de Ávila no he visto porque no hay para qué estos días, que todo estanca. Novedades se esperan para los Reyes, porque la estrella de los magos ha de ser cometa para algunos. Mucho se dice de remoción de presidencias. Al señor don Fernando Carrillo aseguran la mejor parte y yo lo deseo, porque, aunque rígido, es gran ministro y de Córdoba. Al fin, sequedades también las tiene el cielo. Gran embajador tenemos de Córdoba; yo me he holgado de besarle las manos. Doy el norabuena al libro de la ciudad por las protestas que se ahorra. Yo ando estos días muy poeta de la capilla, y así me perdonará vuesa merced la brevedad de esta carta. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. [Madrid y diciembre] 17 de 1619 años. Don Luis de Góngora.

33. A Cristóbal de Heredia §

Estoy con cuidado que la estafeta antes desta no tuve carta de vuesa merced, habiéndome escrito el señor don Francisco de Corral que vuesa merced me mandaba por una carta no sé que negocio en que había de servir al señor Pedro Alonso de Baena con el señor patriarca. En la que recibí ahora de vuesa merced no hace mención de este negocio, y así, quedo con cuidado no haya perdídose o la carta o la ocasión. Vuesa merced me avise de ello, porque verdaderamente deseo servir a su tío muy como se lo debo. Siento la sequedad del tiempo por el peligro que corremos todos en vuesa merced; remédiela Dios como puede y no como merecemos. Con la carta de nuestro buen Rodrigo de Arana holgué, aunque no contenía sino pesadumbres y necesidades. De mi gente bien tenía imaginada la respuesta, porque la sazón en que yo escribí no ha favorecido mi demanda; pero, señor, nunca creí que mi santa señora y hermana hubiera sido más albacea de la condición que del testamento del señor don Alonso, y mi señora doña María, mi sobrina, más heredera de la voluntad que de la hacienda del buen caballero. Ya sabe vuesa merced que ha dos años y más que supliqué por dos o tres cartas a mi señora doña Francisca, mi hermana, me socorriese con algo para asentar mi casa en Madrid, y que su merced (Dios la guarde) me ofreció entonces 100 ducados librados en el juro que cobra de Francisco, y el señor don Alonso impidió estonces la ejecución de esta merced. Pensé ahora que, estando su merced en el cielo, vacaba este impedimento, y que, quedándome a mí derecho de cobrallos en virtud de la palabra y de la voluntad, en que yo más fío, cuando no de la obligación, en que menos reparo, procediéramos a la libranza; hallo montes de inconvenientes entre la pluma y el papel. Extráñolo, señor mío, y no puedo creerlo, porque tengo siempre fe con aquellas santas tocas y las estimo por tan agradecidas como honradas. No se habrá olvidado la buena señora del ánimo con que la he servido, ni mi sobrina, del amor con que la crié. Bien temo que habrá a su lado quien confunda estas memorias y desmienta estas verdades, representándoles hijos y fatigas, que harán número y aun mal oficio en esta ocasión. Pero tengo tanta seguridad de la memoria y de la fuerza que tiene entre personas honradas, que no solo creo que solicitará la vergüenza, mas el agradecimiento y la piedad. Beso las manos de vuesa merced por la que me ha hecho de ofrecer para esta ocasión los medios de la libranza del juro. Suplico a vuesa merced no desista, y de mi parte bese las manos y dé las pascuas al señor Rodrigo de Arana, mostrándole esta carta que quiero que la tenga por suya, y si fuere menester la enseñe a mi gente para que vean la confianza que tengo en sus mercedes, y más en este tiempo, que el socorro que suplico las pascuas lo harán aguinaldo, y las necesidades, redención. A mi señora doña Beatriz beso las manos, con las de mi señora doña María nuestra madre, que tengan tan buenas y tan alegres pascuas como se las deseo a vuesa merced. El señor don Jerónimo Manrique ha llegado a esta corte con una librea de nuestra Señora de la Cabeza, según gastó de estadales amarillos. La de Guadalupe sea con los que hemos de comunicarlo. Francisco Martínez Portichuelo también ha llegado, aunque de paso; he holgado de verlo por lo que me ha contado de esa santa iglesia. Madrid y diciembre 17 de 1619 años. Don Luis de Góngora. Mi amo, el calzado de mis monjas pido de aquí. Suplico a vuesa merced se lo envíe luego, que será para mí merced muy grande, y a Francisca, dos docenas de reales.

34. A don Francisco de Corral §

No he tenido carta de vuesa merced este ordinario, y aunque me diera cuidado en otro tiempo, en este lo atribuyo a ocupaciones de pascua que haya tenido vuesa merced, con el contento y gusto que le deseo los años. Mi señor y amo, acá se pasa muy trabajosamente viendo comer a otros. Mañana entra enero, que da principio al año y a mis alimentos. Sírvase vuesa merced de solicitar a nuestro Cristóbal me libre dos meses, que en mi verdad no tengo para aderezar con ellos el coche al señor don Jerónimo Manrique, esplendor y gloria de nuestra patria. Su Majestad está mejor, pero es a días, porque su salud hace las luces que la columna del desierto. A los de dentro no está convalecido ni aun sano, a los de fuera sí; guárdenoslo Dios muchos años, amén. Lástima ha sido la muerte del de Villanueva. Mejor o tan bien que Job puede decir sic repente precipitas me? Escándalo ejemplar ha hecho. Todos estos mozos miran ya cómo se arriman, no cómo viven, y en verdad que pueden temer igual suceso. Todo está pendiente de la ofrenda de los reyes. Nada hay de nuevo hasta estonces. Vea vuesa merced muchas pascuas suyas con vida de mi señora doña Inés y de esos señores míos, cuyas manos beso muchas veces. Madrid y diciembre, y del año de 19, último. Don Luis de Góngora.

35. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: frío y nieves es lo que corre en las calles, calenturas erráticas en palacio, melancolía en las gentes, porque aun las esperanzas no se visten de verde con estos hielos. Su Majestad anda claudicando aun después de purgado, mas repite a terciana su achaque; perdónalo algunos días, y luego reitera con los vómitos que antes. Han observado que de las audiencias de la junta de Siete Iglesias queda más dispuesto el accidente, como se ha experimentado dos veces. Desdichado marqués: diósele tormento, como vuesa merced ya habrá sabido, tan rigoroso que se dijo ayer le habían sacramentado; puédese creer del estado en que lo dejó su violencia, y, lo que peor es, que mal satisfechos los jueces de su confesión, dicen que lo perdigan para segunda tortura. Hame lastimado su miseria, como quien experimentó su regalo; y, como agradecido a él, quisiera que hobiera vivido más inocente que privado o favorecido, pues agora ninguna señal le queda de los títulos y muchas de los cordeles. Sírvase vuesa merced de dar esa carta al señor don Martín de los Ríos. Nuestro Cristóbal se quedó con la libranza y yo con la necesidad, que este año de 20 se parece mucho al de 19. Suplico a vuesa merced haga con el amigo ensanche los alimentos de aquí a otubre, que seiscientos ha diecinueve años que pasó. Haciendo estoy copiar tres o cuatro borrones que he hecho estos días: razonables, porque, como se ayuna, está más expedito el cerbelo. Remitirélos a vuesa merced para que los comunique al señor don Pedro de Cárdenas y Angulo, cuyas manos beso. A mi señora doña Inés se las beso muchas veces. Y adiós, mi señor, que apenas puedo tener la pluma de frío. Madrid y enero 20 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

36. A don Francisco de Corral §

Creo, señor mío don Francisco, que estoy en la gracia de vuesa merced como en la memoria del señor Cristóbal de Heredia, pues de dos meses a esta parte no he visto letra ni de carta ni de cambio. Pensé que el amigo con la cuaresma mudara de condición como de manjar, y veo que procede aún peor con estos alimentos que con los otros, pues se conjura contra los míos, haciéndome ayunar aun los domingos, que perdona la Iglesia. Si la caridad de vuesa merced (no digo la merced que me hacía), por hablar a lo cuadragesimal, no se ha extinguido, sírvase de suplicar de mi parte a ese caballero parta conmigo de sus migajas, pues se las tengo merecidas en suplicaciones: desde noviembre no he visto maravedí de Córdoba, sino remoques indignos de la presunción que es justo se tenga de mí, y, lo que peor es, que el señor Pedro Alonso de Baena con advertimientos me quita de autoridad lo que pudiera tener de crédito en la cruzada; estas son las bulas que me fía su merced, no sé qué me haga ni qué me escriba tampoco, y así, acudo a vuesa merced para que descifre mi silencio. Los alimentos de este año en la escritura fueron pocos, pero en la dispensación van siendo menos, porque son ningunos. Enseñe vuesa merced esta carta al amigo para que lo ofenda menos en manos de vuesa merced, aunque, según siente mis demandas, no ha de bastar diligencia. Remítame seis meses juntos, pues me debe tres, y yo no saldré de trampas con cuatro, que andar cada día de esta manera es triste cosa, y muy de opiladas faltar a tantos meses. Las nuevas de por acá sean espirituales como el tiempo: que se publicará un jubileo plenísimo a los quince de este por los sucesos de Alemania; que acabaron los padres de la Compañía su octavario santo y quedaron con dineros, habiendo espléndidamente celebrado la beatificación de aquel apóstol de la India; que el mejor sermón de todos fue el de nuestro padre maestro Hortensio, como lo verá vuesa merced, en dándome una copia que le he pedido. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores, muchas veces. Y Nuestro Señor guarde. Madrid y marzo 10 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

37. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: abrióme vuesa merced ventana al purgatorio con la libranza de los dos mil reales, de que le he dado las gracias al amigo y besado las manos de vuesa merced por la que escribí el martes pasado. Ahora lo vuelvo a hacer tantas veces como tenía maravedís la póliza y aun quedo debiendo agradecimientos al cuidado de vuesa merced por el que tiene de solicitar sufragios a las penas que se padecen debiendo y esperando. Sírvase vuesa merced de no cansarse en obra tan piadosa, que ya veo el trabajo que es disponer la voluntad dificultosa de nuestro Cristóbal, suplir la cantidad que se libra y buscar después arcaduces para remitirla. Todo carga sobre mi reconocimiento, dignamente agravado porque tiene fuerzas de agradecido. A Pedro Priame, sobre quien vino el dinero, no he visto, porque como debía pagué con la libranza y allá se lo hubo con él mi acreedor; sé que es del escritorio de Francisco Serra, amigo mío del tiempo de Siete Iglesias, y así, no desconfiaré de que por la misma vía, si allá se aceta, acá se pague la cantidad que vuesa merced me hiciera merced de sacar a nuestro gordo, que me dicen lo está mucho. Al fin, señor mío, por cualquier camino de aquí a pascua se me provea lo restante de los seis meses, advirtiendo que seiscientos ni setecientos reales son migaja en capilla, como dicen, porque no hay mes que no gaste ochocientos reales, y a no tener pagada la casa hasta 20 de setiembre no pudiera pasar con ochocientos, porque un coche es el grifo de las manzanas y a veces de las caperuzas, cuando no es avestruz, como lo ha sido esta semana en digerir hierro. Tengo a vuesa merced por tan económico, que me atrevo a ser familiar y darle cuenta destas materias, quizá por exagerarme [exonerarme?] de las que son mayores en todo, y más en las pesadumbres, que a fe que nuevas de por acá es menester saberlas escribir para saber no peligrar. Respondamos primero a lo que me escribe vuesa merced que allá se dice en materias de Caballeriza; tengo por donaire la nueva y no he tenido lugar de comunicársela a Flores para que también la ría, si bien no le sabrá mal por lo que lo ha deseado. No tengo por lebreles de presas tan veniales a los señores don Alonso Cabrera y don Fernando Carrillo que den lugar a lo que allá se dice en favor de don Gómez. Suspensión hay la que siempre en la provisión de esta plaza, que viene a ser el zancarrón de Mahoma entre dos imanes, porque la aprehensión del señor don Fernando en no soltalla y la rebeldía de su hijo en no servilla la tienen en el aire; si la dejasen yo sé que no caería en el suelo, y vuesa merced lo supiera entonces. Acá anda todo alborotado con la mayor tranquilidad que jamás ha habido. Prendiéronse los días pasados a un caballero portugués y otro castellano por sospechosos en las heridas del marqués de Velada; con ellos luego don Francisco de Vivanco por lo mismo. Están hoy mandados soltar los unos y los otros, habiendo hecho ruido la prisión entonces, y más habiendo detenido con dos guardas en su casa a mi señora la marquesa de Villanueva de Barcarrota, por haber dado a entender que sabía algo del caso, estando visitando a no sé qué señora, donde concurrieron otras que depusieron lo que le habían oído, y, sobre negarlo después, mandaron detenerla. Ya todo está medio compuesto, porque el señor confesor y el señor conde de Benavente han interpuesto sus autoridades; reliquias son bastantes a serenar mayores tempestades. Al señor almirante sacaron preso de aquí para Coca, sobre imputarle una muerte que se hizo ocho o diez días ha; escandalizó por haber sido con arcabuz y a caballo; tendrá el suceso que lo demás, porque no puedo creer que tan gran señor sea culpado en ella. Ya se va remediando todo, que lo azul se ha vuelto a pregonar con doscientos ducados de pena, y un jubileo plenísimo se publicará el domingo, en que Su Santidad, Dios le guarde, pidiéndole dineros para Alemania, concedió indulgencias, que es la moneda que mejor puede hacer la guerra contra herejes. A mi señora doña Inés beso las manos. Madrid y marzo, último de 620 años. Don Luis de Góngora.

38. A don Francisco de Corral §

Dios dé a vuesa merced muy santas pascuas, y tan floridas en los sucesos como en el nombre, que bien se las debo desear tales, pues tanta merced me hace vuesa merced en todo. Holguéme con esta carta de vuesa merced por ser su fecha de la Reina, que estará en este tiempo más agradable que los parques del rey. No sin causa los debe de haber dejado Su Majestad, y aunque volverá a ellos el segundo día de pascua, será de pascua [paso?] para Aranjuez, yendo de camino a Alcalá a la dedicación de un colegio jesuita. Hoy hace ocho días que su general mandó al padre fray Gregorio de Pedrosa partiese dentro de cuatro horas para San Bartolomé de Lupiana, donde dicen que hallará orden de la asignación de casa que quieren tenga, por haberse dejado llevar su paternidad esta cuaresma no tan modestamente como debiera del celo o espíritu. Luego de allí a tres días mandaron salir a don Pedro de Toledo y a su sobrino, el marqués de Velada, cada cual a su estado, haciendo pleito homenaje de guardar el destierro o reclusión paliada, a lo que dicen que don Pedro respondió: «Villafranca sí, pleito homenaje no, señor ilustrísimo», dejándose al señor presidente que le intimó este mandato suspenso de la prisa con que se salió a cumplirlo. A muchos otros dicen que mandarán salir, y otros muchos han dicho que se irán: no lo creo todo, aunque se puede esperar lo uno y lo otro. Nuestro buen amigo Pedro de Valencia murió el viernes pasado: helo sentido por lo que debo a nuestra nación, que ha perdido el sujeto que mayor podía ostentar y oponer a los extranjeros. El catarro del amigo holgaría que se hubiese reparado con las sangrías, puesto que las tengo por superfluas donde andan tales sanguijuelas como Antonio de Poma y don Luis de yo. Mucho me importaría que el lunes de pascua amaneciese póliza de la mayor cantidad que se pudiese, porque aseguro a vuesa merced que es morir no andar con alimentos anticipados. De mayo en adelante querría vivir de otra manera, si nuestro Cristóbal se sirviese dello; suplico a vuesa merced lo disponga, y de mi parte le beso las manos, pidiéndole tenga esta por suya. A mi señora doña Inés [se las] beso muchas veces, deseándole tan buenas pascuas como su merced merece. Vuesa merced, mi señor y mi amo, pues lo es tanto mío, y ha dado en honrarme y favorecerme, perdone estos cuidados y pesadumbres por el tiempo en que estamos. Madrid y abril 14 de 1620 años. Don Luis de Góngora. Mande vuesa merced a un paje lleve esa carta al Espíritu Santo.

39. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: dos cartas de vuesa merced he tenido en un día, y para que no las retarden, sírvase vuesa merced de que vengan a mí derechas, que en pliegos de monjes y consejeros caminan en tortugas. Di las suyas al marqués de Flores esta mañana, a quien llevé en mi coche a casa del conde de Olivares, que se partió a Aranjuez por haber quedado cojo también, como el marqués. Hablamos largo y desabrochadamente; es buen caballero, y su enfermedad ha tenido mucha culpa de la calma que ha padecido la Caballeriza desde la venida de Portugal acá. Al fin, señor, el marqués no irá al Andalucía desta parte de otubre, y entonces menos, si se pone cobro antes a lo de Córdoba como lo esperamos. Esté vuesa merced de buen ánimo, que consultado está vuesa merced desde Portugal, con condición que las yeguas se pongan con dueño. Yo salí a ello, como lo tengo ya ofrecido otras veces, y aun me arrojé a decir que para mayor seguridad de que no quedaría vuesa merced con ellas, que las inviaría a vender por acá; bien sea verdad que fue ofrecimiento saneado, pero no admitido. El partido del señor don Pedro Carrillo está desafuciado por la aversión que tiene a ese ministerio, digo, al salir de Madrid, nuestro don Gómez, si bien lo deseara el marqués; impídelo su destierro, y así, lo condenó a silencio esta mañana llorándolo entre ambos. El remedio insta de esa Caballeriza y la imposibilidad lo dilata, pues me juraba Flores que para salir Su Majestad el viernes para Alcalá fue menester vender su señoría dos fuentes de plata para aderezar los coches: a este paso va todo. Bueno está vuesa merced en la gracia deste señor, confesándome que no había persona más capaz que vuesa merced y que era el mayor servicio que se podía hacer a Su Majestad, consultándoselo como lo tenía ya hecho; de mí no digo lo que me holgué oírlo; callemos hasta su tiempo. Pereciendo estoy si Cristóbal no me remedia. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y abril 28 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

40. Al licenciado Cristóbal de Heredia §

No escribí a vuesa merced la estafeta pasada porque no tuve carta a que responder, ni esta la han consentido escribir las Pinedas o el Álamo; déle Dios a vuesa merced tan buena cosecha en ambos como yo deseo, que si fuesen tan agradecidos como yo, seguro estaba el ciento por uno. El señor Pedro Alonso de Baena, primo de vuesa merced, me hizo merced de escribirme, a quien responderé en esta besándole las manos por el poder que me invió para cobrar aquellos cincuenta mil maravedís, que los gastos de Madrid no conocen rata por grande que sea. Yo no he tratado de la cobranza, porque el señor patriarca de aquí al domingo anda ocupado en la fiesta de san Isidro, patrón de esta villa, cuya celebración se está celebrando [sic] con mucha costa y poca sustancia o lucimiento. Hablaré a su ilustrísima, y veré lo que me responde. Vuesa merced me trae arrastrado y de manera que, en cuanto por flaco no me despachaba en la carnicería, tomara ser buey de vuesa merced y no pupilo. Dios se lo perdone, cuanto paso, y más lo que sentí llegar a pedir doscientos reales a los dos hermanos Francisco y Juan de Arana, que, aunque de su natural todos ellos son buenos cacareadores y malos ponedores de los huevos que les piden, esta vez me los negaron por no tratar con vuesa merced. Dios haya parte en la invidia que tienen de los prósperos sucesos, y perdone el ánima de Juan Pérez de Armijo, que tanto padeció con el terno fraternal. Llegaron sus mercedes a este lugar, hiciéronme merced de verme, servílos en paseallos y darles un estuche francés redondo y unas medias de seda parda para el señor Rodrigo de Arana; pedíles, que no debiera, contándoles los ahogos en que vuesa merced me tenía, los doscientos reales, y al punto no me vieron más y huyeron de mí como si yo labrara en las Pinedas o en Fuenreal; dígales vuesa merced, con todo eso, que les beso las manos, y que sean bien llegados a su casa, y que, aunque hicieron aquella retirada de mí, he comido después acá, porque, en virtud de Cristóbal de Heredia, no falta quien me fíe el pan que como con un torrezno de Rute. Por vida de vuesa merced que se lo diga de esta manera a ambos, y que lo dé a entender a todos. Mas dejando estas civilidades, que es vergüenza hablar en ellas, digo, señor, que el señor don Agustín Fiesco me hace merced de escribir al señor Pedro Alonso de Baena, tío de vuesa merced. Ábrale correspondencia de mis alimentos, no embargantes las cuentas que entre vuesas mercedes hay mal o bien averiguadas. Vuesa merced me haga merced de suplicárselo de mi parte, si no es que [en] vez de conseguillo de su merced tiene una réplica en que nos infame a vuesa merced de tramposo, y a mí, de falido. Sentiríalo en el alma. Vuesa merced componga esto de manera que se me pueda librar desta vez todo el año junto sobre lo que tengo reci[bi]do por que no toquen a rebato mañana tío y sobrino y me halle yo en otra suspensión como la presente. Si esto ha de ser y vuesa merced ha de venir a hacello como quien es y por hacerme merced, ¿para qué es dilatallo? Que eso tiene vuesa merced terrible: el primer ímpetu se lo aguarde su aperador, que yo le aguardaré el segundo, muy seguro de no salir desconsolado. El señor don Juan de Godoy, nieto de mi señora doña Beatriz de Sulier, me hizo merced anoche de verme; vuelve gallardo a Milán, y tan buen caballero como se crió siempre. Holguéme de verlo: creo que en pasando estos regocijos del santo se partirá para Córdoba. Dícenme que allá se andan concertando fiestas de plaza para el parto de mi señora doña Ana María de Cárcamo, de que yo me huelgo mucho. Vuesa merced se sirva de darle al señor don Luis de Góngora de mi parte el enhorabuena del preñado, que tenga tan buen alumbramiento y logro como yo deseo, besándole las manos mientras no lo hago por carta. Buen abril deben de haber tenido, pues se animan esos caballeros a festejar lo que es tanta razón; huélguense un verano, que es vergüenza llorar siempre duelos un lugar de tanta nobleza. A mi señora doña María, nuestra madre, beso las manos; a mi gente toda se las beso muchas veces, aunque sus mercedes se olvidan de mí tanto. Adiós, patrón mío. Madrid y mayo 19 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

41. Licenciado Cristóbal de Heredia §

No puedo escribir largo ni decir más que el poder del señor Pedro Alonso, si no es más de provecho de aquí a mañana, lo enviaré la estafeta que viene. Todo es agua de sangre, sino componerse vuesa merced con su tío. Ya le escribió don Agustín Fiesco. Resuélvase vuesa merced a sacarme de estas confusiones de una vez. Salgamos al puerto, que no tengo fuerzas para nadar tanto. Por amor de Dios que vuesa merced me haga esta merced, si quiere verme con honra y con vida. Mire lo que pasé de vergüenza con los Aranas, y cuán como apestado huyeron de mí sin despedirse siquiera. Al señor don Francisco de Corral no escribo porque no tengo carta de su merced a que responder, ni es bien cansarle dos veces sobre una cosa que es la que tengo suplicada a vuesa merced de mis alimentos. Sírvase vuesa merced de besarle las manos de mi parte y decirle a mi sobrino que solicitaré las cartas que me pide, y esta mía la envíe vuesa merced al señor Bernardo de Aldrete. Nuestro Señor, etc. Madrid y mayo 26 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

42. A don Francisco de Corral §

Debo a vuesa merced respuesta de su carta última, que pagaré con brevedad, aunque deseo besar las manos de vuesa merced con algún espacio; sino que este lugar nos da tan poco o sea de espacio o de lugar que siempre me faltan para esto que más deseo. Mucha experiencia hace nuestro amigo de la providencia de Dios en mis incomodidades, pues ni su letra me fía mientras faltan las de las pólizas que espero cada estafeta. No quiero escribille por que no se vaya la pluma por do el dolor la guía, que sin duda será por esos trigos de Dios, y no será mal camino para hallarlo según está labrador. De todo lo descuida su cuidado. Sírvase vuesa merced de acordarle que soy su pupilo y, lo que es más, su amigo y servidor, que pues he ganzuado la puerta de Agustín Fiesco, abra su merced la de su tío y compongamos estos mis pobres alimentos de manera que pueda yo comer, aunque nunca cene; harto me regulo; quiera Dios que baste. Una caja remití la estafeta pasada con unos cristales dirigidos a mi señora doña Francisca, mi hermana, que presentase de mi parte a su nieta. No sé si ha llegado a poder de nuestro Cristóbal. Sépalo vuesa merced y mándemelo avisar. Acá anda todo como vuesa merced habrá sabido. Alemania se va mejorando (digo el partido del emperador) con la declaración que han hecho Sajonia y Baviera en favor suyo. España asiste a costa de Italia, esforzando al de Osuna lo que siente el de Feria y llora el señor don Francisco de Castro. Aquí está Pedro Rejedel. Avíseme vuesa merced, suplícoselo, cómo está en la gracia de vuesa merced. Al de Flores encontré el otro día yendo a palacio y me pidió que lo viese. Harélo pasado el día de Corpus Christi. A mi señora doña Inés beso las manos, y adiós, mi amo, que son las once de la noche. Madrid y junio 16 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

43. A don Francisco de Corral §

Cada estafeta me engaña, y soy tan necio que no acabo de persuadirme a que Cristóbal de Heredia hace donaire de mí. Perdone vuesa merced, don Francisco, mi amo y mi señor, que las sinrazones me hacen salir de mi paso. No sé en qué se funda mi amigo en tratarme desta manera; ya no reparo en la cantidad, sino en la puntualidad. ¿Qué culpa tiene mi honra de las cuentas entre tío y sobrino, para que me tengan de esta suerte? El sobrino, haciéndome tramposo con los que debo, y el tío, falido con los que pudieran socorrerme. No se lo he merecido a ninguno, que en verdad que les he deseado servir siempre. Desde enero acá no he tenido sino dos mil reales de provisión: mire vuesa merced qué habré padecido de incomodidades, y lo peor es que tiene tan escarmentados Cristóbal [a] nuestros paisanos, que ni don Baltasar de Góngora ha querido segundar, ni los Aranas socorrerme aun con doscientos reales por no tratar con su merced. Don Francisco Manuel, Dios le guarde, me hizo merced de prestarme seiscientos reales, que holgaría se le pagasen luego, sin librárselos en los diezmos de la Nava, y sin dar a entender tampoco que me hace merced de la vida, que por la misericordia de Dios mi alma tengo en mi cuerpo, y no le está muy mal que la tenga, pues le vale más de seiscientos ducados limpios mi hacienda: acabemos de una vez este negocio, que mal se sopla el fuego la boca llena de agua. Entienda Cristóbal de Heredia que soy agradecido, pero no tan insensato que me haya de llevar por la nariz. Servíle con mi casa, y hámela hecho oficina de platero con fraguas; el cuarto del jardín, que me dicen es vergüenza vello; las piezas bajas, hechas alhoríes de trigo, y la puerta trasera, establo de la alcucería de su cortijo. Siéntolo, señor mío, que me lo escriben, no mis deudos, sino gentes del cabildo de esa iglesia. Suplico a vuesa merced ponga remedio en todo esto, que ya no me acuerdo de mí ni de mis alimentos, puesto que lo paso bien miserablemente, como lo dirá el señor don Tomás Carrillo, que, según me dicen, traía comisión de informarse de mi vida y milagros, de quien nacía esta curiosidad; basta la que don Jerónimo de Aguayo tenía aquí de saber de mí y de la conversación de mi casa, a instancia, según su merced dijo, de mi señora doña Beatriz y nuestro Cristóbal. Sea Dios loado por todo. Yo perezco, y mi crédito más, si vuesa merced no me socorre como quien es, haciendo que me libren mis alimentos juntos. Suplico a vuesa merced se duela de mí, como tan gran señor mío, que si no fuera vergüenza, me fuera por esos caminos. Perdone vuesa merced carta tan desollada, que no hay paciencia ni modestia donde hay tanta necesidad. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y junio 23 de 1620 años. Don Luis de Góngora. Para vuesa merced solo: ayer hobo Consejo de Estado a las ocho de la noche; dicen, y constantemente, que Nápoles está alterada, favoreciendo la plebe al duque de Osuna, y la nobleza resistiendo; témese no hayan llegado a las manos estas facciones, y yo no me atrevo a decir lo que se presume hasta que venga otro correo que nos abra más la boca; muy mal se habla de este señor. El duque de Cea dicen también que saldrá en todo este mes de Madrid con su casa para Ampudia, donde se va a vivir. Los discursivos gastan el cerbelo en hacer juicios, puesto que su padre está en grande altura y el inquisidor general en mucho mayor, &ca.

44. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: corrido escribo esta de ver la sinrazón que se me hace, pues ni aun carta tengo en que se haga caso de mí siquiera con esperanzas. Deseo saber si mis alimentos son de condición diferente que los otros o si, por desdicha mía, soy yo más glorioso que otros hombres. Pedro Alonso de Baena está llano a dar lo que recibiere sin acordarse de cuentas particulares; toda esta merced me hace don Agustín Fiesco; solo nuestro amigo se olvida de mis obligaciones, y aunque lo extraño en él a solas, mucho más estando yo en la protección de vuesa merced. ¿Qué culpa tiene mi comida miserable de la concurrencia del señor don Fernando de Córdoba y Cardona? Perdóneme los ag[os]tos de sus cortijos, que en el último de junio maldiré sus cosechas si las he sazonado yo con mis ayunos. Basta lo que padece mi casa y lo que me dicen que se queja de mis gastos y millares que le debo. Así me responda la gloria que no me contentaré a ciento por uno. Déjelo todo, que ya no hay quien lo sufra. Su Majestad estuvo el domingo pasado indispuesto y con calentura, de que se limpió ayer de mañana. Prorróganse las fiestas de plaza que habían de ser mañana miércoles o el lunes siguiente. El correo segundo de Nápoles trajo el ramo de la oliva, aunque los parciales de Osuna le desmienten las hojas. El consejo colateral y los sagios de la nobleza estuvieron con el cardenal en Projita, donde resolvieron que su ilustrísima en hábito disimulado se partiese luego para Nápoles, como lo hizo antes de la prima noche. En Castilnovo, recibido de todos, cesó a la mañana al duque con la artillería, que su excelencia extrañó, y sabiendo la causa dijo: «Ya no soy aquí sino un soldado particular». Pidió galeras para venirse. Dáselas el cardenal y llegará a España muy desairado [d]el valor que ha mostrado el prete, lo que quieren malignar aquí algunos poderosos, y así es menester hablar templadamente. Así lo hiciese el de Osuna en la carta que ha escrito a Su Majestad procurando su traslado; y copia de una relación de lo sucedido en Nápoles de seis meses a esta parte irá el ordinario que viene por lisonjear a vuesa merced las pesadumbres que le doy e impertinencias que le escribo. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces, con las del señor don Juan y don Rodrigo. Madrid y junio, último, de 1620 años. Don Luis de Góngora. Sírvase vuesa merced que lleven esta carta al señor don Francisco Manuel y que le paguen 600 reales que me prestó su merced para comer, etc.

45. A don Francisco de Corral §

Señor mío don Francisco: tengo cansada a vuesa merced tantas veces en otras cartas, que tengo vergüenza de repetir en esta la causa que me obliga a quejarme del poco caso que de mí se hace. Cuatro estafetas ha que ni aun letra he tenido de Córdoba, en que me digan comedidamente siquiera que no hay camino de socorrerme, estando abierta la correspondencia de la cruzada que don Agustín Fiesco, por me hacer merced, tan de en par en par [ha] abierto, no obstante cualesquier trabacuentas que entre tío y sobrino hay. ¿Qué quiere vuesa merced que diga yo de esta descortesía? Quejaréme a Dios y al mundo, y diránme que don Luis de Góngora soy en cualquier parte, y más en Madrid, donde me mandarán dar alimentos bien pagados y harán acreedor a Cristóbal de Heredia, y no arrendador de mi hacienda. Rómpase todo con el diablo, pues así lo quiere su demasía, que yo ni quiero ni puedo sufrir superchería tan descortés. Deje mi casa y déjeme, que harto estoy de ser tratado como falido de sus comodidades y ganancias. Sírvase vuesa merced de hacer que se le pague al señor don Francisco Manuel los seiscientos reales que me prestó, y responderme, que, aunque el agosto impide mucho, no pesa más una espiga que una pluma. Perdone vuesa merced, que me quejo con razón, y de puro servidor de vuesa merced, descanso en estos renglones. Escribí en la pasada las revoluciones de Nápoles y quedé empeñado en las cartas que de allá se escribieron; salgo de la hipoteca con enviárselas a vuesa merced mal copiadas, y con decirle que sobrevienen cada día tantas circunstancias contra el duque de Osuna, que aunque el Consejo de Estado desea hallar salida para favorecer la grandeza de aquella casa, no puede todo lo que desea. Hoy se da fin a este caso; veamos en qué para. Ayer tuvimos unas lucidas fiestas de plaza, donde no eché menos a Córdoba en la jineta. Su Majestad se parte el viernes para San Lorenzo; yo me quedo. Por no cansar más a vuesa merced, a mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores míos. Madrid y julio 7 de 1620 años. Don Luis de Góngora. Sírvase vuesa merced mandar a un criado que reparta las cartas que remito en este pliego.

46. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor y mi amo: su carta de vuesa merced llegó tan deseada como bien recibida, perdonándole con mucho gusto el forro suelto, porque vuesa merced y la merced que me hace está en cualquier parte. Todo es lo que yo he menester; lo demás es ceremonia; aunque decía una buena vieja que gallina que daba los güevos pequeños se quería desponer; y de vuesa merced, yo veo que se dispone a favorecerme más que cada día sin merecérselo con nuevos servicios. Mis incomodidades son mayores cada día, porque crecen, como las sombras a las declinaciones del sol, a las omisiones de Cristóbal de Heredia; no hay luz ni aun crepúsculo de comodidad: noche es en la que vivo y, lo que peor es, sin tener qué cenar en ella. Terrible cosa es, señor mío, que sea yo el dedo malo y que el señor don Fernando tope en mí, las cuentas de Pedro Alonso me lastimen la simentera y siega, y me den a mí la pesadumbre que traen consigo. ¿No he de saber yo algún día qué es esquilmo, qué cosecha tiene esta hacienda de mi tutor? Por Dios vivo que estoy debiendo sobre dos mil reales que he gastado en mi ordinario sin haberlos divertido a intención diferente. Mire vuesa merced si desearé póliza sobre la cruzada y gozar del indulto de don Agustín Fiesco, que ha escrito a Pedro Alonso que, sin embargo de sus trabacuentas, reciba el dinero que le diere para mí y me lo remita a su merced; no sé qué haya que pedille más. Vuesa merced haga que dé nuestro Cristóbal de Heredia el dinero, y cuando habiéndolo recibido su tío alterare esta orden, avíseme vuesa merced dello, porque hasta ahora escribe que no le han entregado un maravedí. Mire vuesa merced qué alivio este para quien está pereciendo. Las protestaciones de mi sobrino serán al cabo de un hijo de mi hermana, que yo he dado de comer. ¿Qué ha hecho tan asombradizo a Cristóbal que lo embaracen carátulas de papel? Si fomenta estos temores por hacerlos excusar, poca amistad le debo; bien me he quejado en las cartas precedentes y vuesa merced lo ha hecho mejor en suspender la intimación de aquellos renglones, porque, aunque tengo razón, conozco que debo al amigo dineros y voluntad; bien que querría, señor, que mi casa no fuese oficina, sino casa de un hombre tan honrado y tan rico como es Cristóbal de Heredia, y que el jardinillo tuviese que agradecer alguna memoria que la pagase en regalos de los sentidos, pues no es menos aquel rincón que el [del] licenciado Chirino de Morales, de quien lo vi cuidar diferentemente. Muy partido anda el sol entre Osuna y Borja, acusados y defendidos ambos de ministros: las copias de sus cartas se han suspendido con pena; sus acciones se confieren en Consejo de Estado, y al fin dicen que se han de deci[di]r en el de Italia, donde lo remitirán por eximirse de la resolución en virtud de algún punto jurídico que les ha ofrecido esta ocasión. Su Majestad está despacio, porque le han metido miedo con la salud los que le tienen mayor al prior de San Lorenzo. El almirante vino, su casa por cárcel, que al fin, señor, le luce a su suegro la altura en que está, que es mayor que nunca y con aplauso de todos, porque procede muy como prudente y escarmentado. No tengo con qué cansar más a vuesa merced, sino con que ayer tarde salió de palacio mi señora doña María Bazán, que se le llevan al señor don Jerónimo Pimentel general de la caballería de Milán, que por casarse con su señoría dejó cinco o seis mil ducados de renta en una encomienda de San Juan que trocará a la de Martos que lleva la desposada. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y julio 14 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

47. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: ya no quiero hablar en lo que sin duda debo de tener cansado a vuesa merced. A don Agustín Fiesco no hay que fatigalle más, pues tiene dada la orden que tengo ya escrito a vuesa merced, y Pedro Alonso respondido que dará póliza de dinero contado porque no quiere más cuentas con su sobrino. Conforme a esto, vuesa merced se sirva de tratar se me acuda como es de razón, teniendo lástima a mi comodidad y a mi honra, que ambas a dos padecen, y tengo mendicado cuanto se me puede socorrer. Ahora mire vuesa merced de qué comeré si pago como debo hacello por excusar ejecuciones, que son aquí tan rigurosas como vuesa merced sabe. Ayer estuve con el marqués de Flores y hablamos en vuesa merced tan admirablemente, que creo lo echará de ver presto vuesa merced, porque sin falta partirá de aquí en todo octubre para ese lugar, lo cual es bien que lo calle vuesa merced, aunque lo haya de decir. Mándame le acompañe; no sé lo que haré, porque quiere ir por Sevilla y ver a mi señora la duquesa de Béjar, y por Marchena, al duque de Arcos. Ofrecíle mi casa, y acetóla abrazándome por el regalo del jardinillo. Es menester que lo sepa nuestro Cristóbal. Tan en tiempo importaría su ida mucho a todo y más a vuesa merced. Esto creo disimulé, que verdaderamente está bien dispuesto y aun inclinado tanto a vuesa merced, que me dijo: «Estas yeguas de don Francisco nos hacen celos». Y yo le respondí: «Allá irá vuestra señoría y hará almoneda de todas ellas». Al fin, señor, ello está en este estado y en todo el mes de agosto le librarán la ayuda de costa. Su Majestad salió ayer tarde para San Lorenzo; está hoy en El Pardo y amanecerá mañana allá. Las cosas de Nápoles van tomando peor color cada día. El de Osuna escribió de Génova, y estará ya en Barcelona. Deja a su mujer allá, que no es lo que mejor ha hecho, porque el reino invía al marqués de Pescara de parte de los sagios, y a fray Lelio Brancacio de parte del colateral, temiendo no vuelva el duque dejándose allá la duquesa. Trae el marqués dos mil ducados al mes y veinticuatro mil de ayuda de costa; el cavalier Brancacio, quinientos y sesenta de ayuda de costa. Gana tienen de darle pesadumbre a Osuna los napolitanos, y acá hallarán los más de Estado y todos los de estado [Italia?] contra su excelencia. El duque de Lerma creo que se va acabando, y antes el juicio que la vida, porque está de impaciente dementado, o tan inconstante con la melancolía, que ha salido tres veces de Lerma para Valladolid, y se ha vuelto a dos y a tres leguas. Suspéndese cada rato y tirándose de la barba dice muy a menudo: «No hay consuelo para quien se ha hecho el daño con sus propias manos». Así me lo contaba antes de ayer el duque de Pastrana, que vino de vello, y con ser su amigo tanto, me decía que lo recibió embelesado y lo despidió de la mesma manera, sin darle el parabién de la sentencia que había tenido en su favor sobre lo mejor del condado de Cifuentes. Saldaña lo dejó de la mesma suerte. Cayó ligeramente de dos o tres poyos de un caracolillo, y aunque se le recreció calentura, nada lo tiene así sino la caída de su estado. Dios nos remedie y guarde a vuesa merced. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores míos. A nuestro Cristóbal se las beso, aunque no debo hacer memoria de quien tan despreciada tiene la mía. Por un solo Dios, vuesa merced me provea de todo lo más que pudiere, si desea mi reputación. Madrid y julio 21 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

48. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: largo y pesado tengo escrito en otras, más de lo que fuera razón. Enmiéndome en esta suplicando solamente a vuesa merced dé a entender a nuestro amigo que 600 reales en Madrid son la gota de agua en el purgatorio que pedía el otro a Abraham. Escribo a mi señora doña Francisca, mi hermana, remedie la desconfianza de su hijo, y algo más que bastará para asegurar las ensanchas que se echaren a mis alimentos. Estas, por tasadas que sean, no podrán ser menos de 280 reales, de suerte que sean treinta mil maravedís al mes, por todo el año de 21, que hago término de mi fortuna o desengaño de mis esperanzas. Vuesa merced anime a Cristóbal, que fío de su buen natural, que aunque dé corcovos al ponerle el pie en el estribo, caminará después con la seguridad que ha experimentado mi agradecimiento. 1500 reales me han dado hoy por una póliza que tuve: la primera que ha llegado a mis manos de tres meses a esta parte. Hállame tan empeñado, que me faltan 700 reales para pagar lo que debo. Mire vuesa merced de qué he de comer, y sobre todo cuéntame el amigo mil reales que tomé el noviembre pasado para vestirme el invierno, con que me empapela los seis meses de este año. Muero mala muerte si vuesa merced no lo remedia y luego, aunque sea por cuenta de lo que resta de aquí a diciembre, mientras no se aseguran las ensanchas y don Luis desiste de sus requirimientos. Ya sabe vuesa merced como Flores invernará en Córdoba, y que está hipando por mi casa. No tengo que decir más. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y julio 27 de 1620 años. Don Luis de Góngora. No me llevará vuesa merced por ahí que no quiero trasladar lo escrito a cirineos (?).

49. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: deseo escribir una carta sin hipo; querrá Dios que me lo quiten tantas cosas de asombro como veo en mis parientes. Siento dar a vuesa merced pesadumbre con una cosa misma, que a buena cuenta había de estar resuelta, y después de estallo temo que no ha de quedar acabada, porque cuando me haga merced nuestro Cristóbal de lo que le pido, faltará lo que más importa, que es el enviallo con la puntualidad que la necesidad pide; quejóse el noviembre pasado de mil reales que tomé para vestirme; hallólos ahora en la cuenta de los meses descontados. Holgaría saber de qué se quejó estonces si no sufren ensanchas mis vestidos. Sírvase vuesa merced de acabar este nuestro asiento, y, acabado, disponello de manera que no andemos cojeando cada mes, sino que se proceda y corra con puntualidad, si ya no es que mi sobrino resiste a su madre como a sus obligaciones, que no se querrá más nuestro amigo aunque es el más hallado deudo que tengo. Sin un cuarto estoy; suplico a vuesa merced se me socorra con la mayor cantidad que se pueda. El de Flores se fue al Escurial, de donde dijo me escribiría. Su jornada a Córdoba será cierta; iré siempre avisando de lo que me ordenare para ella; fue de muy buena tinta, y satisfecho de la resignación de las yeguas y mucho más de la labor. Cada día se van empeorando las cosas del duque de Osuna con las dilaciones de su llegada: estúvose en Liorna diez días, veinte en Génova, otros tantos en Peci; ahora últimamente desembarcóse en Marsella, y a cuatro días de estada, requiriéndole don Octavio de Aragón, que era el que lo traía en las galeras, que el bastimento faltaba, le respondió que vendiese la chusma, [que] era de Su Majestad, y las cadenas, suyas. Que su excelencia abreviase, porque de cuarenta días que hicieron de provisión tenían sesenta de gasto. El duque se hizo sordo, y don Octavio, por último término, le dio otros dos días, y cumplidos, hizo leva y llegó a Cadaqués, puerto de Cataluña, donde dejó la ropa del duque con dos capitanes de guarda, y se volvió a Italia, conforme a la orden que tenía, para juntarse con las galeras de Génova. Este caso ha dado materia a los discursivos y munición a los maliciosos. Concientia mille testes. No se descuidan los napolitanos: frey Lelio Brancacio ha presentado cien capítulos horrendos, según me dijo uno de los secretarios de Italia, no tanto en el gobierno y costumbres, con ser mucho, cuanto en la resolución e impiedad. A Su Majestad tienen melancólico estas cosas, y a sus fautores, confusos. Si por allá hobiere llegado nueva que en San Lorenzo se han oído estas noches pasadas voces y aullidos lastimosos, téngalo vuesa merced por patraña. El domingo enterramos a mi señora doña Gregoria Portocarrero, que me tiene lastimadísimo por muchas cosas, y no es la menor por la pobreza de su entierro. Eché menos en él [al] señor don Baltasar de Góngora. Guarde Dios a vuesa merced como deseo. A mi señora doña Inés beso las manos, con las del señor don Juan y don Rodrigo. Madrid y agosto 11 de 1620 años. Don Luis de Góngora. A nuestro Cristóbal beso las manos, y que tenga esta por suya, del copete a la cincha.

50. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor y mi amo: hacia atrás caminamos, como el gámbaro, si no es que torcemos sogas reculando. Dos estafetas no he tenido carta de nuestro Cristóbal, ni respuesta de mi señora doña Francisca, mi hermana. La necesidad me hace echar menos aun las esperanzas del remedio. Yo ando entre Cristóbal de Saavedra y don Luis de Heredia, tan mal tratado de ambos, que les he trocado los frenos. Deseo saber qué resolución se toma, porque no es vida la que paso a merced de los que me la deben hacer y la dilatan. Vuesa merced perdone, que le canso más de lo que quisiera yo, aunque fío de la honra que me hace: perdone estas pesadumbres con lástima y prudencia. El duque de Osuna se ha venido solo, y creo que estará en Barcelona en toda esta semana. Con su venida se desataron las nieblas de las presunciones. Su Majestad despacha ya solo de ocho días a esta parte, que ha consolado esta nueva a todos. De la jornada de Aragón vuelven a hablar. La cohabitación del príncipe y su esposa será en todo octubre; unos dicen que a tres, otros que a veinte. Comiénzase a rugir que habrá fiestas, y solemnes, si bien han dicho que Su Majestad por excusarlas las celebrará en Segovia, puesto que el de Saboya y gran prior dijo busca cincuenta mil ducados para un torneo que quiere mantener. A don Francisco de Padilla, que se crió en Córdoba, han dado el castillo de Milán, y a nuestro don Fernando Páez, el gobierno de Villanueva de los Infantes. A mi señora doña Inés beso las manos. Madrid y agosto 18 de 1620 años. Don Luis de Góngora. Don Francisco, mi señor: sírvase vuesa merced de dar esas cartas a Diego de Mendoza.

51. A don Francisco de Corral §

No quiero cansar a vuesa merced, mi amo y mi señor, con más pesadumbres. Soy desgraciado, y tanto, que la merced que vuesa merced me hace aún no puede vencer mi fortuna. Mis deudos no solo no me acuden, pero ni aun me responden. Nuestro Cristóbal hace cabeza de lobo a don Luis de Saavedra; yo padezco entretanto aguardando de Córdoba con qué esperar en Madrid lo que aseguran, aunque me lo dilatan. Deséolo y más ahora por satisfacer a la malicia de esos señores; ello dirá, pues soy tan necio, que no pido para salir de necesidades sino para entrar en obligaciones. Suplico a vuesa merced represente al amigo las incomodidades que se van multiplicando cada día con la dilatación de los socorros, pues estoy debiendo hoy más de 1800 reales por los alambiques de esta mi provisión. Es muerte la que me causan en tiempo que no he tenido mejor salud, a Dios gracias. Si mi sobrino la solicita con sus requirimientos, será bien que nuestro amigo no los coadyuve con sus limitaciones, que tanta parte y más tiene en mi vida civil que yo en la natural. Guarde Dios a vuesa merced, que en llegando aquí no hay que pasar más adelante. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y agosto 25 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

52. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: con escrúpulo escribo ya de cansar a vuesa merced, y aun con temor de haber cansado, porque hay razón para ello, cuando no me lo había dicho el silencio de este ordinario. Todos me dejan; pesaríame tener yo la culpa. Perdóneme vuesa merced la que hobiere tenido. Nuestro amigo se va olvidando de mí tanto, que ya parece menosprecio; sea Dios loado. Suplico a vuesa merced se sirva de pedirle de mi parte me haga merced de los alimentos que he de haber este año a razón de como fuere su gusto, o a lo menos como está obligado para que yo pueda pagar, trastejarme y comer a lo menos dos meses con descanso, sin estar pendiente de correspondencia, cuando no muda, achacosa, embarazada y requerida de mis parientes. Esto suplico a vuesa merced sin falta, que estoy cansado de cansar y de cansarme. El de Flores ha enfermado en San Lorenzo y con todo me escribe que lo dicho, dicho, en cuanto a su jornada. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y setiembre 1 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

53. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: con haber visto letra de vuesa merced he perdonado el cuidado que me dio el haber faltado las dos estafetas precedentes. Al fin, señor mío, se dignó nuestro amigo de socorrerme, aunque tan cortamente, que estoy en la mesma necesidad que antes. No sé qué distilaciones son estas. Creo que es lo mejor de todo romper los alambiques y desconfiar de mi remedio por mano de quien tan por sus cabales quiere los amigos. Mi señora doña Francisca, mi hermana, me escribe que su hijo don Luis dice con juramentos creíbles que nunca hizo requerimientos a nuestro Cristóbal, sino que es invención suya para no solo no alargar los alimentos, pero retardarlos como lo hace. Mire vuesa merced qué camino de acomodarme, hallándome sesenta leguas de estas averiguaciones y padeciendo, en el ínterin que se justifican los dos conmigo; por eso supliqué a vuesa merced en la pasada se sirviese de solicitar la resta de este año a razón de seiscientos reales cada mes y que se remitiese luego; porque con eso me desempeñaba y de aquí a fin de diciembre compusiéramos o la desconfianza de mi sobrino o la seguridad de mi tutor; porque pensar que con estos mil reales he de poder esperar las dilaciones y escrúpulos de Cristóbal es asigurar un imposible. Por amor de Dios que vuesa merced lo haga, que Pedro Alonso de Baena no negará la póliza, como preceda el recibo, y sea luego; suplícolo a vuesa merced cuan encarecidamente puedo. El de Flores está ya bueno y con el mismo ánimo y resolución que sacó de aquí. La provisión que me dijo vuesa merced de la Caballeriza no solo es incierta, pero no intentada. Primero volverá el marqués de Córdoba que se tome acuerdo. La provisión del señor cardenal Zapata al virreinato de Nápoles ha salteado el discurso a los más estadistas. La prisión del clérigo burgalés estanca los juicios de los que muy (más?) piensan que los tienen fulminándole la causa, pudiendo él excusar la que dio a Su Majestad para mandarlo prender, si bien le hacen loco, que esa es la salida que han tenido hogaño de las cárceles los sindicantes. Mi señora doña Marina de Valenzuela murió; téngala Dios en el cielo y guarde a vuesa merced los años que yo deseo, amén. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de esos señores míos, muchas veces. No me desampare vuesa merced. Madrid y setiembre 8 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

54. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: la estafeta pasada dejé holgar a vuesa merced, de que no me pesa por la pesadumbre que serán cartas de una secuencia. Yo quedo esperando la fianza de mis alimentos si le pareciere a nuestro amigo fiarlos de mi salud, y a don Luis de Saavedra, de la distancia que hay desde Madrid a Córdoba. No los entiendo; ambos son muy buenos, mas no sé cuál es peor que el otro. Suplico a vuesa merced solicite esta libranza, que yo me corro de pedilla tantas veces a persona de tanto caudal como hacen a nuestro amigo los que no desmienten a los Aranas; porque, según se dilata el efeto, verdad dijeron los pretes o de la condición o de la hacienda. Yo quedo tan sin paciencia como dineros, y así, no quiero cansar a vuesa merced con más impertinencias, habiéndole de servir tantas mercedes como me hace en perdonarme y sufrirme. Por amor de Dios lo continúe, y por vida de mi señora doña Inés, cuyas manos beso muchas veces. Madrid y setiembre 22 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

55. A don Pedro Fernández de Castro, conde de Lemos §

Excelentísimo señor: he hallado mensajero de mi carta y abogado de mi culpa, que por tal juzgo la omisión que he tenido en besar a vuecencia la mano por escrito. Y así, me atrevo ahora a romper el silencio o, por mejor decir, el encogimiento, suplicando a vuecencia, cuando no me perdone, no me castigue en su gracia, negándome el nombre de capellán y criado de vuecencia, de que yo tanto me honro. Sírvase vuecencia de mandarme, como es justo, para que no esté ociosa una voluntad tan rendida. Guarde Dios a vuecencia largos y felices años, con el acrecentamiento de estados que a sus capellanes nos importa. Madrid y octubre 2 de 1620 años. Excelentísimo señor. Besa los pies de vuecencia, don Luis de Góngora.

56. A don Francisco de Corral §

Mi señor: ya dije en la pasada cómo no había visto ni póliza ni carta de Cristóbal de Heredia. En este ordinario he confirmado el donaire que se hace de mí, de que estoy muy corrido; porque la cortesía de la correspondencia no creo que padece requirimientos ni embargo de sobrinos codiciosos y desconfiados, y digo sobrinos porque siempre he creído que no es solo don Luis de Saavedra el que impide, sino que también de parte de don Pedro se hará el mismo oficio, y por mejor decir, Cristóbal de Heredia será el embarazador y el embarazado. A vuesa merced lo engañan si otra cosa le dicen. Según esto, mire vuesa merced cuál estaré yo en Madrid, manteniendo los ojos de pintura, como dice Garcilaso, y las esperanzas, de la merced que vuesa merced me hace con sus cartas prometiéndome lo que Cristóbal de Heredia no cumple, siendo cosa tan puesta en razón aguardar sin duda el fin de diciembre para que tenga vivido lo que tengo esperado. Con esto no tengo que decir más; harto siento lo dicho, y más cansar a vuesa merced. Acá me dicen que mi sobrino don Francisco está medio concertado a casar. Nuestro amigo me había escrito algo, mas no tanto como por acá afirman. Hacen tan poco caso de mí los que más me tocan, que, como si fueran aceitunas de su heredad, me niegan estas obligaciones. Sea Dios loado y guarde a vuesa merced lo que yo deseo. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y octubre 20 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

57. Licenciado Heredia §

Señor compadre: a no serlo tanto, bien teníamos por qué descompadrar. Terrible es don Luis; pero vuesa merced, terribilísimo. ¿Tan pusilánimo es su caudal de vuesa merced que no sufrirá mil ducados de riesgo por un amigo con quien vuesa merced los ha ganado? Hacienda de poco ánimo o amigo de poca voluntad: áncoras sobre áncoras ha de tener este navío, y tan gastado lo siento de la bruma que temo zozobrar en el puerto; espero en Dios que he de vencer el golfo y llegar a salvamento. Salgamos del marinaje y escribamos sin metáforas: no se excuse vuesa merced con ellas. Mucho deseo ver por escrito los requirimientos de don Luis de Saavedra para que me confunda su firma y yo la presente a su madre, que niega la tal diligencia, o a lo menos el hijo no le ha confesado el haberla hecho. Suplico a vuesa merced le pida la protesta para descargo de vuesa merced conmigo, y asimesmo la bula de la coadjutoría, que se me ha alzado con ella, y, de no quererla dar, me avise vuesa merced, para que yo saque una paulina y de una vez acabemos con estos cocos que me hace cada día de su residencia; pues estoy donde me oirán de buena gana, cuando no me quiera aprovechar del indulto que Su Majestad tiene, cinco años a esta parte, en favor de su capilla, que me valdrá dineros. Mi sobrino quiere sin duda romper con todo, y yo estoy tan corrido de verme tan mal estimado, que me habrá de perdonar mi señora doña Francisca, mi hermana, por quien he disimulado hasta ahora. Suplico a vuesa merced me diga, no como tutor, sino como amigo, con qué corazón me deja a la puerta del invierno y en Madrid, si no desnudo, no bien trastejado. Dirá vuesa merced que no tengo hacienda y que tengo un sobrino escrupuloso: confiésolo, mas responderé que tengo a vuesa merced, con quien estoy comiendo en un plato, y ojalá fuera ello así, que no estoy sino debajo de su mesa de vuesa merced, comiendo sus meajas y pidiendo ahora que deje caer una rebanada de pan siquiera. Vergüenza tengo de escribirlo así; mas no puedo excusallo, ni vuesa merced el dolerse de verme desamparado de mis deudos y acechado. Quizá el estar en Madrid padeciendo tantas incomodidades, por no salir sin haberles servido en algo, como lo verán y presto, dirán que me vuelva a mi casa. ¿Será por ventura para ayudarme en algo? Buena experiencia tengo de ellos; ni aun visitas les debí sino cuando peor me estuvo: en una enfermedad grave me asistieron puntualísimamente, de que yo quedé agradecido; pero tómelo por el tanto quien envidiare la asistencia. No lo pagué mal en prebenda y beneficios, ni en reconocimiento siempre de los desvelos de aquellas noches, y la memoria de todo me tiene aquí pidiendo, no para mi descanso, sino para su remedio, que de mí no me acuerdo, sino de los hijos de mi hermano, y es de manera que hasta llevar con qué poner en estado a Leonor he de perseverar en mi demanda; que tengo honra y no se han de reír de mí en ese lugar. Vuesa merced, suplícoselo, no me deje tan impíamente atenido a tan miserables alimentos, que yo espero en Dios de aquí a San Juan lograr mis esperanzas. Harto he hecho hasta aquí en dismentir mis desdichas. Deseo ver efetuado el casamiento de Francisco, aunque él es tan poco atento al deudo que me tiene, que si no es una carta en que me pedía acudiese a una alcagüeta de Córdoba, no he visto renglón suyo, cuanto más sería desagradecimiento al pan que ha comido de Guadalmazán. Estéril cosecha he tenido de sobrinos. Dios le dé buen suceso en el estado que toma. Vuesa merced me avise qué hacienda trae la nuera y cómo le va de cara y de entendimiento, que la calidad es cuanta se puede pedir; bástale ser hija de mi señora doña María Manuel, que tan santamente ha vivido. Huélgome que mi señora doña María Ponce o de Argote acuda a su sobrino; guárdele Dios muchos años, que al fin responde al amor y respeto de tía tan honrada. Yo muero de hambre, y mil reales son migaja, como tengo dicho. No escribo al señor don Francisco, porque me lo he querido haber con vuesa merced a solas, fiando en la razón que tengo, sin valerme de otro intercesor; y, porque siento cansado a su merced de mis pesadumbres, he querido excusarlas este ordinario y no el besarle las manos por esta. Al señor Bernardo de Aldrete no respondo hasta ver al señor patriarca. A su merced beso las manos entretanto. A nuestra santa madre y a mi señora doña Beatriz beso las manos muchas más veces. Madrid y octubre 29 de 1620 años. Don Luis de Góngora.

58. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor y mi amo: Dios guarde a vuesa merced mil años por la merced que me ha hecho de quitarme el embarazo con que me hallaba de haber intermitido tantos días en besar las manos de vuesa merced por mis cartas. Reconozco mi obligación y restitúyome en ello suplicando a vuesa merced perdone lo pasado. Mucho me huelgo de la buena elección que vuesa merced ha hecho de nuera, que tal nombre se debe a la compañía que vuesa merced ha dado al señor don Juan Antonio de Corral, hijo por tantas razones y sobrino por una sola; dignos son ambos de sí mismos: gócense largos años con la felicidad que es justo les desee yo, que tan servidor fui y soy de sus padres. Confieso a vuesa merced que, leyendo las nuevas que vuesa merced me ha hecho merced de darme de este casamiento, que se me rasaron los ojos de agua, echando menos al ángel que tanto celebrara el estado de su primo. Demos a su memoria lágrimas, y a Dios, gracias por todo. Nuestro amigo hace experiencias costosas de mi naturaleza, averiguando sin duda lo que tengo de angélico, pues me deja ayuno tantos días. Sírvase vuesa merced de suplicalle de mi parte no dilate lo que tanto importa a mi autoridad, que estoy de manera que tengo vergüenza ahora de decir lo que debo, y solo tengo de término este mes de febrero con mis acreedores. El señor patriarca me hizo merced de la vara que le pedí de Córdoba. Está hecho el título, y no lo ha firmado, según me dijo ayer, porque había inviado a informarse si había más varas recrecidas. Por su señoría qued[e] esto. El señor don Martín de Córdoba será bien inviar un testimonio de ello, que luego irá el título. Mas también es menester que no se aguarde a todo esto, ni se haga prenda de mi hambre. Léale vuesa merced este capítulo que tendrá su merced por carta, pues no responde a la mía, besándole las manos. A mi señora doña Inés se las beso muchas veces, con las del señor don Rodrigo, que deje Dios lograr tantos años como deseo. Adiós, mi amo. Madrid y febrero 16 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

59. Licenciado Heredia §

Señor mío Cristóbal de Heredia: yo quedo de manera que no sé cómo tengo ánimo de escribir ni acordarme de ese lugar. Mil días ha que vuesa merced me trae en traspasos, primero con los disgustos de mi sobrino, luego con la seguridad y fianzas, después con la incomodidad de las correspondencias. En materia de mis alimentos he padecido todo este tiempo mil necesidades, y abierto la puerta a muchos inconvenientes, pensando remediarme, y soy tan desgraciado que me han salido todos tan fuera del intento, que es lástima tratar de ello. Vuesa merced, por un solo Dios, se sirva de no tenerme un hora así, porque estoy debiendo más de 1800 reales, sin una mohatra que hice esta mañana de 400, en que perdí 90, y lo que peor es, que mis acreedores me dieron de término hasta fin de febrero y creo que me citarán mañana. Mire vuesa merced qué cosa para un hombre honrado verse en Madrid de esta manera por cosa tan poca. Vuelvo a suplicar a vuesa merced que luego al punto me socorra vuesa merced, en vellón o en pajas, de los seis meses que hizo merced de prometerme por su carta ahora 40 días, por una vía o por otra, aunque sea por arriero, que no estoy para menos que morir de vergüenza o tener una enfermedad de pesadumbre. No respondo a lo demás porque no estoy para ello. Suplico a vuesa merced no enseñe esta carta a nadie. Al señor don Luis de Cañaveral no podré responder, aunque fuera razón; harélo sin duda la estafeta que viene. Guárdeme Dios a vuesa merced. Madrid y marzo 2 de 1621 años. Don Luis de Góngora. 3 meses corren ya de los 6 que suplico.

60. A don Francisco de Corral §

Dios dé a vuesa merced muchas pascuas destas con la salud que le deseo, que bien puede fiarla de mi voluntad. Señor mío, no escribí la estafeta pasada, porque fue en el día más ocupado que ha tenido la capilla, con la muerte del santo rey que está en el cielo. Murió último de marzo a las nueve y cuarto del día, de un tabardillo mal entendido, y por eso no curado. Desde la extremaunción le comenzaron a fatigar escrúpulos, y tantos, que delante de muchos dijo el martes (hoy hace ocho días) en la tarde a su confesor: «Buena cuenta hemos dado vos y yo de mi alma»; a quien respondió su ilustrísima: «No he tenido yo la culpa, pues siempre le he dicho verdades a Vuestra Majestad». «Eso fue a los primeros años», replicó el rey. De esta manera procedió aquella noche, dudando de su salvación y conociendo sus omisiones y descuidos, de tal suerte que juzgaban era delirio. Encomendó a su hijo mucho al duque de Uceda, a quien la misma noche hizo merced del principado de Bisignano en el reino de Nápoles, casi treinta mil ducados de renta, y al prior de San Lorenzo, del obispado de Tuy. Mientras disponía de esto el santo rey, su hijo, que Dios guarde, llamó al señor don Alonso de Cabrera y lo hizo partir a media noche a encontrar al cardenal duque, que se tuvo nueva había salido de Valladolid para este lugar, dándole orden lo detuviese y hiciese volver de dondequiera que lo encontrase. Esto se ejecutó en Martín Muñoz, tan a pesar del duque, que se quedó muerto cuando se lo intimaron. Esta tarde ha llegado el señor don Alonso, y al punto se fue al aposento del señor don Baltasar de Zúñiga, y así, no se puede saber más de lo que ha pasado allá, si bien se dice que le dejó embargada la hacienda, porque acá le han embargado los juros. A otro ordinario escribiré con más certidumbre esto. En expirando el rey, que está en el cielo, Su Majestad, que Dios guarde, se retiró a su aposento, donde el duque de Uceda entregó los papeles, que al mesmo punto Su Majestad mandó tomar a don Baltasar de Zúñiga, y pidiendo los demás a Juan de Ciriza, los entregó a Antonio de Aróstigui. Abrieron el testamento, y mientras lo leían en la galería a vista del cuerpo difunto, [el] rey nuestro señor por otra provisión confirmó a los presidentes y oidores de sus Consejos, menos a los señores Pedro de Tapia y Antonio Bonal, a quien jubiló, sustituyendo en su lugar señores don Juan de Frías, del Consejo de Contaduría, y don Berenguel de Aoiz, de la Chancillería de Valladolid. Murió el mismo día el conde de Salazar, por quien vacó la encomienda de Mérida, que vale cuatro mil ducados, y se dio luego a don Jacinto de Velasco, sobrino del muerto y hijo de don Luis de Velasco, el general de la caballería de Flandes. Dos días ha que privaron a Tomás de Angulo, secretario de mercedes, y se dieron sus papeles a Pedro de Contreras, secretario de cámara. El día mismo que murió su padre pidió el rey el proceso de Siete Iglesias, y después acá ha dado tres audiencias a los jueces; anda este negocio muy apretado y témese mal suceso, porque se procederá a forzalle con segundo tormento a declaración de cómplices, fuera de que se tiene por cierto que le han quitado tres hojas al proceso, de que están algunos temerosos, de que dicen que ha resultado el embargo que esta tarde se ha hecho de los juros de Lerma. Llevaron el cuerpo a San Lorenzo, viernes a prima noche, con poca luz y menos autoridad que quisiera yo por la satisfación de tanto francés como ha concurrido. Al inquisidor general no le dieron aposento los frailes, y de limosna lo acogió el médico del convento; nadie le entra por la puerta; al duque de Uceda, menos: todo es ahora el señor don Baltasar de Zúñiga y conde de Olivares. Su Majestad, Dios le guarde, está el más lindo mozo del mundo: Dios le deje lograr. Ayer tarde hizo merced a nuestro don Luis Venegas del oficio de aposentador mayor, con las preeminencias y calidades que lo tuvo su padre. A la mañana se pidió, y sin más dilación de consulta se proveyó a la tarde. Estoy contento, porque de esta manera espero tener presto casa de aposento, ya que Cristóbal de Heredia me deja sin dineros y sin carta, y vuesa merced sin respuesta, que es mi mayor consuelo. No quiero yo por eso dejar de besar las manos de vuesa merced por esta, y suplicarle me diga hasta cuándo ha de durar el término de nuestro amigo, y para qué me pidió fianzas de lo que no había de dar. Ya tengo perdida la esperanza y la paciencia, pues me pone en punto de perder la honra en un lugar como este. Ya caminamos a cuatro meses de alimentos sin haber visto un maravedí de todos ellos y, lo que más siento, sin hacer caso de mí por carta. No sé que diga sino abrirme la puerta a que lo diga todo. Así Dios guarde a vuesa merced [y] al señor don Rodrigo, que le confieso que en mi vida me he visto más apurado, porque en llegando ya a desestimación de la persona, no hago caso de la falta del dinero; y no sé en qué funda Cristóbal de Heredia tanto silencio y tanta sordez a mis necesidades, habiendo ya convenídonos en la cantidad y ofrecídome la anticipación de los seis meses. Suplico a vuesa merced reprenda esta sinrazón de manera que se cumpla lo que se pone, o se rompa todo, que yo comer tengo, y no quieran, lo que es obligación agradecida como amistad, hacella merced, y tan voluntaria que sea vergonzosa. No puedo ya sufrillo, y prometo a vuesa merced que, por no llegar a escribir esto, entré con las nuevas que ha leído vuesa merced en esta carta; mas como no pude excusar de pedir lo que tanto he menester, no pude tampoco excusar el decir mi sentimiento. Perdóneme vuesa merced, y sírvase de mandar se me compren a cuenta de mis alimentos cuatro arrobas de azahar seco, digo de lo ya tostado en las alquitaras, con que nos solemos tomar baños, que me lo ha pedido el barbero del señor patriarca, que lo es mío también, y suplico a vuesa merced venga bien acondicionado en serillas de palma, y después estas en una de esparto. Perdone vuesa merced, mi amo y mi señor. Grandes mudanzas se esperan; yo iré dando cuenta de ellas. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y abril 6 de 1621 años. Don Luis de Góngora. Avíseme vuesa merced si es muerto Cristóbal García (?).

61. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: no llegó al lago de los leones el otro profeta más a tiempo que Martín Ruiz ayer a mediodía llegó a mi posada: beso las manos a vuesa merced por el trabajo que le cuestan mis socorros. El señor Cristóbal de Heredia no quiere ganar la indulgencia del adagio en esto del dar, valiendo dos tanto lo que se da luego; hágase su voluntad. Prometo a vuesa merced que estoy de manera con las retardaciones destos pobres alimentos míos que, si vuesa merced se cansa de favorecer mis pesadumbres, que soy perdido, porque yo he menester ahora tres meses adelantados, ya que no pudo el amigo cumplir a seis esta partida, habiéndomelo prometido. Haga vuesa merced que cumpla su palabra, y un mes adelantado con ella, que serán los tres meses que suplico ahora, y esto por vida del señor don Rodrigo sea sin falta, que tiempo de lanas es y de venta de carneros, cuando en tanto caudal faltaran alhajas de que valerse. Impórtame en todo este mes conseguir esta merced, y así lo suplico a vuesa merced cuan encarecidamente puedo, y que se remitan por cualquier vía, que pues yo [he] esperado cuatro meses con tanta fatiga, bien merezco la gracia que pido, y vuesa merced, por quien la consiguiere, que lo deje descansar destas importunaciones y le dé cuenta de las novedades que hay en el embargo de los juros del duque de Lerma: es en diferente forma de lo que escribí a vuesa merced. Hízose por un decreto de Su Majestad al Consejo de Hacienda, restituyéndose de las tratas que el rey, que está en el cielo, le hizo merced en el reino de Sicilia, valiéndolas (valuándolas?) en setenta y dos mil ducados de renta. [Nota marginal: demanda Su Majestad millón y medio por esto]. Es el decreto grave y de razones tan poderosas, que le debió de costar cuidado al señor don Fernando Carrillo. Al duque de Osuna prendieron el miércoles pasado a mediodía, en esta forma: estando para comer, entró el señor don Agustín Mexía, tan solo, que nadie lo conoció hasta llegar al duque; bien sea verdad que lo encubrió el capirote. Sentóse, y mandando salir fuera los criados, se quedaron hablando los dos no sabemos qué, si bien se cree que fue del estado presente de las cosas; esto debió de ser de espacio de cuatro credos, cuando llegó el marqués de Povar, habiendo cercado la casa toda con la guarda española, y con veinte soldados entrando hasta la mesma sala dijo don Agustín: «Vuestra excelencia sea preso por el rey nuestro señor y su Consejo de Estado». El duque estonces, perdido de color desde que vido entrar al marqués y a las alabardas tan de rondón, respondió: «Por cierto, señores, un portero del Consejo bastara, cuanto más tan grandes caballeros: vamos donde vuestras señorías tienen orden de llevarme; y porque estoy tan cojo como ven, denme licencia que baje la escalera en mi silla». Don Agustín entonces, dándole el brazo, dijo: «Yo quiero ser bracero de vuestra excelencia, y el señor marqués lo será también, porque no tenemos orden de otra cosa». Salieron con esto, y llamando el duque a su mayordomo, no consintieron que le hablase, antes mandaron que siguiese la comida (comitiva?) al duque, y sin dar lugar a otra cosa, lo sacaron en un coche: él en la popa, don Agustín en la proa, Povar en el estribo derecho, y al otro estribo a caballo don Fernando Verdugo, su teniente. Sacáronlo por la puerta de Alcalá, y al primer humilladero le esperaba un coche de seis mulas, en que el marqués le llevó con cuarenta soldados a la fortaleza de la Alameda, y a la noche salió para allá don Carlos Coloma, castellano de Cambrai, con dieciséis arcabuceros, a quien lo dejó entregado Povar, porque el señor don Agustín se volvió desde el humilladero. Secrestaron luego sus bienes, prendieron al secretario y otros criados más, tomáronle cantidad de papeles, que hablarán aun más de lo que el duque ha hablado, con ser mucho. Al conde de Saldaña mandó Su Majestad antes de anoche lo intimase el señor don Baltasar de Zúñiga renunciase el oficio de caballerizo mayor y se fuese a Flandes con ventaja de grande, que son quinientos ducados al mes. Ha hecho lástima a todos. Hácese merced del oficio al duque del Infantado, aunque no lo acepta por ser despojos de su yerno; mas entiéndese que es ceremonia, y que lo aceptará de buena gana. Ayer, segundo día de pascua, estando yo con el señor conde de Olivares, a las doce y media, lo llamó Su Majestad, y habiendo despachado no sé qué negocios brevemente con el conde de Benavente, estando el del Infantado y Velada también para negociar, dijo el rey en voz más alta que suele: «Conde de Olivares, cubríos». Hízolo el conde, y volviéndose luego a descubrir, hechas tres reverencias, besó la mano de Su Majestad. Diéronle todos el parabién los que allí estaban con Su Majestad, y luego salió un ayuda de cámara dando la nueva a los que habíamos quedado en su aposento, que fue de mucho contento para todos, porque el conde merece el aplauso con que se oyó. Salió de allí a media hora, y fue saludado con toda excelencia sin lisonja ninguna. Yo le debo mucha merced que me hace. Ya creo que avisé a vuesa merced del oficio que le habían hecho merced de aposentador mayor a nuestro don Luis Venegas, o a mí, por mejor decir, pues tendré casa de aposento, si Dios fuere servido, que no es pequeña ayuda de costa, y si con esto y la benevolencia de los nuevos privados no me gozo mi partido, fatal es mi ahogo. A mi amigo no escribo hasta inviarle esta prolija vara de la cruzada, que será sin falta en toda esta semana, porque el señor patriarca es el más menudo ministro que se conoce, y después de mil escrúpulos me dio la palabra ayer que el primer día de Consejo firmaría la provisión. Vuesa merced le dé mis besamanos salidas de pascua y muchas gracias por estos cuatro meses de alimentos, comenzándolo a disponer para los tres que suplico, con que descansaremos todos hasta fin de julio. Con la carta del señor don Martín he holgado por saber ha llegado con salud a su casa; a su merced beso las manos. En grande altura tenemos al señor don Alonso de Cabrera; hoy he acompañado a su merced con mucho gusto. A mi señora doña Inés beso las manos, con las del señor don Rodrigo, muchas veces, de cuya vida me vuelvo a valer con mucha confianza, porque lo vale el conjuro. Adiós [don] Francisco, mi señor. Madrid y abril 13 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

62. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: beso las manos de vuesa merced muchas veces por la merced que me hace en esta última de revalidar la voluntad que tan experimentada tengo en los efectos sin merecérselo con servicios, sino ejercitarla con pesadumbres; tan impertinente me tienen incomodidades. Ya tengo suplicado a vuesa merced me favorezca con nuestro amigo en la anticipación de los tres meses y libranza del dinero en Francisco Serra, de quien procuraré que vaya con esta carta para su agente; sírvase vuesa merced de disponerlo de manera que la respuesta desta incluya la póliza, que vendrá a llegar aquí para los diez de mayo, dándonos Dios salud, y perdone vuesa merced la instancia, que yo le pagaré en novedades. Jueves en la noche, 22 deste, llegó a las nueve el doctor Villegas, gobernador de este obispado, a casa del señor inquisidor general y le dio un decreto de Su Majestad, firmado de su real nombre, en que le mandaba saliese de Madrid dentro de tres días, y vía recta se fuese a la ciudad de Güete, siete leguas de Cuenca, donde hallaría orden en lo que había de hacer, porque así convenía a su real servicio y el bien y quietud de dicho señor inquisidor, atento a la pasión que había mostrado y afecto a las cosas del duque de Osuna. Respondió, dicen, con buen semblante, que haría lo que Su Majestad mandaba, otro día, ya que no podía aquella noche, por ser tarde para prevenir carruaje, y así lo hizo el viernes de mañana, entrando a su Consejo y despidiéndose de aquellos señores con valor, aunque vio lágrimas en algunos: entregó los papeles que tenía al secretario, y fuese a comer al monasterio de Atocha, de donde partió a las dos de la tarde, satisfaciendo a la venganza de muchos y al contento de todos. Este mesmo día viernes, a las seis de la mañana, entró el dicho señor doctor Villegas en casa del señor presidente, que no se turbó poco de su llegada; estuvo con su ilustrísima hasta las diez, que llegó el señor duque de Uceda en una silla cerrada, tan solo, que aun los silleteros estuvieron por dejallo. Salióse estonces el gobernador, y quedando los dos, le intimó el señor presidente otro decreto que le dejó Villegas, en que Su Majestad le mandaba saliese dentro de veinticuatro horas a su villa de Uceda, de donde no saliese hasta que otra cosa se le mandase, porque así convenía, atento al deudo, amistad e inclinación que se le había conocido al duque de Osuna, de que había resultado muchos inconvenientes. A la misma hora prendió un alcalde a Juan de Salazar, su secretario, y le tomó los papeles. El duque dicen que se alteró de manera que se oían, las voces que daba, en la calle. Salió a la una para su casa, donde estuvo con sus hijos y yernos aquella tarde, y otro día sábado, por la mañana, salió con cuatro criados en un coche de seis mulas y llegó a Uceda, donde no hubo quien le quisiese aposentar, antes todo el lugar apellidó el rey; ha sido cosa que ha hecho maravilla pero no lástima. El sábado luego siguiente, digo la misma tarde que salió el duque, Su Majestad cometió a los señores don Fernando Carrillo y don Alonso de Cabrera, regente Caimo y fiscal de esta comisión don Juan Chumacero, el conocimiento de las mercedes que se han hecho en los 23 años del reinado pasado a parientes, criados y amigos de los duques de Lerma y Uceda. Los mismos jueces creo que lo son de la causa de Osuna, al cual lo tienen muy apretado, porque su secretario no lo ha sido en el interrogatorio que le han hecho, y nuestro don Luis de Godoy ejecuta lo que le han mandado vigilantísimamente. Háseme olvidado avisar a vuesa merced, en las estafetas pasadas, de la junta de conciencia que se ha hecho, de que son comisarios los señores presidente de Castilla, don Francisco de Contreras, don Diego de Corral, don Francisco de Tejada, conde de Medellín, marqués de Malpica, gobernador Villegas, prior de San Lorenzo, electo de Tuy, y padre Florencia, para la reformación de vicios, cohechos y abusos. Júntanse los domingos en la tarde en casa del señor presidente. Muchas otras cosas se han dicho que no escribo por no ser ciertas, que no es bien firmar de mi nombre malicias o imaginaciones ajenas. Iré prosiguiendo cada ordinario lo que fuere saliendo. Vuesa merced comunique esta carta a nuestro amigo, que, pues lo es tanto de vuesa merced, bien puede partille la hostia. Responderé a su merced con Acisclo de Roa, pues no gasta estafetas. En el ínterin le beso las manos muchas veces, y adiós, mi amo, que estoy cansado. A mi señora doña Inés beso las manos, con las de ese señor don Rodrigo, tantas veces como le deseo años. Francisco Serra me envió una recomendación graciosa para su agente para que recibiese el dinero que se le entregase de mi parte y lo inviase con el arriero a mi riesgo y costa. Yo le volví su impertinencia y le dije que me hinchase. Perdone vuesa merced procure póliza sin aguardar arriero. Madrid y abril 27 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

63. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: no tuve, la estafeta precedente, carta de vuesa merced; ayer sí, una de 26 de abril, que sin duda fue la que faltó estonces, de suerte que anda cojeando ya de un pie nuestra correspondencia, y no lo sufriré, porque no es de perdonar una letra, cuanto más una carta, por la merced que recibo en saber de la salud de vuesa merced, que sea muy larga como deseo. He sentido la muerte del buen doctor Pizaño, por lo que tengo de leño poco menos que un púlpito, y consuélame la sucesión que se espera por lo que tengo de Argote, poco menos que nuestro don Alonso de Godoy. Mucho holgaría que esos señores cabildo de canónigos acudiesen unánimes a provisión tan acertada, que el señor don Gonzalo de Córdoba es sujeto tan de codicia que Toledo está deseando ocasión de llamarlo, como lo he sabido de lo más autorizado de esta santa iglesia. No sé si he avisado a vuesa merced de la provisión que se hizo de los cuatro consejeros de estado, marqueses de Aytona y Montes Claros, don Diego de Ibarra y duque de Monteleón; hanla sentido los que la competían. La vigilia y honras se hicieron lunes, día de la Cruz, en la tarde, y martes por la mañana, solemnísimamente, a que asistieron los señores obispos don Andrés Pacheco, de Cuenca; don Sancho de Ávila, de Sigüenza; don Alonso Márquez, de Segovia; don Juan Gamarra, de Ávila; don Diego Carrillo, de Badajoz; don Francisco de Mendoza, de Pamplona; don Antonio Trejo, de Cartagena; don Enrique Pimentel, de Valladolid; un fraile francisco de Chile; y don fray Juan Bravo, de Ugento, en el reino de Nápoles, que trajo el de Osuna consigo. El señor arzobispo de Burgos presidió a su Consejo Real, y el señor patriarca, por excusar preferencias a los obispos, asistió al Consejo de Inquisición, que estaba sin superior. Concurrieron diecisiete grandes: Villena, don Duarte, Sesa, Olivares, Mondéjar, condestable, Cea, almirante, Medinaceli, Velada, Villahermosa, Monteleón, Pastrana, Veraguas, Aguilar, Peñaranda, Santa Cruz. Faltaron Benavente, que por viejo y mayordomo mayor se fue a las Descalzas con su ama, y el del Infantado, que por viejo también se estuvo en la tribuna con el infante Carlos, y el de Altamira, que por medio expulso se estuvo en su casa. Hase dicho después acá que el oficio de caballerizo mayor de la reina se da a su hijo el de Almazán, y aunque me lo ha asegurado el dicho marqués, no veo que ha jurado hasta ahora. El domingo pasado fue la entrada de Su Majestad, lucidísima, aunque no muy numerosa de acompañamientos, porque afectaría la calidad y no el número. Llovió casi desde que salió Su Majestad de San Jerónimo hasta Santa María; salió hermoso y galán, aunque de raja, el rey; aclamábalo la gente y bendecíanlo todos con el mayor afecto y ternura que jamás se vio. La orden del acompañamiento fue esta: trompetas y atabales y guarda española y tudesca; títulos y caballeros; cuatro ballesteros de maza; mayordomos, grandes; cuatro reyes de armas; el palio, que llevaba el regimiento, con ropones de brocado aforrados en tela encarnada; Su Majestad, en un caballo blanco mediano, y veinte pasos antes el duque del Infantado con estoque bien grande al hombro, descubierto, aunque por el agua que hacía le mandó Su Majestad cubrir, sin querer el buen viejo obedecelle en esto; al estribo, Flores de Ávila, y algo atrás don Juan Manrique Parrillas, y don Juan de Gaviría, que son los que hasta ahora han jurado de los cuatro caballerizos. Detrás, el señor don Baltasar de Zúñiga, al lado del de Falces, que es capitán de archeros, los del Consejo de Estado, y últimamente, la guarda borgoñona de a caballo, lucida de armas blancas y plumas negras. El jueves precedente a este día, llegó intempestivo a Alcalá Filiberto por la posta; escribió desde allí pidiendo licencia; alteró la nueva, y otro día se hizo Consejo de Estado, y, a lo que dicen, se resolvió que Su Majestad volviese el sábado al Pardo, donde había estado el sobredicho fuente (?), y allí esperase al primo y lo despachase, para lo cual fuesen dos de Consejo de Estado y el secretario Antonio de Aróstigui. Hízose así, y el saboyano enfermó en Barajas, donde está hoy visitado de don Manuel Manrique, de parte de Su Majestad. Besará la mano, según dicen, fuera de Madrid, y volveráse luego en tiniendo salud. Ayer se hizo merced al conde de Santisteban de una encomienda de la orden de Santiago que tenía el duque de Uceda con indulto del usufructo de veinte años, de los cuales restan los doce que habrá de esperar el conde. Hoy han derribado la tribuna que tenía el duque de Lerma en la capilla de palacio: così va il mondo. A gaceta se va su paso a paso esta carta: quédese aquí. Yo estoy sin un maravedí y trasquilado: dichoso el que, aunque no tenga dineros, tiene lana. Sírvase vuesa merced de hacer con nuestro amigo que me socorra, que perezco. Tenga esta por suya y déjese besar las manos. A mi señora doña Inés se las beso muchas veces, con las del señor don Rodrigo. Madrid y mayo 11 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

64. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: Su Majestad llegó ayer tarde de Aranjuez, donde concurrió Filiberto, y fue recibido con mucho gusto y agasajado de palabra. Estuvo dos días o tres, partióse para Vaciamadrid, vuelve a Italia sin darle licencia de besar la mano a la reina nuestra señora. Ayer asimesmo, después de comer, salieron de aquí los señores Gaspar de Vallejo, del Consejo; don Luis de Paredes, alcalde de corte; Alonso Núñez de Valdivia, secretario, y Lázaro de los Ríos, oficial mayor, con sus alguaciles de corte y alcabuceros no sé cuántos, sin decirse entonces a qué. Hoy se ha entendido que han dado en Uceda y que tienen preso al duque a la Alameda, y trasladan al de Osuna a Torrejón; y lo cierto y el cómo irá el ordinario que viene. Esperando se está cada hora la grandeza personal del señor don Baltasar de Zúñiga, la del conde de Monterrey y la del marqués de Castil Rodrigo. La carta de vuesa merced di ayer al de Villamediana, que fui su güésped. El señor marqués del Carpio holgaría viniese a este lugar y presto. Vuesa merced se servirá de valerme con nuestro amigo; yo estoy pereciendo, y a ser a la monarquía pasada lo dejara todo y me fuera; mas estoy tan alborotado en esta que aguardo a la verdad de mis esperanzas. Suplico vuesa merced me ayude con no cansarse de solicitar lo que he pedido y no dar luga[r] a que piense que aguarda nuestro Cristóbal a que se vivan los meses que pido, y lo parece, pues los 50 ducados que fueron los días no más que tasó del mes de mayo (?). Con todo eso, le beso las manos, que merced me hace de cualquiera manera. A mi señora doña Inés se las beso muchas veces, con las del señor don Rodrigo, que Dios guarde. Madrid y mayo 25 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

65. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: no tengo de qué avisar a vuesa merced, porque está muy surto palacio. Mercedes se esperan y saldrán, aunque no todas las que desean. Dícese que Su Santidad no ha dado lugar a que se proceda contra el cardenal duque. No lo sé cierto, ni aun que su excelencia tenga culpa por que se pueda llegar a este punto. A su hijo el de Uceda dicen que aprieta de prisión, con estar bien estrecho. Dios sobre todo, como el astrólogo de Cádiz. Sírvase vuesa merced de escribirme claro si le canso con mis pesadumbres; porque, aunque me lo dice el silencio, soy tan necio que no me doy por entendido, y así entiendo que Cristóbal de Heredia se deja mal reducir sin duda, y a mí creo que me ha de suceder lo que al otro devoto de la imagen de Utrera, que entrando a pedir sanidad de un accidente de ojos se valió tanto del aceite de su lámpara que, untándose demasiado, llegó a perder gran rato la vista, y de manera que pidió a la santa imagen saliese siquiera como entró en su templo; digo, por esto, que tomaré el mes corrido sin tratar del anticipado, y con esto no quiero cansar más a vuesa merced, sino suplicarle me haga merced de escribirme o responderme cuando se lo merecieren mis cartas. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y junio de 1621 años. Don Luis de Góngora.

66. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: Su Majestad está ya con salud del achaque que avisé a vuesa merced por la estafeta pasada. No saldrá a la procesión del Sacramento. Verála desde palacio, por donde la conducen. Al señor don Fernando Carrillo ha recusado el duque de Uceda. Han dado por buenas las causas, y así, se abstiene su señoría del conocimiento en cuanto se prueban. Espéranse mercedes que la enfermedad suspendió, de que tendrá parte nuestro marqués del Carpio. Mucho siento que mi gente sin vuesa merced tenga ni celebre acto de gusto ninguno. Consuélame este silencio del que han guardado conmigo. No debo de merecer más con sus mercedes. Este ordinario me hallo sin carta de vuesa merced, que es el mayor desconsuelo que puedo tener en este destierro. Bien temo que tuvo la culpa la obstinación de nuestro amigo y vuesa merced se vio falto de esperanzas que darme; hágase su voluntad. Puedo certificar a vuesa merced que no sé qué hacerme, y que es muerte esta vida, y tan grande, que si no me hallara con casa pagada y algunas premisas de que me harán merced en la primera ocasión, me saliera luego del lugar; porque ya estoy corrido de cansar a vuesa merced y cansado de esperar lo que sé que no ha de venir, según se hace de rogar nuestro Cristóbal, haroneando lo que tengo pedido hasta que se cumplan los meses de la cantidad. Vuesa merced perdone cuanto me hicieren escribir mis incomodidades. A mi señora doña Inés beso las manos, con las del señor don Rodrigo, que Dios guarde. Madrid y junio 8 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

67. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: humedecido me ha la yema del dedo apenas esta gota de agua que vuesa merced, Dios le guarde, me ha solicitado; mas hago saber que al chuparla me ha dejado los labios tan secos como antes. ¿Dónde está este caudal del amigo? ¿Qué hacienda es esta que un agosto la enjuga? Mucho debe de sorber el señor don Fernando de Córdoba, pues no da lugar a que siquiera satisfaga nuestro Cristóbal a lo que ha puesto conmigo. Bien fuera razón que me remitiera en esta póliza lo que monta lo caído de mis alimentos, sin dármelos a sorbos, que ya me contento con al fin del mes cobrar lo corrido, pues los Heredias tienen poco deudo con el adelantado. Suplico a vuesa merced, por arriero o por otra cualquier vía, canse al amigo para que me remita lo que resta; que no habrá recua de tortugas que no llegue antes que el mes se acabe; y con esto vamos a lo que hoy me tiene tan lastimado, que no me detendré en escribirlo por no agravar el sentimiento. Remito a vuesa merced una copia de la sentencia deste desdichado marqués, y diré en el estado que hoy está. Oyó su sentencia viernes a las once de la mañana, nueve de este, con tanto valor que, enterneciéndose el secretario y testigos, no alteró su semblante ni dijo más que: «Dios sea loado; bendita sea la Virgen, nuestra señora». Llamó a la tarde su letrado, y consultóle si con buena conciencia podía dejar de suplicar della. Respondióle que no. Dijo que si era para los mismos jueces, él la daba por confirmada, y así, no había que tratar sino de lo que más importaba. Invió otro día a pedir al padre Jerónimo de Florencia le hiciese merced y caridad de venirle a consolar en aquel trance, donde tenía que consultarle cosas de su conciencia: respondió que le perdonase. Hizo la misma diligencia con el padre fray Gregorio de Pedrosa, amigo tan suyo antes, que le debía, a pesar del duque, la autoridad y puesto que hoy tiene: respondióle lo mismo. Y envió a rogar al padre general de los carmelitas descalzos lo socorriese en tiempo que tanto había menester sus letras y espíritu. Hízolo el buen fraile con mucha caridad, y con él ha estado después acá cuatro o seis horas cada día, saliendo tan consolado de ver la conformidad con que está y publicándolo de manera que tiene a todos lastimados, y a sus enemigos, confusos. El santo viejo Juan Calderón, la buena marquesa y sus hijos han visto no sé cuántas veces al señor don Baltasar, al señor conde de Olivares, y dicen que a Su Majestad, con tantas lágrimas que no han podido hablar, ni el señor don Baltasar responderles sin ellas; mas todo no bastará a impedir la ejecución. Yo lo he sentido de suerte que no he tenido fuerzas hasta ahora para escribírselo a vuesa merced, a quien suplico lo haga encomendar a Dios y decirle algunas misas, por lo que fue amigo de vuesa merced y deseó servirle. Salgamos a cosas menos melancólicas. El sábado pasado en la tarde se publicó en Consejo de Estado la jornada del señor conde de Monterrey a Roma, a dar la obediencia a Su Santidad, y luego a prima noche lo mandó Su Majestad cubrir, juntamente con el marqués de Castil Rodrigo; publicáronse a la misma hora. Digo juraron de gentilhombres de la cámara con ejercicio los señores el duque del Infantado, conde [de] Peñaranda, marqués del Carpio, conde de Portalegre, don Jaime de Cárdenas, hermano del de Maqueda. Sin ejercicio, llaves que llaman caponas, besaron la mano, porque no juran los tales, los señores el marqués del Villar, conde de Fuensalida, marqués de Caracena, marqués de Cañete, que juntos con los del otro siglo han multiplicado la caponera de suerte que el rey se halla embarazado, y el otro día tanto, que hallando a Pastrana y a Cañete en el salón, mandó a una ayuda de cámara que les dijese que se saliesen afuera; y replicando Pastrana a la ayuda que él sabía hasta dónde podía entrar, y que el sumiller sólo podía darle órdenes semejantes, salió Su Majestad y le dijo que se saliese, que él lo mandaba; con que despejaron aprisa el puesto. Besó la mano también estonces el marqués de Malpica por ayo y mayordomo mayor del infante cardenal. Otro día dieron título, a su hijo mayor del dicho Malpica, de conde [de] Navalmoral, y hicieron mayordomo de la reina a su yerno el conde de Mora; de suerte que no ha negociado mal esta casa. Lo que fuere sucediendo iré sin falta avisando a vuesa merced, pues gusta de que le canse con mis cartas. De mi don Gómez no me dice vuesa merced nada, y del silencio infiero el lugar que tengo en su gracia; mas no desmayará por eso mi reconocimiento y voluntad. A su merced beso las manos, con las de mi señora doña Inés y del señor don Rodrigo, muchas veces. Madrid y julio 20 de 1621 años. No he querido sacar el título de la cruzada porque al señor patriarca dicen le chapea la herradura, y que le sucederá el señor don Felipe de Haro, con quien sacaremos la vara mayor. Esto inter nos. Don Luis de Góngora. Acábanme de soplar en la cara y desahogarme con decirme que han admitido la suplicación de Siete Iglesias y dádole otros dos jueces que por lo menos son los señores don Alonso de Cabrera y Gaspar de Vallejo. Espero en Dios que han de usar con él de equidad.

68. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: no he tenido carta de vuesa merced la estafeta pasada, y vuesa merced tiene allá una larga mía. La Junta de don Rodrigo no ha resuelto hasta ahora si tiene grado de suplicación su sentencia. Comiénzase ya a disponer la almoneda de su hacienda. Al de Lerma le intimó el señor Francisco Márquez, presidente de Valladolid, saliese su excelencia a Tordesillas. Despachó luego a Andrés de Laredo suplicando a Su Majestad se sirviese de no removerlo, que, aunque obedecería como duque, no tenía licencia de hacerlo como cardenal. El señor archiduque murió. Hoy ha entrado Su Majestad en Consejo de Estado; bien tiene a qué. De mis alimentos se resta ochocientos reales, digo 850, hasta fin de este. Suplico a vuesa merced vengan con los del mes de agosto, pidiendo vuesa merced al juez de la pimienta de ese lugar los reciba y remita aquí a Bartolomé Olamendi, con quien tengo concertada correspondencia. Cosa es puesta en razón; pues cuando salga de allá la póliza serán cuatro de agosto. Suplico a vuesa merced haga en esto lo que fío de la merced que me hace, y guárdemele Dios. A mi señora doña Inés beso las manos, con las del señor don Rodrigo, muchas veces. Madrid y julio 27 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

69. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: mil años me parecen las dos o tres estafetas que no he besado a vuesa merced las manos por mis cartas. Hágolo ahora muchas y muchas veces, suplicando a vuesa merced perdone la omisión, tomando en cuenta diez o doce días que mis riñones me tuvieron con calentura y miedo. Fue Dios servido que se templase el accidente sin sangrías, de que le doy infinitas gracias. He acabado con don Agustín Fiesco que me dé aquí 2550 reales que montan lo restante de mis alimentos hasta fin de agosto, que es hoy y el mes de setiembre que entra mañana, de manera que hasta el fin de dicho mes de setiembre estoy alimentado. Suplico a vuesa merced se pague la libranza puntualmente, porque de esta manera tendré crédito para que me den aquí 800 reales cada mes y los libre yo allá, que es lo que más bien nos está a todos, y mire vuesa merced que vuelvo a suplicar que no haya falta en ello, porque a un minuto que falte al cumplimiento lo escribirá Pedro Alonso a los tesoreros, y somos perdidos. Ha de ser moneda de vellón. La reina nuestra señora está buena, gracias a Dios. El infante Carlos, que ha estado sangrado tres veces de mal colorado que llaman en Andalucía, está ya levantado. Jornada a Aragón se comienza a rugir y temerosa: cierta para Todos Santos. A don Andrés Cortés sacramentaron ayer tarde. Está hoy mejor, de que yo estoy contento. De la falta de salud de nuestro amigo estoy con cuidado; espero en Dios que a la hora que escribo esta esté presidiendo en la conversación de su zaguán, como me ha dicho un paje, que le ha servido y se vino con el señor don Baltasar de Góngora, que se llama Diego. Melancólico está todo lo de por acá. Espéranse mercedes; tardan y causan desconfianzas. A nuestro duque de Segorbe y Cardona le han dado a Valencia; aunque no se ha publicado, puédelo tener vuesa merced por cierto y no decirlo hasta su tiempo. La casa del infante cardenal saldrá de aquí al día de Nuestra Señora de setiembre. Dícese que se irá a vivir a Toledo, y confirma esto el haber partido allá el marqués de Malpica, su mayordomo mayor y ayo, a reparar aquel palacio arzobispal. Ayuda a esto el parecer buen medio este para reducir a Toledo la gente que ha salido de él, que es mucha, y restituirlo a su esplendor antiguo. A mi señora doña Inés beso las manos, con las del señor don Rodrigo, muchas veces. Madrid y agosto, último, de 1621. Don Luis de Góngora.

70. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: allá está una libranza mía de 2550 reales a pagar en vellón luego vista. Espero que estará pagada cuando esta llegue. Suplico a vuesa merced no haya falta en ello, porque va el crédito y la consecuencia para el expidiente de mis alimentos. Creo que por yerro libré cien reales más de los que se me deben hasta fin de este mes de setiembre. Tendrélos recibidos para los de otubre. Acá no hay de nuevo cosa sino la muerte de mi señora la condesa de Paredes, y el malogro de don Andrés Cortés, que lo he sentido por tantas razones y no la menor por la incomodidad del buen don Cristóbal de Mesa, que por hacer lo que debía padecerá ahora, si no necesidad, menos descanso de lo que merecen sus canas y yo le deseo. La reina nuestra señora se ha levantado hoy. Su marido mata jabalíes a lanzadas. Gran estanco de mercedes que cada día se esperan y tardan, con mucho desconsuelo aun de los que no tendrán parte en ellas. Melancólico está todo esto, y malcontento sin razón, que el privado y los ministros hacen cuanto deben a buenos, e ainda máis. La jornada de Aragón toma fuerzas: será, dicen, breve la partida y mucho más la estada, porque se queda Su Majestad de la reina. Dos o tres veces he suplicado a vuesa merced conjure el silencio de mi don Gómez, y veo que lo guarda vuesa merced mucho más; no sé qué me entienda. A nuestro amigo, salud y besamanos. A mi señora doña Inés se las beso muchas veces. Madrid 7 septiembre [1621]. Don Luis de Góngora. Después de cerrada esta carta la abrí para avisar a vuesa merced de la merced que se ha publicado, esta tarde a las cinco, de la presidencia de Castilla en el señor don Francisco de Contreras, y de las premisas que se tiene de que se promoverá al señor don Alonso de Cabrera en otra de las dos mayores. Al margen: Otro calenturoncillo efimeral me he llevado estos días. Limpiéme dél como si lo tuviera en la bolsa. No ha sido la primera vez que he errado el escribir del lomo al corte. Vuesa merced perdone, que ya creo que caduco tanto en esto como en las razones, y soy tan haragán que por no copiar la carta va confesando mi inadvertencia.

71. A don Francisco de Corral §

Mucho he perdido en el señor don Pedro de Angulo, que esté en el cielo, y tanto, que me deberá vuesa merced el pésame que le doy, si bien no le negaré a vuesa merced un terno de ellos, por primo, sobrino y tío del que murió y de las que puedo decir que no viven, según tienen razón de sentir su muerte. Dios nuestro Señor dé consuelo a todos y guarde a vuesa merced para el regalo de mis señoras doña María de Corral y doña Anastasia de los Ríos, que bien han menester sus mercedes alivio tal de sus trabajos, y vuesa merced, el valor y entendimiento que tiene para satisfacer a tan piadoso oficio. Sírvase vuesa merced de escribirme cómo dispuso de los bienes libres que dejó mi buen señor y amigo, que deseo saber, no por curiosidad sino por celo y obligación a su memoria. También suplico a vuesa merced no me olvide, que este ordinario perdoné a la falta que me hizo en su carta; mas otro no sé lo que haré, impaciente. A mi señora doña Inés beso las manos tantas veces como le tengo lástima de lo que habrá trabajado estos días en la asistencia de aquellas señoras. Guarde Dios a su merced muchos años, con vida de vuesa merced y del señor don Rodrigo, a quien beso asimismo las manos. Madrid y setiembre 21 de 1621 años. Don Luis de Góngora. Señor don Francisco: deseo saber si se satisfizo a la cruzada.

72. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: grande silencio ha tenido vuesa merced dos estafetas, de que acuso el cuidado que hasta aquí no ha faltado en nuestra correspondencia de parte de vuesa merced. Yo siempre lo he continuado en tres ordinarios sucesivos, a pesar de la omisión de vuesa merced, que perdonaré aunque sea negligencia. Temo que la muerte de nuestro don Pedro de Angulo trae a vuesa merced tan atento al regalo de las desconsoladas prendas que quedaron, que tiene bastante disculpa, y tal, que quisiera yo estar asistiendo a vuesa merced en el cuidado, y a sus mercedes en el servicio. Yo me he ocupado estos días en conducir a Gabriel Díaz al de esa santa iglesia, y tengo el habello conseguido por el mayor que puedo haber hecho al cabildo, y lisonja a los naturales. Vuesa merced no me avisa de la satisfación que se dio a Pedro Alonso de Baena en la paga de los 2550 reales que libré y la facultad que pido a nuestro Cristóbal para librar 700 reales del mes de octubre que entra, pasando mañana, y del mes de noviembre 800, pues como tengo escrito, no es mucho que se me anticipen los alimentos un mes, que se han pospuesto cuatro o cinco; y así, no embargante el silencio que ha tenido el oráculo, procuraré de cobrarlos y allá se acetarán en virtud de la merced que vuesa merced me hace con nuestro amigo, de quien me cuentan prosperidades, aun menores de las que yo le deseo. Gócelas muchos años, y tantos como yo le beso las manos. Ahora, vuesa merced, mi señor, no me olvide, y sírvase de mandar se lleve esa carta a mi señora doña Beatriz. A mi señora doña Inés beso las manos. Madrid y setiembre 28 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

73. A don Francisco de Corral §

Mi señor y mi amo: asombrado me tiene la disposición y testamento de nuestro don Pedro, que está en el cielo. Mucha fuerza tiene un religioso con un agonizante; más necesaria es la agua bendita para ellos que para los espíritus malos en aquella hora. Lástima me hacen mis señoras doña María y doña Anastasia, sin hijo, sin casa, sin marido, sin prendas ni gajes del amor y estimación que se le[s] debía. A sus mercedes consuele Dios como puede y a vuesa merced guarde muchos años, para que satisfaga los agravios del heredero con el hospedaje debido a tan gran señora y tía. No he recibido carta de vuesa merced 20 días y más ha, sino la de este ordinario. Siéntolo por haberse perdido la de mi gran señor don Gómez de Figueroa en ellas. A su merced beso las manos muchas veces y no le escribo porque quiero ver primero de la suerte que castiga mis omisiones y besar el azote que tan justamente merezco. Su Majestad ha partido esta mañana para San Lorenzo a esperar allí el agua o el fresco que le abra las puertas del Campillo y de Valsaín. Estaráse todo este mes a la brama, y bramarán en el ínterin cuantos quedan pendientes y creían salieran sus mercedes y gracias antes de la partida. Espéranse muchas, si bien no todas las que se dicen; porque alguno que ha perdido reputación no perderá el lugar que tiene, por ahora, y esto respondo a lo que vuesa merced apuntó. El de Cardona ha estado con falta de salud; está de ayer purgado y levantaráse esta semana. Va a Roma sin falta. A don Diego de Hoces hemos tenido muy apretado de tercianas y, después, tabardillo. Va saliendo de ambos peligros felizmente. Allá tendrá vuesa merced a Gabriel Díaz; doy el parabién a iglesia y ciudad. A mi señora doña Inés y al señor don Rodrigo beso las manos, y Nuestro Señor guarde a vuesa merced. Madrid y octubre 9 [1621]. Don Luis de Góngora.

74. A don Francisco de Corral §

Mi amo y mi señor: no me tengo por desfavorecido de vuesa merced en la mano ajena, sino tan mejorado que le beso las manos por ello; pues aunque vuesa merced no sabe hacer alguna cosa mala de su mano, huelgo que vuesa merced se hurte del trabajo de escribirme cartas por que me excuse del que tengo en leellas. Mucha merced me hizo vuesa merced con el consuelo de la muerte de mi señora doña Beatriz al tiempo que lo hube menester; porque he sentido su falta como es justo, tanto por la honra que nos era a sus deudos, como por la compañía que perdieron sus hijos. Beso las manos de vuesa merced muchas veces por lo que se huelga de la merced que Su Majestad me hace, que será para mayor servicio de vuesa merced. Holgaría acertar en la disposición de ella. Sírvase Dios que sea con gusto y beneplácito de esos señores deudos míos. Acá no hay nada de nuevo, si no es las saludes de los señores conde de Olivares y don Baltasar de Zúñiga, que han estado faltos della en San Lorenzo. De la justicia de don Rodrigo Calderón se trata ya como ejecutada, según le abrevian los términos; con todo eso, dudo que sea esta semana. Caso es lastimoso, si bien admirable el valor que tiene ejemplar espíritu, con que se ha conformado con la voluntad de Nuestro Señor. El buen don Diego de Hoces murió tres días después que el señor don Alonso de Cárcamo. Déjanos con soledad, aunque sobra gente de Córdoba. La carta que vuesa merced me pide remito con esta. A mi señora doña Inés beso las manos, con las del señor don Rodrigo. Perdone vuesa merced, que he escrito muchas cartas y no me alargo como quisiera. Madrid y otubre 19 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

75. A Cristóbal de Heredia §

Señor Cristóbal mío: el conde de Monterrey sale de aquí pasado mañana. Ándolo cortegiando estos días, y así, ni puedo responder al señor don Diego Leonardo de Argote ni ser con vuesa merced largo en esta cuanto quisiera. Diré solo que espero en Dios que los pasos que doy en servicio de este señor que parte han de ser más de provecho que sufre mi dicha, en virtud quizá de Pedro, para quien tengo destinada la gracia que me consiguiere el conde, porque cada día me va asigurando más del deseo que tiene de hacerme merced, pidiéndome que ruegue a Dios haya caído sollo en la red, como escrebí a vuesa merced en la precedente. El hábito pende ya solo de la resolución que tomare yo en la expedición del decreto que se me ha de dar, si bien tiene más fácil expediente dar la persona luego que reservar el nombramiento. Al fin, señor, estoy siguro, gracias sean dadas a Dios, que no volveremos los puños llenos de aire. Guardo el determinarme hasta satisfacerme, que será bien hacer prendas en la resolución de la siguridad de este dote; y, como escrebiré al señor don Diego, me tendré por satisfecho con ocho mil ducados constantes, que mayor cantidad no saneada o que deje hecha costosa batería, pues sentiré el daño igualmente que solicito el interés. Escríbeme el señor don Diego que me inviará razón de todo lo que en esto se hiciere en favor de la señora doña Leonor, mi sobrina, y yo he de suplicarle me excuse de la calificación de estas diligencias, porque todas las fío de su merced, como es justo, pues tan dueño y parte es de todo. Holgaré que vuesa merced asista a ello y que no se dilate, por que salgamos de este embarazo, que, sigún está ociosa la gente de nuestro lugar, en un hora de término hace gran volumen de discursos. Ya escrebí a vuesa merced las incomodidades con que me hallo a los umbrales del invierno; pésame que la representación de ellas concurra con el caso que tenemos, pues parecerá que el pedir ayuda de costa es abrir puerta al cohecho. Témolo de su santa malicia de vuesa merced, aunque me valgo contra ella de la razón que tengo, y de la mediación del señor don Francisco de Corral mi amo, cuyas manos beso, y cuyo silencio acuso, pues sabe su merced que dos renglones de aquel criado desmienten muchas pesadumbres de esta corte. Al señor don Diego Leonardo se las beso muchas veces por esta, hasta que por mi carta se las bese muchas más. Leerá vuesa merced a los dos este soneto que hice al suplicio de aquel desdichado marqués y dichoso delincuente, con tanta modestia como lástima, porque no está el tiempo para burlas, y más los que fuimos sus amigos, que tenemos abjurado de vehementi. Al maestro Gabriel Díaz dará vuesa merced mis besamanos, y que no le escribo hasta inviarles otro ordinario la cédula de la Cámara que se firmará el sábado que viene, porque el pasado, como fue día de entrada, corrióse todo por la posta. Entró Su Majestad aquel día por el parque, a las tres de la tarde, con treinta y seis caballos, gallardos mucho de plumas principalmente, y todos los que corrían tan galanes como honestos, porque el luto no dio facultad a más que a desnudar los avestruces. Villamediana lució mucho, tan a su costa como suele, y fue de manera que, aun corriendo, se le cayó una venera de diamantes, valor de seiscientos escudos, y por no parecer menudo ni perder el galope, quiso más perder la joya. Más he escrito de lo que pensé; páguemelo vuesa merced en pagar trescientos reales al padre fray Alonso de Valenzuela, ahí en la Trinidad, que me ha citado ante nuestro juez un procurador suyo y he quedado de traer carta de pago dentro de quince días del reverendísimo sobredicho. Su Majestad, Dios lo guarde, corrió muy gran peligro de precipitarse en Valsaín, habiendo herido un ciervo y queriéndolo seguir, mas llegando a una barranca de tres o cuatro lanzas de altura hubo de parar y, pendiente sobre ella, ver el cobro que ponían los sabuesos al ciervo. Al mismo punto, dos lebreles que tenía un lacayuelo de laja, arrastrando al que los tenía, pasaron por Su Majestad, cada uno por su lado, cogiendo, la laja que los prendía, al caballo por las piernas, y haciéndole asentar las caderas, quebrándose a este tiempo la cuerda, donde concurrieron dos milagros: no caer el caballo hacia delante, y quebrarse la cuerda, que era de cerdas y más gruesa que el pulgar. Quedaron muertos los circunstantes, y el rey tan poco escandalizado, que preguntó qué había sido aquello. Votó fiesta al día, que fue de las Vírgines, y observóse que fue en el que se hizo la justicia de don Rodrigo, para que se note que Dios lo guardó a la misma hora casi que él estaba haciendo este servicio a Su Divina Majestad. Mucho siento el peligro en que quedaba el señor Pedro Alonso de Baena; déle nuestro Señor la salud que vuesa merced le desea y su santa hermana, cuyas manos beso muchas veces. Madrid y noviembre 2 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

76. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: cuanto holgué con la carta de vuesa merced me lo aguó la nueva de su poca salud, deseando a vuesa merced la que a mí proprio: enmiéndese vuesa merced en ella y convalezca valientemente, que el tiempo va mejorando y ayudará no poco a las delicias de la Reina, a quien como a templo he votado las jarcias de mi naufragio. A este punto me entran a decir es muerto el señor don Felipe de Haro; téngale Dios en el cielo, amén, que hemos perdido un muy honrado paisano los de Córdoba, y el Consejo de Italia un gran ministro: poco se llevaron presidente y consejero. Acá no hay cosa de nuevo sino el embargo de la hacienda del príncipe de Esquilache, que viene del Pirú, y la reformación del Consejo de Hacienda, no sé en qué forma. Nuestro amigo creo que ha de estar ofendido de mí por una libranza que hice en su merced de 2500 reales. Vuesa merced le ponga en razón, que la paga no es muy ejecutiva, ni la seguridad menos que en mis alimentos. Los palos que me diere serán en la barriga, a lo turco, cuando su merced lo quiera ser conmigo. A mi señora doña Inés beso las manos muchas veces. Madrid y noviembre 16 de 1621 años. Don Luis de Góngora.

77. A persona desconocida (¿Heredia?) §

Vuesa merced y los buenos años entren por mi puerta, cuando fuere servido sea la venida de vuesa merced; lo que tendrá malo será la dilación. No salga sin avisarme el día para que yo sepa en el que ha de entrar aquí vuesa merced y le espere en el campo. Responda a este desafío con la persona. Mejor dispuesta hallará vuesa merced su permuta, porque mi señora la marquesa quiere que no sea en pelo, como me había dicho, sino con las sillas y guarniciones que se hallaren las cabalgaduras que se ferian; quiero decir, que está su señoría de otro parecer acerca de las casaciones de las pensiones, dando y recibiendo el canonicato por los beneficios equivalentes a los fructos, cada pieza con la pensión que se halla, sin que sea menester redimir de ninguna parte un maravedí. Está muy de parte de la venida de vuesa merced, librando en ella breve resolución y expediente favorable, tanto que me insinuó daría también el arcedianato, si no se concertaba (como lo tenía por cierto) con el señor don Fernando de Andrada. No hay sino buen ánimo, traer dinero, que comamos todos, porque aunque ha de ser vuesa merced mi huésped de posada, lo he de ser suyo de mesa. Los tres mil reales cobré ayer y remití libranza en vuesa merced. Al señor don Luis Ximénez de Góngora besé las manos esta mañana. Viene a solicitar el hábito del señor don Íñigo; holgaría se lo diesen de Santiago, por que nos relevásemos de costas ambos. He holgado de saber está capitulada ya mi señora doña Leonor mi sobrina, y me holgaré mucho más de que se efectúe presto el matrimonio. Mañana depositaremos, mas haré diligencias antes nos den informantes de Córdoba o a lo menos de Sevilla. Hoy se celebra aquí la fiesta del Ángel. Vengo cansado de la ermita; él sea en mi guarda. Adiós. Madrid y enero 1 de 1622 años.

78. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: el frío es con tanto exceso estos días, que apenas puedo tener la pluma en la mano. Si Córdoba es Alemania, Madrid bien será Noruega. Con todo eso, escribo a vuesa merced con mucho gusto, si bien cosas de disgusto, principalmente el pésame de la muerte del señor don Pedro Ponce, que esté en el cielo: dóyselo a vuesa merced con el sentimiento que es justo, no menos por la falta que hace como por el de los que dejó a mi señora doña Inés. A su merced beso las manos muchas veces, deseándole el consuelo que merece, que será muy a medida del entendimiento y cristiandad que en su merced reconocemos. No querría cansar a vuesa merced en lo que siempre, y no puedo excusarlo aunque quiera, porque estoy más que nunca apretado de la necesidad, y así, es fuerza suplicar a vuesa merced se arrime al amigo cuando lea mi carta y no lo deje alterar mucho lo que le fatigo en ella, porque no puedo más, y en esto que me queda he menester mayores sufragios, por lo que me importa ver lo que pinta mi suerte, y no será razón que se canse la brújula siendo tan breve. Yo quedo en el mayor frangente que me he visto; en esto he dicho mucho. Al marqués de Flores hacen alcaide del Pardo y guarda mayor de los bosques. Al señor don Rodrigo beso las manos, y adiós, mi señor y mi amo, que me hielo sobre el papel. Madrid y enero 4 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

79. Licenciado Heredia §

Apenas puedo escribir de frío, y tengo que decir harto de lo que más me importa. Muy breve carta he leído de vuesa merced este ordinario, cuando más largo lo esperaba en todo. Ahora, señor, es el tiempo que he menester a vuesa merced, que hasta aquí he sido solo andante en corte, desmintiendo la gracia que tuve con don Rodrigo Calderón, tanta y tan infructuosa. He llegado a mejor estado: a ser oído de mi rey y de sus ministros superiores, y de alguno de ellos a ser bien visto; han comenzado a condolerse de mí, como se echa de ver en el principio de mercedes que me han hecho, que aun en el tiempo pasado lo tuviera yo por fin de pretensiones; déjanme la puerta abierta a las esperanzas, dándome intención que la merced hecha es sola remuneración de mis padres, que mis servicios tendrán premio después; que me entretenga ahora con la merced de este hábito y deje pasar las pascuas, que han hecho término de las mercedes que han de salir, y que luego pida para mí. Esto me han dicho tío y sobrino dos o tres veces: mire vuesa merced qué sentiré yo ahora, viéndome sin fuerzas para esperar el fruto que me prometo de mis trabajos; y esto no lo siento por mí, sino por doña Leonor y por don Pedro, que por don Luis de Góngora sóbrame el ser quien soy y tener el ánimo que tengo, cuando no estuviera vuesa merced en el mundo, que por grave que le he sido, y oneroso, me hallara de provecho para casero de la Nava. En esta ocasión, pues, tan importante, ¿me ha de volver las espaldas vuesa merced y ha de escribir su primo a los Fiescos que me nieguen aun los alimentos, porque vuesa merced no ha de acetar un maravedí que yo libre, porque le debo muchos dineros? Crueldad me pareciera en cualquier tiempo, mas en este impiedad es, indigna de la merced que vuesa merced me ha hecho siempre, porque no solo causa incomodidad, sino descrédito, y aquí esto es lo que más lastima y ofende. Señor mío: yo tengo librado el fin de mis pretensiones y el remedio de mis necesidades de aquí a San Juan, y estoy con tan ciertas premisas de ello, que si no fuera temeridad lo asegurara. Para ello es menester echar algunas ensanchas a la provisión de mis alimentos en la mejor forma que se pueda, atento a que yo estoy sin una blanca el día de hoy, y debo muchos maravedís, no, por el Sacramento Santísimo, jugados ni mal expendidos, sino faltándome, como me faltó, el socorro que escribí a vuesa merced de la conversación de mi casa, no pude sustentar el aparato de mi persona y criados, ni fuera razón dejar de proseguillo; y así, faltándome vuesa merced cuatro meses, por no tener correspondencia, y negar la suya al señor Pedro Alonso de Baena, que esté en el cielo, hube de contraer deudas y andar arrastrado. Hállome en la mayor miseria del mundo, sin tener qué comer ni con qué satisfacer a mis acreedores y a peligro de incurrir en infamia de falido. Esto no lo ha de permitir vuesa merced siendo mi amigo, que será cortar la cabeza a mi reputación y perder el derecho que tengo y la gracia que he merecido con estos dos señores. Sírvase vuesa merced de considerarlo muy en favor de mi autoridad y remedio, lo cual fío de la merced que vuesa merced me hace, y de manera que no me valgo del señor don Francisco tan apretadamente como pudiera, por parecerme que la razón que tengo me basta para con vuesa merced; con todo eso, escribo a su merced haga oficio y recuerdo el que hubiere menester o mi descrédito o la omisión de vuesa merced. Acá hace fríos excesivos, y de manera que los extrañan aun los septentrionales. El domingo pasado estuvo Su Majestad en la Casa del Campo a ver andar sobre los hielos de los estanques: cargaron tantos sobre ellos, que se quebraron por parte que les costó las vidas a dos archeros, y otros dos salieron mal tratados. Haga vuesa merced a don Francisco que prevenga el dinero de sus pruebas, que yo espero en toda esta semana el decreto. Hágalo Dios como puede, y dé a vuesa merced muchas pascuas de reyes, con oro que haya para todos, que mirra y encienso son misterios predicables. Madrid y enero 4 de 1621 [por 1622] años. Don Luis de Góngora.

80. Licenciado Heredia §

A la oración nos da la estafeta cartas, porque dice que no ha podido llegar, de agua, fríos y lodos. Tengo apenas lugar de leer su carta de vuesa merced, con ser breve, y así, lo será la respuesta. Beso las manos de vuesa merced por la que me ha hecho de acetar mi libranza o mi pesadumbre. Guárdemelo Dios mil años, que a nadie hallo sino a vuesa merced. No tiene vuesa merced que agradecerme el cuidado que tengo de su acrecentamiento. Ojalá estuvieran en mi mano las mejoras de vuesa merced. Consolaréme con que estén los medios, y para que respondan a mi deseo los fines haré las diligencias posibles. Bien prevenido tengo al del Carpio, y está muy de parte de vuesa merced, en saliendo del cumplimiento del señor don Juan Ramírez. Holgaría tuviese efecto esta permuta porque me parece sería escala a mayores ascensos, atento a que sería vuesa merced pensionario de 800 ducados que tiene el señor don Baltasar de Zúñiga sobre el arcedianato y, según es vuesa merced de mañoso pagador, lo trairía anticipado y agradecido, y al marqués del Carpio obligado, y a pocos meses rendido. No hay sino estar de buen ánimo y esperar lo que viene de Roma; aunque si una estafeta no puede dar paso de Córdoba aquí, ¿qué hará el que ha de dar tantos? Encomendallo a Dios, que yo estoy esperando también lo que nos da la red de San Pedro. Su Majestad se fue ayer al Pardo, donde estará de aquí a la Purificación. Sírvase vuesa merced de decirle a don Francisco prevenga tres mil reales, que por horas estoy aguardando el decreto del hábito, y tengo por sin duda será de Santiago, por que no sea menester dar fianzas del dinero, que no estoy para gracias. A mi amo don Francisco de Corral no puedo responder; bésole las manos cien mil veces. Lea vuesa merced esos papeles de la muerte de Siete Iglesias, que están bien escritos. Madrid y enero 11 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

81. Licenciado Cristóbal de Heredia §

No escribí la estafeta pasada por estar con un gran catarro, que son los fríos tan excesivos estos días que aun se pueden temer enfermedades más peligrosas. Curéme con abrigo y clausura; sané luego. No he tenido carta de vuesa merced este ordinario. Deseo que sea por impedimento menor que el mío. Larga sesión tuve con mi señora la marquesa del Carpio acerca de esta permuta de Sevilla. Téngola en buen estado, si bien el confesor del rey nuestro señor insta por el arcedianato de Écija en favor de don Fernando de Andrada, sobrino suyo y canónigo de aquella iglesia; mas sus beneficios de vuesa merced son tan de cudicia, que espero divertirán la instancia del confesor. El canonicato solo, nuestro es desde luego. La dignidad es la que juntamente solicito, y para su resolución pide mi señora la marquesa los valores de esos beneficios, con declaración de las pensiones con que están agravados. Diome los valores del canonicato, en quien asimismo se contienen los del arcedianato. Vuesa merced vea estos y me remita esotros, para que comencemos a romper lanzas. Por horas estoy esperando el despacho de mi hábito. Agradezco lo que tarda, por lo que me perdona las albricias, que estoy sin un maravedí. Haga vuesa merced prevenir dineros para el depósito de los informantes, y adiós. Madrid y enero 25 de 1622 años. Don Luis de Góngora. En cuanto a la casa, no respondo ahora; en todo el mes que viene lo haré, si bien presupongo que no quiero volver a donde nací, puesto que la vecindad de don Francisco de Corral, mi señor y mi amigo, fuera poderosa, a no interponerse inconvenientes. A su merced beso las manos muchas veces.

82. Licenciado Cristóbal de Heredia §

Hannos dado tan poco lugar las estafetas pasadas que debo estar desculpado de la brevedad en que he incurrido, omitiendo por esta causa muchas cosas de que ahora pido perdón; principalmente la que yo más he estimado, que es la buena suerte de Leonor, y la merced que nos hace a todos el señor don Martín de Cárcamo en darnos al señor don Jerónimo su hijo, que así debe de llamarse sin duda. Estímolo en tanto que, como presupuesto el beneplácito mío, estoy para responder en esta carta, como en la otra, con el silencio. Efectúelo mi señora doña María muy enhorabuena, que cuanto más brevemente, tanto será más en favor de mi deseo. Quisiera tener con qué mostrar esta voluntad; mas ya que me faltan las ostentaciones que hoy más valen, pasos no me faltarán y diligencias solicitando el segundo hábito que pretendo, por servir en algo a una sobrina y no despojar de la veinticuatría a un sobrino. Anoche se firmó la merced, según me ha dicho hoy el señor conde de Olivares. Creo estará ya en poder del secretario Alonso Núñez de Valdivia; si llega antes que cierre el pliego, irá con esta una copia; si no, baste por testimonio las albricias que guardo al portador en 8 doblones que he buscado. Sírvase vuesa merced de avisar a don Francisco remita luego el dinero para sus pruebas, ya que no tengo yo para acudir a esto como deseo; bien sea verdad que lo debo todo al cuidado que ha tenido de mi regalo, principalmente en frutos de su heredad, pues ignoro ya el color de sus aceitunas, si bien deseo algunas moradas para presentar a otros, y negras algunas para comer yo. No he asentado mal la queja: golosa venta hago de mi sudor; el sordo suceso redima la simonía. Ya respondí a lo de la casa, no con resolución, porque no me la dejará tomar la asistencia que es razón haga a esta pretensión segunda; espero en Dios que de aquí a San Juan tendrá efeto, si antes no parte Su Majestad a Aragón, que siendo así me será fuerza no gastar aquí el tiempo ociosamente. Llegó el rey ayer tarde del Pardo, tan montaraz, que deja muertos 28 jabalíes, gamos 30 y tantos, conejos sin número, pues en un día mató con la ballesta 43. Viene tan cebado en la caza que ya nos amenazan con nueva salida a los montes de Toledo esta cuaresma. Hizo montero mayor al marqués de Alcañices, oficio hasta aquí suprimido en el de caballerizo mayor; entra esta semana el señor don Andrés Pacheco a inquisidor mayor; dan su obispado de Cuenca al señor don Enrique Pimentel; al padre fray Íñigo de Brizuela, confesor que fue del archiduque, han dado el obispado de Cuenca [Segovia?], y la presidencia que se erige de Flandes con título de Consejo de Brabante. Con esto me voy a vísperas a la capilla a ver qué cara trae nuestro amo de sus monterías. No tengo lugar de escribir a quien deseo. Harélo sin falta la estafeta que viene, que ya es bellaquería retardar tan debidas respuestas. En el ínterin beso las manos a mis amos don Diego Leonardo de Argote y don Francisco de Corral, mis señores. Madrid y febrero 1 de 1622 años. Don Luis de Góngora. Abro el pliego para decir ahora a vuesa merced como el secretario Alonso Núñez de Valdivia me avisa como se me ha hecho merced de hábito de Santiago, que es lo que más deseo por el gusto de don Francisco.

83. Licenciado Cristóbal de Heredia §

Por la carta del ordinario pasado habrá ya vuesa merced entendido cuánto huelgo de que se haya servido el señor don Martín de Cárcamo de prendas nuestras, si bien la que escoge es la mejor de nuestra casa y la que yo más estimo. Conforme a esto echará vuesa merced de ver cuán de su parte estaré siempre y cuán desviado de hacer violencia a su voluntad, siendo tan decente: mi señora doña María Ponce es su madre y su linaje todo; remítome a su merced como es justo, suplicándole prefiera siempre lo natural y lo conocido, y más siendo tan calificado y apacible, pues sola mi señora doña Francisca Gelder es la mayor hacienda y la mayor riqueza que puede tener el señor don Francisco, cuando no fuera hijo del señor don Martín, que tan señor mío es. Ya dije también en la pasada como había salido mi decreto y como el señor Alonso Núñez de Valdivia me había avisado (por un paje mío que le envié a saberlo) la certidumbre, y como en su poder tenía lo decretado. Luego otro día me lo avisó por el billete que remito a don Francisco, que satisfará a los malignantes; gracias a Dios por todo. No saco la cédula por que no me corra el término de los treinta días en que se ha de presentar en el Consejo de las Órdenes, hasta tener el dinero de los informantes, que sin faltar un maravedí quieren estos señores que sean 300 ducados y más una fianza lega y abonada. Esto no tiene remisión, y así se lo puede vuesa merced intimar a mi sobrino, aunque yo se lo escribo. No me cansaré luego de solicitar la 2ª merced, de que tengo no pocas premisas en mi favor, aunque me dicen que no salga a esto tan aprisa hasta que se enjugue la firma de la primera. Ayer ni hoy no han sido días de hallar a mi señora la marquesa del Carpio, y así, no la he buscado. Ceniza puesta, veré a su señoría y le presentaré estos valores, que me han asombrado de bajos: gran declinación. El otro día en Atocha me dijo: «Mucha fuerza me hace el confesor; démosle a su ahijado el canonicato». Yo le respondí: «Vengan los valores para que hablen cartas»; ya que están acá, ellos volverán por sí. Mucho quisiera tener los de Marchena. Leeréle la certificación de vuesa merced y la confesión del señor don Diego de Córdoba, que esta mañana me hizo, de que le había valido un año con otro aquel beneficio diez mil reales. Si vuesa merced tomase mi parecer, yo le aconsejaría se contentase con la canonjía por muchas razones: la primera, por no descarnarse de todos los beneficios, por ahorrar de redenciones de pensiones, y la mayor, porque el canonicato, de los 1200 ducados que tiene de pensión, los 800 de ellos tiene el señor don Jerónimo, hermano del marqués y oidor de Valladolid, que se casará en toda esta cuaresma; porque está capitulado 8 días ha, y redimirá sin duda su pensión por excusar costas de caballeratos para obtenerla, y quedarále a vuesa merced la prebenda con 400 ducados no más de pensión, que con los beneficios que restaren harán muy buen cuerpo de hacienda, y quiriéndolo todo hemos de pesar a beneficios la resistencia que se hiciere al señor confesor, porque don Fernando de Andrada, su sobrino, los ofrece buenos por el arcedianato. Considérelo vuesa merced bien y avíseme de ello, que para ejecutar su voluntad bastante ministro soy, sin que sea menester alterar esa corpulencia patriarcal. Solo quiero por la agencia cualesquiera vecinillos de Rute, que tan barato anda estos días. Plega a Dios que me valga algunas aceitunas moradas y negras el lagarto carmesí. De casa no hay que tratar ahora hasta saber en qué paramos ambos. Adiós, mi amo. Madrid y febrero 8 de 1622 años. Don Luis de Góngora. A mi amo y señor don Francisco de Corral beso las manos muchas veces, y no quiero que sepa nada de la merced del hábito hasta que yo se lo avise por carta mía, que dejo de hacerlo ahora por venir tarde y cansado de ese huésped.

84. A don Francisco de Corral §

Don Francisco, mi señor: no me atreviera yo a parecer delante de vuesa merced si no fuera en tiempo cuadragesimal, que, a cuenta del señor don Pedro de Vargas, lo espiritual me favorecerá para el perdón de la pena que merecen dos meses y más de silencio. Rómpalo ahora la merced que Su Majestad me ha hecho de un hábito de Santiago en favor de mi sobrino don Francisco, de que doy a vuesa merced el norabuena, por lo que se interesa en mis acrecentamientos y honores, pues han de ser todos ellos para más servicio de la casa de vuesa merced. Su Majestad creo que ha salido hoy a montería de lobos y se dispone para otra mayor en los montes de Toledo, de osos, por lo menos. Guárdele Dios muchos años, que robustamente se ejercita. El decreto de inventarios se amplifica más cada día extendiéndose a regidores. Aunque se cela el fin, no ha de quedar reservada persona de hacienda que no se comprehenda en el decreto, porque tienen librado en este medio el desempeño del reino y la relevación de millones suavísimamente. Perdone vuesa merced la brevedad con que le escribo, que tengo a qué acudir precisamente. Nuestro amigo Cristóbal está engolfado en pretensión bien honrada y competida de muchos; téngosela en buen estado. Querría no le sucediese lo que al que salta el foso, que, arrepintiéndose en el aire, ni lo salva ni se salva. Tenga ánimo, pues no le falta hacienda. A mi señora doña Inés beso las manos, con las del señor don Rodrigo, muchas veces. Madrid y febrero 15 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

85. Al licenciado Cristóbal de Heredia §

Sea lo primero de esta carta lo tocante a la permuta, por que no diga vuesa merced que me olvido de lo que más le importa, como si no fuera yo interesado en las cosas de su gusto. Entregué a mi señora la marquesa los testimonios de los valores de los beneficios. Echó menos los de Marchena, y anoche me volvió a requirir con un criado si había escrito los remitiese vuesa merced luego. Es tan atenta señora a su negocio, que me admira. Al fin, señor, tiene tantos opositores este canonicato, y tan ansiosos por él, que a no tener tanta fuerza nuestra pretensión no fuéramos oídos; porque hay un pretendiente que ofrece un beneficio de Morón que vale 1500 ducados y remite la pensión, si vacare, en favor del señor don Enrique de Haro y hace la costa de la expedición. Otro hay que da 2600 ducados de pensión bien impuesta y se obliga a redimir los 1600 dentro de un año. Otro ofrece un gran beneficio de Utrera que dicen vale 1400 ducados libres de subsidio y excusado. Contra todos los cuales he peleado, y mucho más con la inteligencia de esta señora, que lo querría todo; hemos resuelto al fin que dará a vuesa merced el canonicato libre de pensión, porque los interesados cederán luego su derecho como si la hubieran redimido, llevándole vuesa merced en beneficios (libres también de pensión) el valor de 2400 ducados en que se estima la tal prebenda, quitándome a mí 200 ducados por ser en beneficios la permuta que le hago. La expedición, a costa de vuesa merced, que es fácil y de poca o ninguna costa, por ser de beneficios. El señor don Diego de Córdoba me aconseja la acete. Yo no me he resuelto hasta consultarlo con vuesa merced. Soy de parecer, vistos los muchos que desean este canonicato, que habiendo vuesa merced de ocuparse en servicio de coro, ninguno puede hallar ni más honroso ni más rico, y en verdad, señor, que es tiempo de gozar lo que vuesa merced ha trabajado, y que en ninguna silla lo podrá hacer de mayor descanso que en la de esta prebenda y en un lugar como Sevilla, cerca de su natural, volviendo las espaldas no del todo a la patria en cuanto madre, sino a muchos de sus hijos, que son intolerables hermanos. A toda ley, amigo, ascender a más es de ánimos honrados; dejar esta ocasión por equivalencias de interés no lo apruebo, que aun el administrador de la Fuensanta no le perdonará a vuesa merced un cuartillo de trigo de lo que pesa, y vuesa merced no lo escrupulizará por satisfacer a su voto. Quiera vuesa merced para sí de hoy en adelante algo de lo que Dios le ha dado, sirviéndole por las mercedes que le ha hecho en una iglesia que es la 2ª de España y la 1ª en grandeza de todo. Hacienda tiene para redimir pensiones, o inteligencia y crédito con el señor don Fernando para satisfacerlo, de manera que se habiliten esos beneficios y acabemos de una vez, sin que sea menester ponerse vuesa merced en trabajo de camino, que será mostrar tanta gana como dos que se vuelven corridos. Bien sea verdad que aguardan lo que vuesa merced resuelve, porque cerrarán ellos luego con la permuta, pujando comodidades, que tan en almoneda anda esto. Los valores del trigo de Marchena quiere mi señora la marquesa que pasen a 18 reales bajando tres de acarreo de allí a Sevilla. Los del trigo de Villapedroche, que se traya testimonio a cómo suele valer un año con otro. Decía su señoría que a 11 reales, porque tarde o nunca llega a la tasa en aquellos lugares. Yo aviso de ello y estaré por lo que vuesa merced ordenare, si bien deseo que vuesa merced no repare mucho en esto y que el testimonio venga de manera que nos conformemos y vuesa merced quede canónigo y descansado, saliendo de arado y tinajas. Mírelo bien, que se ha de arrepentir de quedarse entre los unos y las otras; quiebre vuesa merced el ojo a la invidia, que no es priorato, este, de San Hipólito; mire que se lo aconsejo como verdadero amigo; no dé lugar a que le hagan costas si lo deja de cobarde o avaro. Pasando a otro negocio, ya estarán desengañados en nuestro lugar de que he dicho verdad siempre y que he hablado siempre con modestia en la relación que he hecho de mis pretensiones: espero en Dios de salir presto con lo que he prometido en favor de mis sobrinos, que de mí no me acuerdo ni quiero, tiniendo a vuesa merced, y más en Sevilla. Don Francisco remita 300 ducados luego a la hora, sin faltar blanca, que no admitirán menos estos señores en el depósito, y si hobiere remitido menos a la hora que esta llegue, busque lo que faltare y envíelo, porque tengo la cédula en mi poder, su fecha de 7 de febrero, y va corriendo el término. No he tratado de informantes hasta hacer el depósito, si bien suplicaré se me cometa a algún caballero de ese lugar inviando de aquí el freyle. Mucho holgaré tenga efeto el casamiento de Leonor, por verla en casa de mi señora doña Francisca Gelder, que es cuanto le puedo desear de bien. Avíseme vuesa merced de cuanto se fuere procediendo en este caso. Donaire me hacen las quebradillas y embarriladas de mi sobrino, y las de vuesa merced, no menos. Amigos: moradico lo quiere la perra, o negro como ella. Por vida de vuesa merced, que me solicite algunas rayadas que he prometido, y si han quedado algunas moradas de la estampa picanesca, venite adoremus. Sus primos de vuesa merced no han escrito nada a la cruzada en favor mío hasta ahora, antes dicen que no quieren nada con vuesa merced. Mire si es mala Sevilla. Vuesa merced les pida aceten, sin remoque ninguno escrito acá, 800 reales que he tomado en plata de este mes de febrero, y den crédito para la misma cantidad los meses siguientes. Y a Dios, que me guarde a vuesa merced. Al amigo escribo. Madrid y febrero 15 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

86. Al licenciado Heredia §

Estando para acostarme llegó un criado de mi señora la marquesa del Carpio con ese membrete de Pedro Lainez, que es el que maneja la hacienda de aquella casa. Vuesa merced lo vea y acuda puntualmente a lo que piden, dándome a mí las órdenes que quisiere que yo guarde; mire que deseo que acierte honradamente a dejar invidiosos a los desapasionados y apasionados a los envidiosos, y debajo de apasionados digo mordidos a los que les pesare de su acrecentamiento. Priesa deben de dar los competidores. Antonio de Poma estuvo conmigo después de escrita la carta que va en el pliego mayor. Es amigo de vuesa merced y hará buen oficio con su amo. Tenga vuesa merced buen ánimo, que desde su casa ha de vencer sus enemigos. Adiós, señor Cristóbal. Tome la bula que se publica; mire que se ha de arrepentir, después, de no haber conseguido las indulgencias; yo se lo aviso. Madrid y febrero 15, a las once de la noche, de 1622 años. Don Luis de Góngora.

87. Licenciado Heredia §

Llego a las diez de visitar consejeros de Órdenes, que se ven mañana las pruebas de mi sobrino y espero en Dios se despacharán luego; porque nos han hecho mucha merced todos esos caballeros y personas que han examinado esos señores informantes. En esto digo a vuesa merced que no estoy para decir más que las diligencias que tengo hechas para el priorato. Hablé primero al señor don Alonso de Cabrera, cuya prevención será muy de provecho por la merced que me hace, que es imponderable. Al amigo Jorge de Tovar tengo también de parte de vuesa merced, que me aseguró haría maravillas y me alabó la persona de vuesa merced. Al señor don Juan de Chaves previne asimismo todo en un día, que fue mucho hallarlos a todos; Dios dé salud a Juan de Góngora de Haro. Vuesa merced fuera bien que se hobiera despedido de mi señora la marquesa del Carpio, pues si la dejara sabrosa, ayudara valientemente arriba; mas vuesa merced todo lo que no es talegos y alholíes desperdicia o menosprecia; pues por Dios, señor, que los amigos valen mucho y es razón estimarlos. Hecho estoy pedazos. Por amor de Dios que me disculpe con el señor don Francisco Luis de Cárcamo, que, como sobrevinieron estas informaciones, me han ocupado el tiempo aun del reposo y de los cortezones. Al conde leí su carta de vuesa merced. Ofrece de hablar al señor Melchor de Molina e ainda máis. A su tiempo soltaremos todo el trapo. Vuesa merced no amenace ofrecimientos, que los amenazados comen pan, y si las promesas que se hicieren han de ser [de] retorno como las cajas, no pienso empeñar a vuesa merced en arrepentimientos. A don Francisco, mi señor y mi amo, beso las manos tantas veces como lo deseo. Vuesa merced me dejó poquísimos dineros para dos meses, y mayo, como es largo, se los lleva todos: 170 reales me hacen falta aún para acabar el mes. Madrid y mayo 17 de 1622 años. Don Luis de Góngora. Al señor arcediano de Pedroches suplico me perdone el no responderle en esta ocasión. A su merced beso las manos muchas veces en el ínterin que lo hago.

88. Al licenciado Heredia §

Padre nuestro: más embarazado estoy que quisiera, y más sin dinero que he estado, pues le juro a fe de cristiano que me hallo hoy, último de mayo, con solos 9 reales. Pensé que el señor Diego Fernando de Argote me dejara los 170 reales de los alquileres que pagué por vuesa merced, y fuese su merced dejándolos remitidos a quien después dijo que no le deja un maravedí en su poder. Yo quedo como digo, y envuelto en cuidados que piden pasos y harán costas. He menester para ellas los amigos. Vuesa merced se esfuerce. Al señor don Martín de Cárcamo respondo a lo que me había mandado, y a vuesa merced le suplico hable a don Francisco de Argote, mi sobrino, y le muestre este capítulo (ya que no tengo lugar de escribirle particularmente) en que le pido y ruego mucho me haga merced de renunciar el oficio de 24 en el señor don Francisco Luis, su cuñado, según se capituló, sin dar lugar a otra cosa que haga ruido, pues no hay razón para contravenir a ello, antes muchas para estimar y servir tales deudos, que fío en Nuestro Señor le hará mucha merced Su divina Majestad brevemente, con que quede contento y aun quizá acrecentado. Mire vuesa merced que se haga luego esto y se acuda muy puntualmente a satisfacer a estos caballeros que tanta honra y merced hacen a Leonor. Vuesa merced solicite esto con muchas veras, que aunque me hace lástima ver despojar un hermano, me da mucho contento ver bien empleada a su hermana. No he tenido lugar de ver al señor marqués de Armuña. Lo de la casa creo que va despacio. Vuesa merced no se precipite ni se resuelva a cosa que sea mal recibida, que lentamente iremos disponiendo el caso. Esta tarde me envió el señor duque del Infantado el billete que va con esta. Hallélo ayer en casa del duque de Alba, y aunque yo le había tratado poco, su excelencia deseaba tanto hacerme merced, que me admitió a su gracia fácilmente. Preguntóme por vuesa merced y si era prebendado de Córdoba. Yo le respondí que ni aun lo había querido ser de Sevilla; porque era de los clérigos más ricos de beneficios que había en España, y de mucho caudal, otro que tenía empleado en labor y ganados, de manera que estirando razonablemente el cordobán dejé asombrados a los duques. Preguntóme luego por el señor Juan Alonso de Baena, de quien informé a su excelencia de manera que me respondió: «Diferente relación me habían hecho tres o cuatro personas; mas yo creo a vuesa merced, como lo verá». Yo le besé la mano, y me prometió lo que ahora ha confirmado el efeto. Gócelos muchos años, y vuesa merced crea que es bueno tener amigos, y esos, buenos. Si Dios dispusiere de Juan de Góngora, avíseme vuesa merced con tiempo, que como no venga carta apretada de la ciudad, bien prevenidos tengo a estos señores, y Jorge como una roca. No me falte vuesa merced ahora; mire que lo he menester, y Dios sobre todo, como acaban los pronósticos del año. Y guárdeme Su divina Majestad a vuesa merced como me importa. Madrid y mayo 31 de 1622 años. Don Luis de Góngora. Perdone vuesa merced no haberle escrito la estafeta pasada, que ni trayo juicio, ni tuve estonces lugar, visitando oidores.

89. Licenciado Heredia §

La vez que yo dejare de escribir a vuesa merced téngame por tan impedido que me dé por disculpado. Los 570 reales llegaron tan a tiempo que me había ido el día antes a ser huésped, por no tener que comer en mi casa. Guarde Dios a vuesa merced, que invió el cuervo, si bien no más que con medio pan, como a san Pablo. Yo quedo de los ojos tan mal parado que escribo a tiento. Excuso sangrías, contentándome con la dieta que vuesa merced me hace pasar; espero en Dios que ella solo sea medicina. Al señor marqués no pude ver ayer porque anduve despachando lo que me tiene por esas calles a todas horas; hoy no me han dejado salir los ojos, tomando unos baños que deseo aprovechar. A Urbanico tengo sacramentado; temo su enfermedad; helo, de lástima, curado en casa y hame hecho cuidado y costa. Dios me remedie. No se descuide vuesa merced en avisarme con tiempo de lo de San Hipólito, si Dios dispusiere de ese buen prior, y más holgaré que tenga salud. Mucho siento ver despojar a don Francisco del oficio de 24; pero más huelgo de ver casada tan bien a su hermana. Ahora le escribo renuncie luego a la hora en el señor don Francisco Luis, y satisfaga como es razón a estos caballeros. Vuesa merced inste en ello porque es muy justo servillos, cuanto más cumplilles lo capitulado. Mire vuesa merced qué manda haga yo más con el señor duque del Infantado, que soy muy su valido de 20 días a esta parte. A don Francisco, mi señor y mi amo, beso las manos muchas veces, y que le suplico invíe muchas gracias al señor don Alonso de Cabrera por la merced que me hace, que es con extremo. Madrid y junio 7 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

90. Al licenciado Heredia §

Extrañado he mucho que me diga vuesa merced no recibió el billete del señor duque del Infantado. Mire el membrete y verá como es para mí; porque lo entré en el pliego con mi carta y no pudo faltar. Yo quedo en el mismo pleito, con mis ojos, que la semana pasada. Sangréme dos veces y, no bastando, acogíme al agua tibia. Hállome algo más aliviado; pero rezando oraciones por quien nos ha querido trampear la verdad, que prevalecerá siendo Dios servido. No he visto al señor don Diego de Córdoba, porque no salgo de casa con este achaque de los ojos. Hoy ha estado aquí el de Ugento y me dijo vendría a verme el marqués mañana, donde nos convendremos en lo de la casa. Dice el obispo que se descuida vuesa merced mucho en remitir los perniles, y que no perdona su parte. Yo digo que he estado afligido estos días con todas estas circunstancias de enfermedad y pesadumbre, y más con una modorra de Urbanillo, que ha estado para dar la piel: ha quedado con unas tercianas continuas que me van costando lo que no tengo; mire vuesa merced qué socorro. Mi coche, en tres pies, que ha sido ventura ser en tiempo de poca salud mía, dejando vuesa merced tan cerrada la puerta del socorro que casi no me conocen los Fiescos. El dinero que remitiere el pobre don Francisco, mi sobrino, será tanto menester que no admitirá pellizco, ni yo se lo daré por todo el mundo estando tanta honra de por medio. He determinado de valerme de Diego Ipinza y dalle algo al cada día para que me ayude a la solicitud ordinaria de este negocio, porque en el tiempo que es no podré yo asistir a los consejos: harto haré en visitar los jueces y solicitar con favores el despacho, que espero en Dios lo tendrá breve en volviendo los diligencieros, que bien a costa de mi salud hice salir de aquí 6 días ha. Vuesa merced no me deje; que como me ha escrito alguna vez en sus negocios vuesa merced, ahora es tiempo de mostrar que somos amigos, y yo no me descuidaba por corresponder a esta confianza; lo mismo haré en saliendo con el señor duque del Infantado en favor de la viuda. Al señor don Martín beso las manos y le suplico me perdone el no responderle, que apenas puedo acabar esta con el accidente de ojos. A mi amo y señor don Francisco de Corral hago lo mismo. Vuesa merced se quede adiós y mire cómo quedo: socórrame, que está mi coche que es vergüenza y no pueden parecer los caballos con aquellas guarniciones que vuesa merced vio, ni tengo qué comer, porque cuando viene un socorro, lo debo, y basta la fatiga del espíritu sin lastimar la carne tanto: sobre la vigilia, el ayuno matará los muertos. Madrid y junio 14 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

91. Licenciado Cristóbal de Heredia §

Mis ojos no acaban de templarse en el rigor con que me tratan estos días, ni vuesa merced en creer las incomodidades que paso. El señor don Diego de Argote, menos en asegurarse de mí, pues debe de tener acá sin duda depositario de lo que remitiere, según lo que vuesa merced me escribe. Buen testigo es vuesa merced del vergonzoso tiro de mi coche, y cuán necesario es su uso; no quiero decir más a quien lo ha visto y tiene honra. Con el señor don Diego tuve larga sesión en cuanto a la casa. Sintió que contra su orden hobiese, si no contrato, conveniencia. Díselo a entender y quedó reducido y satisfecho, protestando por ende que le quedaba libre el hospedaje las veces que pasase a Sevilla. Dios disponga de Juan de Góngora de Haro como fuere servido. Yo aguardo el suceso, si bien temo algún opositor y más al que trajere favor de la ciudad. Haré cuanto en mí fuere sin perdonar a diligencia con todos los amigos. A nuestro conde de la Puebla tenemos mayordomo del rey; a los de Villalba, Villaflor y Puñoenrostro, gentileshombres de la cámara del cardenal infante, y al marqués de Orellana, mayordomo también del rey. Lleno quedo de amigos y vacía la bolsa. Adiós. Perico me ha caído enfermo. A don Francisco de Corral, mi señor y mi amo, beso las manos infinitas veces. Madrid y junio 21 de 1622 años. Vuelva vuesa merced la hoja. Don Luis de Góngora. Nuestro buen conde de la Puebla me ha mandado acuerde a vuesa merced le envíe 40 varas de anafaya doble que no tenga mucho lustre y sea luego, si la hay de estas calidades, y si no, se mande luego tejer; pero mejor será que sea de la que hobiere tejida, porque es menester. Yo estoy muy al servicio de vuesa merced y muy contento con el oficio que Su Majestad me ha hecho merced por tener más que ofrecerle. Acuérdese vuesa merced de mandarme y venga luego la anafaya, que don Luis me fiará. Guarde Dios a vuesa merced como deseo. El conde de la Puebla del Maestre [rúbrica].

92. Licenciado Heredia §

Sea vuesa merced bien venido de su vista de ojos; sin duda debió de ir con los míos, según vino descontento de la hacienda y de los labradores. Mejorará Dios las cosas, como mis achaques con agua tibia; por ellos no pude escribir a vuesa merced la estafeta pasada. Hágolo esta con el mesmo accidente, porque ha sido general plaga la de esta enfermedad. Beso las manos de vuesa merced por la libranza a orden tan estrecha que ha instituido vuesa merced en la cruzada, donde es fuerza votar ayuno y descalcez. También se las beso por la diligencia que vuesa merced está haciendo de caballos y guarniciones. Será de mí tan agradecida cuanto necesaria. Porque me es fuerza, muchos días de concurso, no parecer en el mundo por no encarecer los silbos y las voces del vulgo. Si vuesa merced desea, no digo mi comodidad, sino mi honra, dése prisa, que le besaré tantas veces las manos cuantas cerdas peinaren los cuadrúpedos. Al conde di a leer toda la carta de vuesa merced y se holgó del cuidado que vuesa merced tenía de su anafaya y más de mi coche, y dijo que era vuesa merced bueno para amigo, y que su señoría lo sería de vuesa merced con muchas veras, que ahora le besa las manos. El señor obispo de Ugento entra cuando estoy escribiendo estos renglones y dice besa asimismo las manos de vuesa merced, y no por conmemoración de los jamones. Yo no sé ya lo que me escribo, con mis ojos. Quédese a Dios, vuesa merced, que disponga del prior de San Hipólito como más conviniere. Ya he vuelto a dar memoriales de palabra a los amigos, y Puebla ayudará no poco arriba, a su tiempo. Madrid y julio 5 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

93. A Cristóbal de Heredia §

Qué vengativo que es, señor Cristóbal, pues a una sola estafeta que falté por estar lastimadísimo de los ojos, cerró vuesa merced sus dos ojos y no quiso alcoholarme con su carta. Señal que está mejor el prior de San Hipólito y que no quiere darme nuevas de los caballos que me solicita para el coche. Si está arrepentido de lo que está alabando el conde tan honrado socorro, con su señoría se lo haya, y si es porque no se ha tejido la anafaya que tiene pedida, no hay prisa, que el luto que ha hecho por el de Barcarrota da lugar a que vuesa merced escriba aunque no envíe la tal contextura. Vuesa merced tenga salud, que yo quedo aquí por estafermo del de Ugento sobre los perniles, dándome todos la pesadumbre que vuesa merced no siente, como adinerado de buena carnadura. Ríaseme de todo y hará como discreto, mas advierta que el tiro de mi coche ni sufre burlas ni está para veras, y así, a lo murciélago, hago mis visitas de noche. Por vida de vuesa merced que mire por mi honra, y considere que de resultas de estas diligencias segundas del hábito de don Francisco me sobrevienen solicitudes forzosas, y que no tengo carruaje en qué hacellas. De mi buen señor y dueño don Francisco de Corral no he sabido mil siglos ha. Vengaréme de este silencio con besarle ahora las manos tantas veces cuantas le debo mercedes, que serán infinitas. Vuesa merced, mi amo, se quede adiós, que todavía mis ojos no me dejan escribir cuanto deseo. Madrid y julio 12 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

94. Licenciado Cristóbal de Heredia §

El calor es de manera que no hay persona que salga de su casa. No me está mal a mí la clausura por la indignidad de mi coche. De aquí a la Trinidad los domingos, favoreciendo con pistos la semana, caballos y guarniciones. El domingo pasado vi en la celda de Hortensio al señor marqués de Armuña. Contento estaba y a lo que imagino más que vuesa merced, si bien no hablamos en particulares de hacienda. Procurarélo ver y zaherir la retardación de los poderes, y más por causa de fianzas. Menudo es su señoría, y por bien aderezado que nos lo den, vuelvo a decir que es menudo. Hoy callo; gracias a Dios que con vuesa merced es pata la traviesa y de vaca. Mis ojos no se dejan lisonjear de remedio ninguno. Debe de querer Dios que gane con oraciones el tiro que vuesa merced me está haciendo con la dilación. Por vida de Cristóbal, que los caballos sean como de mano de vuesa merced y las guarniciones como para mí, a la cuenta de don Diego de los Ríos. Mire que a la vuelta de esos señores diligencieros ha de ser fuerza salir todos los días, y para reparos de honra no es justo se den pasos de deshonra, estando vuesa merced en el mundo. Guárdemelo Dios como deseo. A mi don Francisco, dueño y señor mío, beso las manos. Madrid y julio 19 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

95. Al licenciado Cristóbal de Heredia §

Nunca he estado peor de mis ojos que de ayer acá; bien pudiera hacer cargo a vuesa merced del accidente, pues ni a sol ni a sereno perdoné en servicio de vuesa merced, con mucho gusto. Están bien estos señores informados de las partes y hacienda de vuesa merced, y de manera que extrañó alguno la pretensión del priorato, habiendo resistido a la permuta del canonicato de Sevilla; solo Jorge de Tovar no lo desea, a quien he dado intención de lo agradecido que es vuesa merced y los vasallos que tiene en Rute. La carta de aquella santa cofradía se escrebirá mejor que se firmó; temo no se muerda con la de Juan de Savariego, mas al fin las ruedas del coche y los relinchos de los caballos sonarán dentro del Alhambra, con que espero en Dios tendremos buen suceso: líbrenos Su divina Majestad de carta de la ciudad, que tendría fuerza más de la que nos importa. El conde espera la anafaya, y para traella no hay que aguardar respuestas, que como no se entregue a Antonio de Rojas, vendrá muy bien por la estafeta dirigida al conde de Villamediana para que me la entregue. El obispo de Ugento comerá piedras, cuanto más perniles trasañejos. Vuesa merced va crastinando lo que manda de manera que pienso vuela algún cuervo; no lo digo por los reparos de mi coche, que esos están peores que en casa. Sería bien que vuesa merced cometiese al señor don Agustín Fiesco la mejora destos carneros y sus vestidos, porque ni están para aparecer ni lejos la ocasión de salir al campo de la verdad, según los diligencieros vienen caminando. Mala obra me ha hecho el señor don Diego Leonardo de Argote en dejarme sin carta este ordinario, que tanto importaba el estar yo informado de los sucesos de Córdoba; deseo que no sea por falta de salud, aunque yo me satisfago desta omisión ahora por falta de vista; a su merced beso las manos. Pésame de las enfermedades de esos caballeros, y mucho más de la muerte del señor don Jerónimo de Cárcamo; téngale Dios en el cielo, y guarde a sus padres muchos años, a quien suplico perdonen esta vez el pésame por mi achaque referido. Darélo en la primera estafeta; en el ínterin beso a sus mercedes las manos y las de mis sobrinos muchas veces. Amigo, muy mal me trata este achaque de ojos, con que he de empatalle las basas a mi amigo don Fernando de Tordesillas. Escríbame vuesa merced aparte qué se ha enterado de las diligencias segundas de estos últimos informantes, y quién nos ha querido hacer costas, si puede entenderse. Adiós. Madrid y julio 26 de 1622 años. Don Luis de Góngora. No he podido escrebir al Saavedra; harélo porque es justo sirvamos a mi amo y señor don Francisco, cuyas manos beso mille volte. El conde de la Puebla besa a vuesa merced las manos y ha tomado a su cargo el hablar al señor Melchior de Molina, que es íntimo de su señoría, y en subiendo arriba a la consulta hablar[á] al señor Antonio de Aróstegui y su oficial mayor, Juan de Ynsausti, sus paisanos y grandes amigos.

96. A Cristóbal de Heredia §

En fuerte día nos ha caído la estafeta. Bien será verdad que escrebir a vuesa merced es confesarse otra vez y ponerse colorado muchas más, porque oirá nuestras necesidades, penitenciarános en muchos días de ayuno y suspenderános la absolución. Arrastrados [...] el priorato, más que lo fue el santo de esa colegial, todo el trapo, como vuesa merced dice, está suelto, en cuanto a diligencias, que en cuanto a promesas y votos no soy tan mal cortesano que me empeñe, ni aquí tan necios que me crean: no es tierra de promisión esta, sino de bienaventuranza y posesión. Si unas guarniciones de unos caballos son [fá?]brica del muelle, la anafaya del conde, el alguacil de Toledo, los perniles del obispo, la vida perdurable. ¿Qué quiere vuesa merced que prometa ni que espere? Dé gracias a Dios, y al conde de la Puebla, que no ha dejado oidor de la Cámara que no haya solicitado por escrito y en persona, con tanta gana de acudir a vuesa merced, que tiene celoso al marqués de Armuña, como verá vuesa merced por ese billete que tuve hoy a mediodía de su señoría. Bebe los aires por salir con este priorato para Pedro de Pineda, mas yo no temo sino la carta de la ciudad, y esto he temido siempre. Al fin, señor, esté de buen ánimo, que el secretario y tres de los oidores tenemos favorabilísimos. El conde no se descuida y tiene ultimado lo de arriba, que Antonio de Aróstegui y su oficial mayor harán maravillas, y a los superiores, si fuere menester, acudirá y será bien despachado. Perico, mi paje, está peor tratado que los caballos de mi coche; yo ando que es vergüenza de vestido, con la misma ropa que el invierno, que diera calor a no estar rota. No escribo esto con artificio de que parezca que pido la yegua amenazando de matar el potro, sino con tanta necesidad, que dije al principio bien que sería confesión esta carta. Si tuviera otro a quien acudir, ex[cusara?] a vuesa merced esta pesadumbre, mas [...] me ver tan [...] no me sobra sino tinta para borrar aun lo que me importa escrebir, por no meter a vuesa merced en confusión, con tantas incomodidades mías, sea Dios loado. Sírvase vuesa merced de acudir presto con resolución y perdone vuesa merced diligencias tan costosas, que yo no puedo ser amigo más ahorrado que esto. Al señor don Augustín doy el pésame, aunque mis ojos no dan lugar a escrebir mucho. Alonso Cabello haronea un poco en lo del pleito, y así fue la carta sin su firma. Él tuvo en los f[...] prior, y así, no hay que espantarnos. A mi buen señor d[...] beso las manos muchas veces. Y adiós, mi amo. Madrid y agosto 2 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

97. Al licenciado Heredia §

El pleito de mis ojos se va trampeando de manera que temo la sentencia de vista. No quiera vuesa merced saber más sino que he menester gomecillo de pluma, ya que no de báculo. Vuesa merced fía mucho y no presta, cobra y no paga: ni sé cómo tiene crédito ni amigos. Fía de las voluntades, empleo peligroso, no presta si no es esperanzas, moneda que no corre, cobra anticipadamente desfrutando sus conocidos, paga con dilaciones apurando impaciencias. Todo esto sea dicho por que vuesa merced salga de paso si quiere tener solicitadores con pies, ya que sin ojos, y por lo menos un conde de la Puebla con manos y autoridad bastante, a lo que pienso hoy, para tener a vuesa merced, sobre consultado, preferido a sus opositores. Todo lo ha merecido la anafaya buena, pero tan mala de traer que no se la quiere vestir el conde, porque le parece pesada aun desde el telar. Mis guarniciones de caballos no hay que hablar en ellas, porque llevan tantos arrequives que ya he desconfiado de merecellas. A don Francisco Fiesco no tengo para qué vello, porque quien a 28 del pasado no quiso dispensar en tres días de anticipación de alimentos, imagino lo que responderá a la compra de caballos, y más si en la correspondencia de vuesas mercedes hay señas de rentoy. El trastejo querría de mi persona y de la de mis criados con resolución, pues no tiene voto en ella Pedro de Angulo ni otro ningún albéitar. Vuesa merced se sirva de tomar la doctrina de san Pablo: si angustiantur vasa carnis dilatentur spatia charitatis. El señor don Juan Ramírez, inquisidor de esa ciudad, previno a mi señora la marquesa del Carpio con un propio para la impetra del canonicato de don Francisco de Hoces, que está en el cielo, y de suerte que cuando llegó su aviso de vuesa merced iba camino de Roma correo en favor del dicho señor don Juan, con los favores más gallardos de palacio. Mire vuesa merced a qué buen tiempo me solicita, estando en Barcelona el conde de Monterrey de vuelta de Italia, y en Madrid el duque de Alba, soñando de partir el octubre a Nápoles. Quiera Dios que estonces se logre alguna de las promesas que su excelencia me ha hecho. Mucha lástima me ha hecho la muerte del señor don Pedro de los Ríos. Sírvase vuesa merced de darle el pésame de mi parte a don Francisco, mi sobrino, y decirle que, aunque no han llegado los diligencieros, están muy en nuestro favor las esperanzas. Alonso Cabello es solicitador de vuesa merced. Como cabello corto y delicado, no gaste vuesa merced mucho tiempo en peinallo; por vida de vuesa merced que, aunque no se lo he merecido en las pesadumbres que le he escrito, de mi parte dé otro pésame al señor don Pedro de Hoces y Valdivia de la muerte de su hermano, como es justo y debo a lo servidor que he sido siempre de su casa. Hago saber a vuesa merced que estoy deseando salir de las pesadumbres de este hábito para irme a descansar este invierno a Córdoba, y experimentar si me hace vuesa merced más merced prior de San Hipólito que permutante de Sevilla o prestamero de Villapedroche. Guárdemelo Dios con todo eso mil años, como deseo y me importa. Madrid y agosto 9 de 1622 . Don Luis de Góngora. A mi buen dueño y señor, don Francisco de Corral, beso muchas veces las manos y le suplico ayude cuanto pueda con su autoridad lo que a vuesa merced escribo, principalmente acusando la socarronería que tiene en jugar sus armas.

98. Licenciado Heredia §

Mi amo y mi señor: por que no sea todo matraqueallo de socarrón, beso a vuesa merced las manos por la anafaya del conde, que llegó esta mañana. Los 528 reales tomaré de muy buena gana para trastejarme, que ando muy a la vergüenza. Francisco de Heredia me enseñó la carta que le había escrito Cristóbal Fiesco (líbreme Dios de ambos, que no sé cuál es peor) en que le ordenaba que, sobre cien testimonios autorizados de que se compraban caballos y guarniciones, me diese mil reales. Yo respondí que se encargase su merced de ello, y no quiso porque no se atrevía a hallar ni aun caballos de berenjena por 800 reales. Él lo escribirá a vuesa merced; verá la razón que tengo. No debe de conocer vuesa merced quién es Armuña, su deán. Crea que es ganga tan dura de pelar como de comer. Gran coyuntura ha de ofrecerse para hablarle en materia de beneficios, y más que me parece muy a los umbrales de la amistad. Perdíguelo vuesa merced más, que yo no me atrevo tan aprisa a intentarlo. Aguardemos a un aprieto grande. El buen señor ha andado medio resentido conmigo y con el conde por las diligencias del priorato, que las hace apretadísimas por Pedro de Pineda y yo no lo temo. Líbrenos Dios de Savariego, que desde el principio he temido a la ciudad. Bien consultados estamos. Hágalo Dios, y guarde a vuesa merced, que mis ojos no me dan lugar a volver la hoja. Madrid y agosto 16 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

99. Al licenciado Cristóbal de Heredia §

Las tres cartas últimas, que vuesa merced ha tenido mías, han sido un vejamen a su bendita socarronería, a que ha asistido nuestro conde de la Puebla, y aun dictado parte de lo que se matraquizó, puesto que perdonamos a vuesa merced el retorno de las cajas de conserva que se nos acuerda ahora, si bien no estoy para gracias, y más con quien le ha de caber tanta parte del sentimiento y dolor que tengo. Vuesa merced, mi señor, ha satisfecho muy honradamente al gusto del conde en la anafaya, y a mí me ha hecho merced en lo que le he suplicado, así yo supiese servillo, si bien en setecientos y cincuenta reales no ha de haber para mejorar de carneros mi coche. Vuesa merced lo considerará como quien tanta merced me ha hecho siempre, no solo en las cosas de reputación sino de gusto. El priorato se está todavía pendiente. Hacemos nuestras diligencias, mas no sin temores. Mi vuelta a Córdoba será, siendo Dios servido, en dando lugar el despacho deste hábito, que, sigún tardan en llegar los diligencieros, divertidos sin duda en otras pruebas, creo que ha de ser perdurable. Mi desgracia ha llegado a lo sumo con la desdichada muerte de nuestro conde de Villamediana, de que doy a vuesa merced el pésame por lo amigo que era de vuesa merced y las veces que me preguntaba por el caballo del palio. Sucedió el domingo pasado a prima noche, 21 deste, viniendo de palacio en su coche con el señor don Luis de Haro, hijo mayor del marqués del Carpio, y en la calle Mayor salió de los portales que están a la acera de San Ginés un hombre que se arrimó al lado izquierdo que llevaba el conde, y con arma terrible de cuchilla, según la herida, le pasó del costado izquierdo al molledo del brazo derecho, dejando tal batería que aun en un toro diera horror. El conde al punto, sin abrir el estribo, se echó por cima dél, y puso mano a la espada, mas viendo que no podía gobernarla dijo: «Esto es hecho; confisión, señores», y cayó. Llegó a este punto un clérigo que lo absolvió, porque dio señas dos o tres veces de contrición apretando la mano al clérigo que le pedía estas señas, y llevándolo a su casa, antes que expirara hubo lugar de dalle la unción y absolverlo otra vez por las señas que dio de abajar la cabeza dos veces. El matador e[...]tido de dos lacayos y del caballerizo de don Luis, que iba en una haca, porque favorecido de tres (?) hombres que salieron de los mismos portales, asombraron haca y lacayos a espaldarazos, se pusieron en cobro sin haberse entendido quién fuesen. Háblase con recato en la causa y la Justicia va procediendo con exterioridades, mas tenga Dios en el cielo al desdichado, que dudo procedan a más averiguación. Estoy igualmente condolido que desengañado de lo que es pompa y vanidad en la vida, pues habiendo desipado tanto este caballero, le enterraron aquella noche en un ataúd de ahorcados que trajeron de San Ginés, por la priesa que dio el duque del Infantado, sin dar lugar a que le hiciesen una caja. Mire vuesa merced si tengo razón de huir de mí, cuanto más deste lugar donde a hierro he perdido dos amigos. Vuesa merced me haga lugar allá, que por ahora basta de Madrid y de carta. Guarde Dios a vuesa merced los años que deseo. A mi gran señor don Francisco de Corral beso las manos muchas veces. Madrid y agosto 23 de 1622. Don Luis de Góngora.

100. A Cristóbal de Heredia §

Señor Cristóbal: yo vengo cansado de dar gracias a estos señores de las Órdenes, por haber despachado el hábito el mismo día que entró; doyle a vuesa merced el norabuena, por que me dé el perdón de la brevedad con que es fuerza escrebirle. Holgaría cansarme otro día en agradecer a estos señores de la Cámara el priorato de San Hipólito conferido en vuesa merced, si bien temo contradicciones poderosas. Presto se verá. En el ínterin, guarde Dios a vuesa merced como yo deseo. Madrid y agosto 30, 1622. Perdóneme, amigo, que estoy hecho pedazos y son las once. Don Luis de Góngora.

101. Licenciado Heredia §

Ya escribí a vuesa merced en la pasada que, por no saber en qué forma quería vuesa merced enviar la haca a estos señores, no les había dado cuenta de ella. Espero descifre vuesa merced esta duda que se me ofreció para hacer luego lo que vuesa merced me ordenó por su carta y pintarles las calidades de la Rosilla tales como yo las imagino por la estimación que el señor don Francisco hace de ella. Vergüenza es de nuestro linaje que dejen a las pocas fuerzas de mi sobrino el desempeño de su título. Deseo saber dónde está tanta sangre de venas como me ofrecieron al reparo de los daños que intentaron hacer nuestros enemigos. Fue Dios servido de que no se lograsen sus malas intenciones, y quieren ahora que esto se haya hecho por ensalmo y excusarse de la satisfación de médicos y botica. Lástima tengo a ese mozo y dolor grande de verme imposibilitado de su remedio, y mucho más de ver tan cerradas las puertas de mi señora doña María Ponce a este socorro que puedo esperar de su herencia, por más que me la aseguró vuesa merced cuando aquí estuvo. De mi señora doña Francisca y su hija no digo tanto, porque creo han hecho algo; menos, con todo eso, de lo que fío de su honra, pues consienten que esté en poder de vuesa merced prendada la absolución de lo que deseábamos. No sé qué más diga que baste a solicitar el valor de sus mercedes; mas soy tan desgraciado que me acusarán lo que digo y no acudirán a lo que deseo, pues tanto importa a todos. Del señor don Diego Leonardo de Argote me diga vuesa merced si está en Córdoba, y averigüe qué culpa mía ha enmudecido nuestra correspondencia, que hasta ahora, a Dios gracias, libre me siento de razón, contra mí, alguna. Estoy alborozado con la venida del señor arcediano de Pedroche. Tendrá conmigo dos caballos, aunque me lo ganará el arcediano en ser canónigo, que yo como triste racionero le podré servir solo de conducillo y acompañallo. No sabré decir a vuesa merced cuánto me he holgado del hábito del señor don Rodrigo. No he podido besar las manos al señor don Alonso hoy por esta merced, que la estimo en más que propria mía. Déle vuesa merced de mi parte el norabuena, y al señor don Francisco, suplícole, muchos besamanos y muchos más deseos de que Dios se lo deje lograr con la sucesión que le deseo. De mi ida no digo por ahora nada, y con razón, porque quien tiene deudos que no se duelen de ese mozo en caso tan honrado no se dejarán hallar de mí, temiendo les he de ser costa y pesadumbre. Guarde Dios a vuesa merced los años que deseo y con el acrecentamiento que me importa. Madrid y octubre 4 de 1622 años. Don Luis de Góngora.

102. A Cristóbal, mi amo §

No acaba de llegar María Rodríguez, sin duda tarda por lo que la deseo. Perdóneme mi sobrina el disgusto que le he dado, que verdaderamente si su merced viera la necesidad que tengo de persona que bien me quiera, ni extrañara mi demanda ni sintiera el haberme hecho merced de concedérmela. Tráyala Dios con salud y me guarde a vuesa merced para que solicite mis comodidades. Muy sucintamente me escribe vuesa merced, y tan lo necesario, que me enseña a responder no más difuso. Ya escrebí a vuesa merced desolladamente las necesidades en que quedaba; hoy prosigo con las mismas porque son mayores, y de manera que si vuesa merced no se compadece de ellas me prometo muy melancólicas pascuas. Déselas Dios a vuesa merced como yo me las deseo, que con saber las tiene vuesa merced buenas engañaré yo mis malas. Suplícole se sirva de acudirme, que no puedo pasar de ninguna manera con alimentos tan cortos. Bien veo que vuesa merced no tiene obligación ni aun a ellos, pero sé también que no ha de permitir ande yo arrastrado en año que vale una carga de paja ordinaria veinte reales, y si es de dos sacas, treinta y seis, y la hanega de la cebada a quince, y va cada día creciendo el precio de suerte que no se ha de hallar a veinte y cuatro reales. Mire vuesa merced cómo podré sustentar un coche, y cómo podré pasar sin él. Deseo salir de aquí decentemente. Vuesa merced me ayude a ello, y esto que he de estar aquí no me deje de su mano. Su Majestad anda muy jinete: hácenle fiestas el lunes que viene, de toros solos, y saldrán a la plaza docena y media de señores y caballeros; será lucida cosa. Ya escrebí lo del caballo; no he vuelto a ver a don Augustín, mas pienso que, fiado en lo que me encomendó escribiese a vuesa merced, espera el suceso. A don Francisco de Corral, mi señor, beso las manos. Madrid y diciembre 13 de 1622 años. Don Luis de Góngora. El premio del vellón esperan estos señores.

103. A Cristóbal de Heredia §

Llegó María Rodríguez, a Dios sean dadas gracias, viernes en la noche, con tantas prerrogativas de dueña de honor, que temo se desdeñe de ser ama de capellán del rey. Buena mujer es, si bien la veo puesta en puntos con las haciendas de casa. Yo procuro regalarla, como lo haré siempre. Don Augustín anda tan ocupado con la tesorería del infante cardenal, que no extraño mucho el haberse descuidado en escrebir a vuesa merced. Esta mañana vi a don Francisco y leí el capítulo que hablaba con su hermano, y me dijo que ya había visto la carta que vuesa merced le había escrito, mas que se espantaba que vuesa merced no hubiese tenido cartas suyas, porque habían escrito con los ordinarios precedentes; que ahora responderían a la de vuesa merced en lo que se había de hacer del caballo. He leído cuanto vuesa merced me representa por su carta en lo tocante a la merced que siempre me ha hecho, a que no tengo que responder sino reconocimientos de la verdad, y agradecimientos de la buena obra. Ojalá, como me tiene vuesa merced obligado con los socorros que me ha hecho, estuviera yo descansado para no solo no fatigar, sino servir a vuesa merced tantas mercedes, mas, señor, es Dios servido que nunca me vea en tiempo que pueda lograr este deseo. Doyle gracias por ello no menos que por la paciencia que le da a vuesa merced para sufrirme. Pereceré, pues no tengo otro remedio; que andar a pedir a mis sobrinos hagan finezas es morir y cansarse en vano, que desconfío de intentallo. Vuesa merced solo, que ha comenzado y proseguido el aventurar hacienda en mi favor, es quien ha de tener valor para [no] dejarme, y confianza que no he de ser tan desgraciado que se me despinten o hábito o pensión que tengo pedidos. Será Dios servido que tenga efecto alguna de estas pretensiones, si bien espero am[...] temo que me han de echar de la casa. Luego, en pasando los Reyes, y sacarme prendas por el med[...] que será buena entrada en el de 23. Dios se lo deje ver a vuesa merced, y muchos más con la salud que para mí deseo. El señor don Diego de Córdoba estuvo en mi posada el viernes en la tarde y, sigún vuesa merced le pidió, se informó de mí, de cuanto se había tratado en la permuta de Sevilla, que don Diego Pardo había solicitado. Díjele era el permutante don Diego de Sotomayor, sobrino del señor confesor de Su Majestad, y como le había tratado de ella sin tercero, y me había respondido que ya no quería permuta, sino irse a Sevilla. Respondió su señoría que pensaba hablarle y aconsejarle y aun persuadirle, mientras vivía, no se quedase canónigo solo, sino que hiciese [...]flos? el canonicato y procurase otro y otros, como su señoría lo había hecho. No sé en lo que ha parado, que hace días no he tenido lugar ni aun de salir de casa, por los fríos y por una fiesta que hubo ayer de toros, solemne, de suertes de rejones, y lucida de señores y de libreas de lacayos. Las alcaparras llegarán a buen tiempo y a mejor las aceitunas, si son moradas y negras. Suplico a vuesa merced no me niegue estas colores, que son las más eclesiásticas de la iglesia de Dios. Guarde a vuesa merced como deseo. Madrid y diciembre 20 de 1622 años. Don Luis de Góngora. A mi buen señor don Francisco de Corral beso las manos muchas veces.

104. A Cristóbal, mi amo §

Desde casa de el señor marqués de Armuña escribo, haciendo saber a vuesa merced como no ha corrido por culpa de voluntad, sino de salud, el silencio que he guardado estos ordinarios pasados. Estoy tan delicado sin duda de lomos que al bajarme a atar una cinta al zapato hizo sentimiento un hueso del espinazo y como los fríos son tan excesivos alquilaron el vacío y aun temí no lo tomasen de por vida, sigún han resistido a las bizmas. Salgo ya, bendito sea Dios, y vine a casa del señor don Diego a saber de su señoría el estado que tienen las permutas. Respóndeme que por su enfermedad ha suspendido el continuar en ellas, que de hoy más apretará las diligencias con el sobrino del señor confesor, que es lo más factible, y lo que tiene para mí mejor es estar aquí. A don Augustín veré; he entendido que ha parecido bien el caballo y que esperan la obra. Descúlpeme vuesa merced con el señor don Francisco mi yerro, y adiós. Madrid y febrero 14 de 1623 años. Don Luis de Góngora.

105. A Cristóbal de Heredia §

Dejóme vuesa merced tan cerrada la puerta en la penúltima carta que tuve de vuesa merced, que he diferido la respuesta por no fatigarle con razones que he repetido tantas veces y vuesa merced no debe de leellas por no dejarse persuadir de mis incomodidades. Ahora, señor, tomo la pluma por no tomar una soga que acabe con todo y deje descansar a vuesa merced de mis pesadumbres. Con ella suplico a vuesa merced se sirva de considerar que de 800 reales ni se puede pagar casa ni vestir mi persona, ni las de dos pajes; sustentar dos criadas, tan honrada una como María Rodríguez, mantener un coche que me trae arrastrado. Si vuesa merced hallare, en lo más económico y prudencial, arismética que lo comporte, yo iré a besar la disciplina con todo rendimiento. Presuponiendo, pues, que esto ha de convencer cualquiera entendimiento y mi estrechura solicitar la piedad más sorda, vuelvo a vuesa merced, y no a otro de los míos, a suplicarle me haga merced de un socorro por esta vez, el más gallardo que ser pueda, advirtiendo a vuesa merced que al mercader solo debo dos mil reales, y por que no sea todo fatigas y demandas, vuesa merced con mucho secreto y buena maña escudriñe las intenciones de mis deudos, digo de mi señora doña Francisca de Argote, y del señor don Martín de Cárcamo, qué gusto tendrán de que yo les solicite un hábito de aquí a fin de agosto, que tengo en tan buen estado que he menester saber en todo este mes cuál balanza pesará más. Esto, por amor de Dios, es menester tratarlo tan sutilmente, que se desmienta la queja del que me esforzare el agradecimiento. Yo trayo en buen punto la [...]ción y enmienda de mis borrones, que estarán estampados para Navidad, porque, señor, fallo que debo de condenar y condeno mi silencio, pudiendo valerme dineros y descanso alguna vergüenza que me costarán las puerilidades que daré al molde. La resurrectión del señor obispo he celebrado acá muy como debo e importa a esa santa iglesia. Continúela nuestro Señor con mucha salud y vida de vuesa merced. Madrid y julio 11 de 1623 años. Don Luis de Góngora. Al señor marqués no he visto desde el día de Corpus Christi; hace mucho calor y vive su señoría lejos.

106. Al padre maestro Hortensio §

Reverendísimo dueño mío: nieva de manera que no puedo escrebir de frío, si bien es tolerable su inclemencia por haber confitado las inmundicias de las calles. Mucha soledad nos hace vuestra reverendísima; siento el haberme quedado habiendo dejado ir a vuestra paternidad; no me acaecerá otra de lo mismo. Deseo que haya llegado con salud, para mejor gozar de los regalos de Andújar, Valencias en adobo y Marotos en pan, buena pro le hagan. Ayer, día de la O, estuvo el oratorio de la celda una capilla de palacio, porque oyeron la misa de Talavera, el conde de Benavente, el oidor Bonal y otros muchos, tanto, que vine yo a oírla desde la puerta del jardín. La culpa de este concurso tuvo la prevención de nuestro padre Galindo, cuyo sermón estancó las misas del capítulo y aun creo que suspendió las de los templos convecinos como edicto de inquisición o publicación de bula. Tuvo, con todo eso, más oyentes que autoridades de santos, que no quiero decirlo al revés por la suya. La comedia, digo el Antecristo de don Juan de Alarcón, se estrenó el miércoles pasado; echáronselo a perder aquel día con cierta redomilla que enterraron en medio el patio, de olor tan infernal, que desmayó a muchos de los que no pudieron salirse tan aprisa. Don Miguel de Cárdenas hizo diligencias y a voces invió un recado al vicario para que prendiese a Lope de Vega y a Mira de Mescua, que soltaron el domingo pasado, porque prendieron a Juan Pablo Rizo, en cuyo poder hallaron materiales de la confectión [...] sea con este hombre. Volví a hablar al señor conde de Olivares; asiguróme la merced con llamar al secretario y mandarle tomase el memorial que llevaba y lo diese el primero; sin duda lo harán aguinaldo de Reyes. A mi señora doña Francisca mi hermana previne la estafeta pasada, remitiéndome a vuestra paternidad, redentor de mis necesidades. Holgaré que haya vuestra reverendísima [podi?]do tener las pascuas en Córdoba; sean en cualquier parte con la salud y gusto que deseo. A mi Cristóbal de Heredia escribo ahora regale a vuestra paternidad, y convoque mis deudos y amigos que asistan y festejen al reverendísimo visitador. Vuestra paternidad se vea a solas con su merced, que aunque tiene corcovos, no derriba. Es muy buena persona, y le debo más que a todo mi linaje. [...]ga al señor don Luis de Saavedra mi sobrino y coadjutor, que lo hallará vuestra paternidad más largo de narices que de voluntad, si bien la buena sangre que tiene le hará responder a sus obligaciones. Antonio [Malo] desmiente muy honradamente su apellido con la [asis]tencia continua a la celda, para cuyos ratones [...] que el papel y pergaminos de la librería es y son [...] a su hambre. Con monseñor ilustrísimo he estado muchas veces; echa menos a vuestra paternidad y dice que no se discuidará de escrebir a Francia. Pienso ver al embajador y hacerle algún recuerdo, que creo importará. A mi padre secretario beso las manos y a nuestro don Francisco no olvido mientras no puedo abrazarlo estrec[hamente?]. Mire que no se olvide vuestra paternidad del padre fray Andrés Ortiz, que lo quiero mucho y merece muy cualquiera merced que se le hiciere, pena de sentimiento. Don Diego Pardo insta cada hora, en nombre del señor nuncio y suyo, por los melones de Guadix. Sépalo el padre ministro de Málaga, para que satisfaga a tanta golosina como dejó solicitada con sus promesas. Adiós, reverendísimo. Madrid y diciembre 19 de 1623 años. Don Luis de Góngora. No escribo a mi amo y señor don Gómez suplicándole acuda a vuestra reverendísima, porque es tan gran caballero que será ociosa esta súplica, sino lo dejo de hacer porque tengo por fatal cualquiera recuerdo. A su merced beso las manos tantas veces como le deseo gusto, salud, descanso y pascuas.

107. Al padre maestro Hortensio §

Mi padre, señor y amigo: huelgo de que haya llegado vuestra reverendísima con salud a Andújar, si bien con el trabajo que ya tenía previsto y vuestra paternidad me escribe. Las calles de Madrid nos han dicho cuáles están los caminos. La merced del hábito salió la semana pasada, Dios guarde al conde. Mis señoras doña Francisca de Argote y doña María de Guzmán, abuela y madre del militante, me han escrito muy agradecidas del servicio que les hago, y que esperan a vuestra reverendísima para acudir a mis necesidades con la voluntad que deben. Prometo a vuestra paternidad que me obligan con esto de manera, que si no me hallara tan oprimido como sabe vuestra paternidad las sirviera liberalísimamente, porque aun de representarles mis incomodidades y ahogos quedo con vergüenza, mas siendo tantos y tales me fuerzan a suplicarles me socorran y saquen de la miseria en que me han puesto siete años casi de corte, con ochocientos reales al mes de entrada, como dicen. Es buen testigo vuestra reverendísima de esta verdad y de las deudas que tengo en este lugar, que si las que tengo en ese no me valen saldré vergonzosamente huyendo o esperaré en una cárcel la redención de mi amigo Cristóbal de Heredia, o la fianza de mi sobrino don Luis de Saavedra. A todo esto suplico a vuestra paternidad acuda como tan padre mío, y esto con brevedad. De acá no hay que decir más de la muerte de la infanta. Las nieves, fríos y aires que hace, intolerables. Llevé las cartas al nuncio y embajador de Francia. La estafeta ha llegado hoy a mediodía y apremia tiempo para responder. Antonio Malo acude a la librería con mucho cuidado. Vuestra reverendísima descanse en Córdoba, si lo dejan frailes, y honre mucho a mi buen amigo y pariente fray Luis de Luna, que merece cualquiera merced que vuestra paternidad le hiciere. Mi jardín encomiendo. Ya supliqué a vuestra paternidad reverendísima besase de mi parte las manos al señor don Gómez de Figueroa, como debo a las obligaciones que tengo a su merced. Ahora re[...] recuerdo dándole el norabuena del hábito de mi sobrino, pues para que merezca ser escudero de su casa he procurado la merced que Su Majestad le ha hecho. En Sevilla no olvide vuestra paternidad de ver al señor canónigo Duarte [...] Pereira, y dándole mi besamanos suplicarle me haga merced de socorrerme con algún chocolate de lo que su merced prepara. Fray Juste me abrace vuestra reverendísima y a mi amigo don Francisco me encomiende. Adiós, mi amo. Madrid y diciembre 26 de 1623 años. Don Luis de Góngora. A mi buen señor y amigo Cristóbal de Heredia no tengo lugar de escrebir. Suplico a vuestra paternidad le pida perdón de mi parte, y le dé cuenta de la merced del hábito.

108. A Cristóbal de Heredia §

Amigo: en la pasada escrebí a vuesa merced cuanto basta para desengaño del hábito presente y esperanza del que solicitare, como quien soy, en servicio del señor don Francisco, no sé si si [sic] diga de Cárcamo o de Góngora, digo de ambos. Espero en Dios de conseguirlo más presto de lo que vuesa merced imagina, porque deseo ver a mi sobrino ocupado. En el ínterim disponga vuesa merced las cosas de manera que no haya que dificultar la restitución del hábito, y don Francisco de Góngora se quiete y ruegue a Dios me dé salud, que dentro de pocos meses, sin sacar un maravedí de la bolsa, será veinte y cuatro por este medio. Nuestro Hortensio estará ahí a los últimos de este; para entonces hallará carta mía en poder de vuesa merced, que este ordinario no tengo para qué escrebirle. Ya vuesa merced habrá dado la carta que retuvo a mi señora doña Francisca mi hermana, y su merced estará sigura de que la sirvo, tanto como yo lo estoy de que me hará merced. Siento que sea mediante este beneficio, por que no huela a retribución lo que es agradecimiento. Yo a lo menos deseo que se entienda mi ánimo aún más que mi necesidad. Beso las manos de vuesa merced muchas veces por la anticipación de los alimentos, digo en los dos meses, que yo estoy de manera que cualquiera socorro de mi hacienda es merced de la ajena. Las aceitunas acepto y agradezco. Sírvase vuesa merced que se curen bien, de manera que pierdan los resabios del alpechín. Bellotas valen mucho en palacio: si hallare vuesa merced algunas de las más sazonadas de Pedroche que inviarme para cuaresma, sería gran lisonja para quien deseo servir [y he?] menester, dama, gran señora de nuestro Hortensio y mía. Al padre maestro fray Joseph de Valencia deseo hon[ra y acre?]centamiento como su paternidad sabe, y se lo tengo encomendado a nuestro reverendísimo afectuosamente. Sabe su paternidad el ánimo que lleva nuestro amigo de escribir en cuanto dieren lugar las cosas de por allá; si estas no se contradicen, segura tiene la electión, no ha menester repetir más acuerdos, que de sobrados llegarán a molestar. Con todo eso escrebiré el ordinario que viene comunicando memorias de lo que tengo solicitado con su acrecentamiento de fray Joseph, asigurando a vuesa merced que, si no hace ventaja en deseárselo, escrebiré entonces en favor del padre fray Alonso de Valenzuela, a quien holgaré de ver con honra y descanso, y que corra por mí esta vez, ya que la otra no tuve dicha con él. Al padre fray Luis de Espejo dirá vuesa merced lo mismo, y al padre maestro fray Luis de Luna beso las manos. Adiós. Madrid y enero 16 de 1624 años. Don Luis de Góngora.

109. Al padre maestro Hortensio §

Reverendísimo mío: no me lo llevará por breve, pues parte la hostia con el ministro y conmigo en la comunicación del nuevo electo en Provincial. No tengo coche diez días ha, no tiene él salud ha casi veinte, y así a esta hora escribo sin saber más del suceso que lo que no afirma nuestro Cristóbal de Heredia, si bien sospecha que es el maestro fray Luis Ronquillo. Siendo así, doy a ambos el norabuena, y espero que me lo den a mí todos. Ya habrá visto y besado la mano vuestra paternidad reverendísima al rey nuestro señor, ya habrá merecido también audiencia del excelentísimo que Dios guarde como deseo, que será vida perdurable, a fe, la suya. Entre tanto júbilo acuérdese vuestra paternidad de cobrar del secretario Juan de Ynsausti la cédula del hábito de Santiago, y a los serenísimos Haros, dueños míos, bese las manos de mi parte. Los caballos espero, ya no por mejora, sino por necesidad, que tengo la casa por cárcel ocho días ha. Mucho holgaría que el Carpio y Córdoba hubiesen cumplido con sus obligaciones en el servicio y festejo de Su Majestad. Depáreme Dios un Andrés de Mendoza que lo refiera sin tantos testimonios de santos. Adiós, no se olvide vuestra reverendísima en Sevilla de mandar solicitar los antojos. Madrid y febrero 20 de 1624 años. Don Luis de Góngora. A monsignor ilustrísimo beso la mano.

110. A Cristóbal de Heredia §

Estoy con el mayor catarro que he tenido en mi vida y con no menor necesidad, porque no tengo trigo que vender. Esto, y decir a vuesa merced que el marqués de Flores es grande amigo de su primo de vuesa merced me hacen escrebir ahora. Hame pedido el buen marqués haga saber a vuesas mercedes como mi señora la marquesa desea unos tiestos de jazmines reales y que será gran lisonja para su señoría. Dábame dineros para que yo les dijese a vuesas mercedes le comprasen cuatro tiestos, yo dije que ni el señor Juan Alonso de Baena había menester dineros para esto ni yo los tomaría, con que quedó confuso y me cometió lo dispusiese como mejor estuviese, de suerte que mi señora la marquesa quedase servida. Será razón que su primo de vuesa merced los busque y los remita, diciendo como ha sabido de mi carta que su señor había dado intención de procurar en Córdoba, en Sevilla o en Valencia estos tiestos, y que su merced se hallaba con ellos y los inviaba con un propio para más regalo de las flores. Yo estoy la casa por cárcel por falta de caballos. Vuesa merced me remita esos del señor don Diego y vengan luego a cargo de quien los trate bien, que el tiempo no ayuda mucho. Los 85 reales que sobran ayudarán a la costa del traerlos. Vuesa merced los cobre y bese las manos de mi parte a mi señora doña Francisca y le acuerde no sé qué cosquillas tuvo su merced de inviarme aceitunas y pomos de agua, si ya no fueron votos de enferma, que, en sanando, olvida el cumplimiento. Yo suplico a vuesa merced me haga merced de los dos meses de alimentos pedidos o por vía de Duarte Pereira a quien yo escribí, o, si vinieren por Vincencio, remitida la póliza a Alonso Cabello, capellán del señor arcediano de Sede (?), por que no me escalfe a cuenta de la deuda algunos reales. Esto vuelvo a suplicar a vuesa merced, y la venida de los caballos, y decirle al señor don Diego Fernando que le beso las manos, y que su merced provea el dinero que fuere servido para las pruebas y a la persona que mandare: yo estoy a pie y no soy de fiar. Adiós, mi amo. Madrid y junio 4 de 1624 años. Don Luis de Góngora.

111. A Francisco Flores de Vergara §

Holgaré que haya llegado vuesa merced a su casa con la salud que le deseo, y que haya hallado a esas señoras con la misma y mucho contento. A sus mercedes beso las manos. El poder para tomar las cuentas y firmallas va con esta, no para el arrendamiento de los beneficios, porque me acuerdo ahora que lo tengo dado para este efecto a los señores don Francisco de Corral y don Francisco de Argote y Góngora, mi sobrino, y por que no pareciese que el añadir persona era dudar de su diligencia dejé de hacerlo. Al señor Cristóbal de Heredia no escribo por no ocupar a su secretario; bésole con todo eso las manos, que aunque me trata como a sitiado, solicitándome por hambre, ha tanto que estoy rendido a su servicio que pudiera perdonar a medios tan poco piadosos. Yo estoy peor que vuesa merced me dejó, y tanto, que ha sido menester vender un contador de ébano para comer estas dos semanas que puede tardar el desengaño de mis alimentos. Escrebiré luego al señor don Luis de Saavedra, mi sobrino, suplicándole me fíe en este arrendamiento, si no lo tienen alterado los ocho días que meé por alambique. Sírvase vuesa merced de ver a mi sobrino don Francisco y abrazarlo de mi parte. Los negocios de don Augustín Fiesco van tomando puerto siguro. Si allá pareciere de esta comisión algo contra mí, se me avise para que la revocación lo remedie. Esos dos pliegos me dio Juan de Paniagua. Vuesa merced lo espere con sayo de dos colores, y a Dios, señor compadre, que guarde a vuesa merced. Madrid, y enero 14 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

112. A Cristóbal de Heredia §

Mucho holgué con su carta de vuesa merced y con la postrera cláusula más, en que me libraba los 800 reales. Deseo mucho salir de aquí e irme a descansar con vuesa merced, y esto no es cumplimiento sino verdad, o no muera yo conociendo a Dios, porque ni yo he hallado amigo más verdadero ni vuesa merced deudo tan fiel. Y así, digo que vuesa merced me espere sin duda para octubre en esa casa, que no quiero que se mude de ella, porque en un cuarto me basta y sobra, cuanto más que yo pienso andarme, como enfermo, mudando camas, ya en el entresuelo de mi señora doña María de Guzmán, ya en la heredad de mi sobrino. La pensión está situada en Córdoba, como escrebí a vuesa merced. El secretario Juan de Ynsausti no pudo escrebir más de aquello hasta que salgan todas juntas. El hábito del señor don Francisco saldrá de aquí a Sant Juan, y antes, silencio y dineros, que harto siento no poder servirle sin interés ninguno; será de Santiago. Adiós, mi amo. Madrid y mayo 6 de 1625. Don Luis de Góngora. A mi sobrino don Francisco beso las manos y que me perdone. Vuesa merced me avise si han inviado a depositar el dinero de las pruebas de Gonzalo, y diga vuesa merced al señor don Martín de Cárcamo que sin duda excusará las pruebas de Alemania, porque ya se ejecuta la pragmática y estatu[...].

113. A Cristóbal de Heredia §

Señor: yo escrebí la estafeta pasada ahogadísimo, mire vuesa merced cuál escrebiré ahora, más vecino al término en que sin duda me han de ejecutar y dejarme a pie, sin estaca, como dicen, en la pared, en tiempo que más he menester salir a palacio, como lo hago cada día, solicitando la situación de esta pensión, y este hábito que ha de ser algún alivio a mis incomodidades. Uno y otro juega conmigo a la gallina ciega, que los siento y no acabo de abrazallos. En el ínterim suplico a vuesa merced y a mi sobrino don Francisco me busquen los nueve mil reales que pedí en la pasada a censo, que, siendo Dios servido, presto se redimirán. Dios se lo perdone a los sucesos de Génova, que tienen al señor conde de Olivares tan atento, que no se divierte a otra cosa, y padecemos los que esperamos. Ya escrebí que no me inclinaba al título de Italia por hacer servicio al señor don Francisco Luis de Cárcamo. Por un solo Dios, que no me desampare vuesa merced en esta necesidad en que me va la honra, pues vuesa merced ha sido todo mi linaje junto. A don Luis de Saavedra no irrite vuesa merced ahora hasta que placiendo a Dios llegue yo a Córdoba, que dará con los huevos en la ceniza. Y adiós. Madrid y junio 10 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

114. A Cristóbal de Heredia §

No estoy para quejarme de nadie, si bien para sentirme de todos los que tienen ánimo de dejarme en la mayor necesidad y más apretada que he tenido en este lugar. Don Francisco mi sobrino me parece que me escrebirá el día del juicio, y acudirá a mi remedio otro día después, habiéndome prometido que tomaría un censo y aun vendería la heredad de Morillo. Nadie fía de mí si no es el señor don Diego Fernando de Argote y su suegra, que se han quedado con la limosna de las monjas, muy como buenos parientes. Ahora, señor, pues así lo quieren los que más obligación me tienen, véndase el coche y no me dejen clavo en pared, que verano es; cuanto me hurtare al sol más salud me valdrá. La vez que hallare en qué salir, será para solicitar lo que más bien me estuviere, perdónenme deudos y amigos. Ya escrebí a vuesa merced lo que sentía de la irritación de don Luis de Saavedra; si le pareciere a vuesa merced dejarlo para otro tiempo bien será, si no, haga vuesa merced lo que fuere servido, que yo estoy para echarme en un pozo y no para dar consejo. A vuesa merced le importa que ese mozo no haga una barrabasada. En fuerte sazón me dejan. Madrid y junio 17 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

115. A Cristóbal de Heredia §

He escrito muy largo a mi sobrino don Luis de Saavedra. A vuesa merced escrebiré más corto, porque lo anda vuesa merced tanto conmigo que creo le serviré en ser breve, pues sin considerar que estoy en lo más descabellado de los dolores, no digo del aprieto de mis deudas, sino del parto de mis esperanzas, y trátame vuesa merced como a Bredá, tomándome por hambre. Esta mañana me citaron ante el juez de la capilla. Hele visto esta tarde, hame dicho que, aunque será hacer sinjusticia, pedirá a mis acreedores, de oficio y buena amistad, porque el uno dice que es su amigo, esperen por quince días. Yo no sé, cuando esperen, cómo he de salir de este embarazo, porque don Francisco mi sobrino me cerró la puerta tras sí, adivinando los temporales que se esperan. El señor don Martín de Cárcamo no querrá fiar de mí lo prometido y tendrá razón, que no he satisfecho dos veces a lo que he ofrecido. Ello es triste cosa tener necesidad, y más un clérigo a cuya casa no saben sus deudos si no es para comer y llevar. Vuesa merced esté atento a lo que obra mi carta en don Luis, y en el ínterim que salgo de aquí no me desampare. El cartapacio suplico a vuesa merced me lo busque vuesa merced y me lo compre, si no es que dice que no se teje en Córdoba. Adiós, señor marqués Espínola. Madrid y julio 1 de 1625 años.

116. A Cristóbal de Heredia §

Confesaré siempre que a nadie debo más que a vuesa merced, y mucha más voluntad que dineros, con ser tantos. Espero en Dios que me ha de dar salud y vida para satisfacer a tanta merced, y absolver a mi sobrino don Luis de los temores que tiene a las fianzas. Yo estoy en unas tenazas, vendiendo mis escritorios, de que he hecho ochocientos reales: mire vuesa merced, para nueve mil que debo y entretengo en palabras, qué serán estos. Beso las manos de vuesa merced por la que me hace de alimentarme, que la agradezco y estimo. La pensión, a Dios gracias, ya está situada en ese obispado, y corre desde el día de la situación, que fue (a lo que creo) a 18 de junio, sigún me dijo el secretario Juan de Ynsausti, encargando el secreto. Ahora apretaré en lo del hábito, que lo tengo por seguro, a cuenta de lo que me dijo ayer el señor conde de Olivares, yéndole a besar la mano por la situación y pidiéndole licencia para importunarle en lo del hábito: «Tenga paciencia, que no peleo en el Brasil». Y riéndose, luego me volvió a decir: «Todo se hará bien lo más presto que se pueda». Despidiéndome contento, dijo: «El Diablo harte de hábitos a estos de Córdoba, y más a los que han concedido los millones». Yo me salí riendo y él lo quedó más, porque estos días está de buen humor con las victorias de Bredá y el Brasil. Es fuerza esperar y morir en el ínterim. Al señor Martín no será razón pedirle nada sin haberle servido, si bien la necesidad obliga a representarle en la que quedo. Si fiare de mis diligencias y verdad, pues no he engañado a ningún pariente, y me hiciere merced de socorrerme, desempeñaré mi palabra con la vida o con el efecto. Si no se atreviere, rezaré de su merced como santo del común de mis parientes, y deseando servirle, acusaré mi desgracia. El cartapacio suplico a vuesa merced se compre por un ojo que sea de la cara, por que saque hoy lo que me sacará de aquí desempeñado. Guárdeme Dios a vuesa merced como deseo. Madrid y julio 8 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

117. A Cristóbal de Heredia §

Señor y amigo: ni me culpe de corto ni de picante, que estoy para echarme en un pozo, sigún me fatigan acreedores. Prometo a vuesa merced que, si no temiera los calores, que me hurtara a tantas incomodidades y fatigas y me fuera a ser pupilo de vuesa merced, que lo estimara más que ser huésped del obispo, que aún no ha llegado. Aunque el señor don Luis mi sobrino hace cargo a vuesa merced de lo que yo más me honro, como verá vuesa merced por esa carta que remito (para vuesa merced solo, y tanto, que la respuesta quiero que sea de mano propia por que no se introduzga tercero en esto), vuelvo, pues, señor, a consolarme con vuesa merced de mis aprietos y pesadumbres, pues no hallo otro a quien volver los ojos, y con quien descansar de todas ellas. No sé qué me haga porque el término último que me han dado, que es hasta el fin de este mes de julio, es para respirar solo, no para salir de este ahogo, porque mi sobrino está de manera que temo hallarlo tan encogido de hombros, que sean arracadas de las orejas. A los señores don Martín y don Francisco de Cárcamo no me atrevo, porque esperanzas son flacas prendas, y palabras de validos tienen calidad, mas no siguridad para pedir sobre ellas la cantidad que puede socorrerme. Con todo eso, si fiaren sus mercedes de mi honra este remedio, yo la hipoteco, y la vida con ella, y la satisfación de tanta merced, asegurándoles que redimiéndome captivan un agradecido. Cuanto a lo que vuesa merced me ofrece de no desampararme en los alimentos le beso las manos tantas veces como ellos contienen de maravedís, y en lo que vuesa merced apunta de nuevo administrador o arrendador de mi hacienda no me hable, que siento en el alma aun responder a ello. Ya, señor mío, la amistad es parentesco y muy estrecho. Consérvelo Dios en él muchos años para su santo servicio. El cartapacio llegó a muy buen tiempo; beso las manos a vuesa merced por el cuidado. El mío es ahora de co[rregirlo?] y añadirle cuanto he hecho después, para estampar este septiembre, y procurar me valga aun la mitad de lo que me asiguran. Si vuesa merced quiere parte, le serviré con ella, que, como vuesa merced tiene caudal, puede remitilla a las Indias y esperar una ganancia excesible. No acabo de entender a esas señoras y sobrina mías. A mí no me escriben, a don Luis de Saavedra no tratan, al señor don Diego Leonardo de Argote dan ocasión de no comunicallas; que desgracia [...]. Siento que no depositen, y que estanquen ese hábito y la reputación con él. Vea vuesa merced ese billete del casero, y a su paso otros del mismo porte. A Dios, mi amo, que guarde a vuesa merced muchos años. Madrid y julio 15 de 1625 años. Don Luis de Góngora. Ya escrebí a vuesa merced como el secretario Juan de Ynsausti me asiguró que mis 400 ducados de pensión estaban situados sobre ese obispado.

118. A Cristóbal de Heredia §

No escrebí a vuesa merced la estafeta pasada porque como era víspera de la partida de Su Majestad, hasta las diez de la noche asistía al aposento del conde-duque sin poder negociar cosa, y no me espanto, que concurren tantas cosas de impedimento y tan graves que vienen a ser nuestras pretensiones átomos, y montes en los expedientes. Ayer de mañana el pie en el estribo me dijo: «Vuesa merced no quiere estampar». Yo le respondí: «La pensión puede abreviar el efecto». Replicóme: «Ya he dicho que corre por vuesa merced desde 19 de febrero; en volviendo se tratará de todo, no tenga pena». Con esto he quedado suspenso, porque veo que quiere sin duda que el hábito sea satisfacción de la directión de mis borrones, y hállome impedido para la estampa, porque dos que quieren parte en ella es más de lo que me está a mí bien, y así estoy como la picaza, que ni vuela ni anda. Deseo acabar esto y no puedo, rabio por salir de aquí y puedo menos porque debo más de lo que quisiera, y no he podido excusarlo porque 800 reales son flacos alimentos para un hombre de cuenta en este lugar. Pasar adelante con tantas incomodidades es imposible, y así no sé qué me haga para salir honradamente estampando y satisfaciendo al señor don Francisco Luis de Cárcamo, que ya no solo es reputación sino interés mío, y remediarme con eso e ir a descansar, que lo deseo como la vida. En cuanto a la paja de agua, me remito a vuesa merced en todo y a la diligencia de mi sobrino don Luis, a quien suplico a vuesa merced lo vaya [...]lerando, quizá de esta manera venceremos su condición. Yo estoy desnudo como lo dirá mi compadre Francisco de Flores; vuesa merced me socorra, que aun de limosna será merced para mí y mérito para con otro mejor que yo. Su Majestad salió ayer de aquí para San Lorenzo. De allí va a las Navas del Marqués a montear y volverá por los bosques de Valsaín. El nepote de su Santidad que salió por legado a Francia viene aquí muy apriesa a sacar de pila lo que fuere Dios servido darle a la reina nuestra señora. Anda todo de alborozo: Consejos de estado y guerra cada día, exámenes de amas en juntas de comadres y médicos; mire vuesa merced qué concordancias estas. El señor don Gaspar de Bonifaz es ya conocido de vuesa merced y será su amigo, porque es gran señor mío y, aunque sin poderes, he hecho yo este matrimonio. Tendría por bien que vuesa merced le escribiese dándole el norabuena y ofreciéndole lo que él no aceptará porque es en esto impertinente de escrupuloso. Agradecerá[lo?], con todo eso. Remítamela vuesa merced y quédese con Dios. Por vida de vuesa merced que me busque cuatro o seis docenas de zamboas para la señora doña Ana María Manrique, dama de palacio, y mi señora la marquesa de Flores, si no es que no se labra cosa buena de ese género en ese lugar, y vale el tercio de lo que solía. Madrid y octubre 14 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

119. A Cristóbal de Heredia §

No he escrito a vuesa merced dos estafetas por digerir con el silencio las crudezas de don Luis de Saavedra y las fatigas que padezco de acreedores por su causa. ¿Es posible que sea sobrino mío quien tan duramente me trata? ¿Y que sea bien nacido quien no cumple lo que me escribió en la carta que remití a vuesa merced, rayadas sus palabras? Pierdo, señor, la paciencia y tengo por cierto que le aconseja algún deudo suyo la tiranía que usa conmigo. Ojalá pluguiera a Dios pudiera salir de aquí mañana para quebrarle los ojos con la merced que Dios me hace, y me hará por su divina misericordia, de darme salud renovándome cada día, a pesar de su intención. Ya pierdo la paciencia con su obstinación otra vez y otras ciento, esperando en Dios que ha de castigar su poca caridad y agradecimiento. Yo, señor, no pienso escrebirle porque estoy corrido de que no me haya cumplido la palabra que me dio en su carta. Vuesa merced me tenga lástima del estado en que me veo, sin remedio de poder salir ni quedar, siendo fuerza esto último para sacar el decreto del hábito, que será en alumbrando Dios a la reina nuestra señora, para expedir la pensión, que sin falta será en llegando el legado nepote de Su Santidad, para ver si hallo Cirineo que me ayude a la impresión de mis borrones, que es lo que más me importa para mi remedio. Mire vuesa merced si son todas tres cosas para dejarlas indecisas o esperarlas sin tener algún socorro de vuesa merced, siendo mi amigo y deseando mi honra y descanso. Bien sé que no me lo debe en la hacienda, porque debo yo tanta a vuesa merced como recebí agradecidamente. Mas también sé que no me ha de dejar perecer en los Cachopos de Lisboa, digo tan a vista del fin de estas pretensiones, asigurando a vuesa merced que el 18 de este temo me echará en la calle esta pobre [...] mía el dueño de la casa, y que me hallo a los umbrales del invierno sin hilo de ropa, anticipados mis alimentos mes y medio para poder comer, reparar mi coche y curar a María Rodríguez, que ha padecido cuarenta días de enfermedad y no la había de inviar al hospital como hice a Antonia. Todo esto, señor, pongo a vuesa merced delante para que solicite la piedad que falta en mis deudos, pues he hallado en vuesa merced siempre no solo alivios y socorros sino generosidades muchas más que en ellos, a Dios sean dadas gracias. La enfermedad de Pedro me da cuidado porque ha sido sobrino mío in quo mihi bene complacui. Déle Dios la salud que le deseo, amén. Don Gaspar Bonifaz ha andado con el rey por esos montes; le he buscado después que vino tres veces y no le he hallado. Hubiérale buscado más si el tiempo diera lugar con las aguas y vientos, que han sido terribles. Pretende el gobierno de Aranjuez y no se lo dan. Será buen amigo de vuesa merced en Córdoba, digo, donde guarde Dios a vuesa merced muchos años. Madrid y noviembre 4 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

120. A Cristóbal de Heredia §

La estafeta pasada escribí largo, lastimándome con vuesa merced de mis necesidades. Esta seré tan corto como vuesa merced lo anda conmigo, excusándome con don Luis de Saavedra, que a mi cuenta creo que juega con vuesa merced al rentoy, haciendo las «se entienden». Yo, señor, perezco y estoy peor que en Cádiz, porque los de aquella ciudad, aunque sitiados, tienen socorros; yo, triste de mí, ni de amigos ni de parientes lo espero. Ojalá pudiera salir de aquí con honra, como no los fatigara. Todo por acá anda alborotado. Su Majestad quiere hacer gran demostración el año que viene, como verá vuesa merced en el decreto que salió del Consejo de Estado, que va con esta. Siéntolo por lo que se van prolongando con estos embarazos nuestras pretensiones. Dios me saque de aquí, y solicite el ánimo de vuesa merced para que me remedie. Madrid y noviembre 10 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

121. A Cristóbal de Heredia §

Ayer lunes tuve dos cartas de vuesa merced. La una sin duda de la estafeta pasada, que debió derrotarse y pasar adelante; la otra, de este ordinario en que vuesa merced me avisa queda con algún dolor de ijada, que holgaré no pase adelante, así por la salud de vuesa merced como por el embarazo que haría a la resolución de estas fianzas de mis sobrinos, cuyo efecto deseo ver, por desahogarme algo. Ayer di el enhorabuena al conde-duque de Sanlúcar; salí con dos abrazos suyos que los compran muchos que los vieron. No le dije nada por que no pareciera que iba a eso y no al parabién del buen alumbramiento de la reina nuestra señora. Despidióme poniéndose la mano en el pecho y diciéndome con esto sin hablar lo que el marqués me declaró y yo entendí, que él cumpliría su palabra y me despacharía, que no lo dudo en esta ocasión, y más si llegasen nuevas del salvamento de la plata, porque este cuidado los tiene suspensos, y no hay expediente de mercedes, todo es Consejos de estado y guerra y preparamentos, como vuesa merced verá por ese memorial o relación. También remito a vuesa merced dos copias de cartas, una de la reina nuestra señora y respuesta del conde, cuyo porte deseo que sea algún aliento de mis incomodidades. Suplícolo a vuesa merced porque perezco, y le importa a vuesa merced que yo conserve esta vida, que ha de ser para servirle. Madrid y noviembre 25 de 1625 años. Don Luis de Góngora.

122. A Francisco Flores de Vergara §

Compadre, señor y amigo mío: dé Dios a vuesa merced las entradas de años como deseo haya tenido las pascuas. Yo confieso a vuesa merced que las he pasado muy tristemente con la muerte de nuestro amigo Cristóbal de Heredia porque desde que supe su enfermedad me prometí su fin. Téngale Dios en el cielo y guarde a vuesa merced con mucha vida y salud de esas señoras que tiene vuesa merced en casa para su regalo. No respondo a las cartas de los señores Juan Alonso de Baena y el licenciado Antonio de Baena, a quien beso las manos por esta carta mía, suplicándoles me perdonen, y a vuesa merced, pidiéndole les dé de mi parte el pésame de la muerte de su primo con el sentimiento que yo quedo hasta que las responda, que será el ordinario que viene. Y agora pido a vuesa merced diga al señor Juan Alonso de Baena que esté cierto le serviré en lo de la casa como tengo obligación, no habiendo de ir yo a moralla, porque mi deseo no es solo de servirle con ella sino de dalle el arrendamiento y administración de mi hacienda como su merced fuere servido, porque no quiero que salga de su casa el beneficio de esas pobres alhajas mías, si bien es verdad que tengo prevención de otro, como verá vuesa merced por esa carta que remito. Yo seguiré el parecer de vuesa merced en todo, que para eso me ayudará el parentesco que contrajimos por el agua del Espíritu Santo. Al señor don Antonio de Aguilar dará vuesa merced mis besamanos y el pésame de la muerte de nuestro amigo, en cuanto yo no se lo diere por mi carta, que será la estafeta que viene, porque hoy, como día tan ocupado y partirse mañana Su Majestad a Aragón, no tengo lugar de escribir ni responder a más que a vuesa merced, que Dios guarde como deseo. Madrid y enero 6 de 1626 años. No deje vuesa merced de escribirme todos los ordinarios y quejarse de mi parte a mis sobrinos que no me hayan avisado de ello, principalmente a don Luis de Saavedra, siendo ocasión esta en que debían concurrir todos. Don Luis de Góngora.

123. A mi compadre Francisco Flores de Vergara §

Señor compadre: escrito tengo a vuesa merced el pésame de nuestro buen amigo Cristóbal de Heredia, cuya muerte he sentido como de un hermano, que en el mismo grado lo estimaba. Remití entonces en el mismo pliego una carta del licenciado Alonso Gutiérrez Rufo, beneficiado de Santo Nicolás de la villa, en que me quería arrendar o administrar mi hacienda. En la misma carta escrebí a vuesa merced lo que podía disponer de mi casa en respuesta de lo que me mandaba el señor Juan Alonso de Baena, a quien deseo no solo servir con mi casa sino con mi hacienda por la memoria de mi buen Cristóbal, que no querría salir de su abrigo. Vuesa merced no me ha respondido y yo por esta causa he incurrido en descortesía a mis obligaciones, no dando el pésame a los señores don Antonio de Aguilar, Antonio de Baena y Juan Alonso de Baena. Harélo en teniendo razón de vuesa merced, porque demás de ser acreedor soy muy agradecido servidor de sus mercedes, a quien Dios guarde, y a vuesa merced no menos, con la vida de esas señoras mías. Madrid y enero 27 de 1626 años. Respóndame vuesa merced [...]. Don Luis de Góngora.

124. A Francisco Flores de Vergara §

Compadre: deseada tenía carta de vuesa merced. Holguéme con la que hoy he recibido, que viene con tan poco término que apenas nos deja tiempo para responder. Dios mejore siquiera los caminos, ya que los sucesos se van empeorando cada día. No quiero dejar de hacer lo que debo a su tiempo con los señores don Antonio de Aguilar y Juan Alonso de Baena, a quien escribiré en pudiendo tomar la pluma, que este equinoctio y días poco seguros de aire y agua me impiden la purga que será el mandamiento de soltura de esta mi prisión. Mucho holgaría que vuesa merced me escribiese los puntos que ha de contener el poder que he de dar para difinir cuentas con esos señores y arrendar mis beneficios. No me pesará también que vuesa merced me diga lo que siente del arrendatario que quiere ser con la puja de los seis mil reales, porque si no tiene descanso no lo puede dar. Los mil y seiscientos reales que me tiene dados Esteban de la Peña son los mismos que él tiene pedidos. Si los agregan esos señores a las cuentas principales me habrán hecho mucha merced. A sus mercedes beso las manos por ella. Huélgome que haya llegado el señor don Gaspar Bonifaz a esa ciudad con salud, si bien estropeado de la pierna. Déle vuesa merced la bien llegada de mi parte, y que por aguardar a escribille de mano propria no hago por esta más que besalle las manos muchas veces, suplicándole perdone la soledad de las calles y acepte la voluntad y aplauso de los naturales. La casa ha muchos días que he ofrecido al señor Juan Alonso de Baena con cargo de jardinero, ya que su primo, que esté en el cielo, olvidó tanto esta política. Si su merced no la quisiere, búsqueme vuesa merced persona curiosa que trate bien aquel palmo de tierra. A mi comadre y sus hijos beso las manos, con las de vuesa merced, y adiós. De Madrid, 24 de marzo de 1626. Ese memorialito que va ahí, de 10.600 reales que debo al señor Celio Imbrea, ha de entretener vuesa merced, porque tengo de término de aquí a San Juan, y ha de buscar vuesa merced a este Diego Ximénez de Olariaga, que dirán dél en casa del Tesorero general, y disponello de manera que cualquier arrendatario de mis beneficios se obligue a dárselos, y esto vuesa merced saboree de manera al hombre, que se satisfaga y espere pidiéndole que no escriba acá cosa que turbe la seguridad que tendrá esta paga. Mire que me importa mucho. En todo caso, compadre, componga esto último y no deje de escrebirme cada ordinario. Don Luis de Góngora.